17 de marzo de 2009

Las Cuatro Cruces de Omnium Sanctorum

Es tiempo de cruces; 20 días escasos para que abran las puertas de la antigua ermita de San Sebastián, para que Nuestro Padre Jesús de la Victoria cargue su madero entre los árboles del Parque de María Luisa, para que los niños vuelvan a adivinar entre las alborotadas ramas del olivo que aparece entre los (ahora) eternos muros del Salvador la figura del pequeño Zaqueo.

Es tiempo de cruces; así lo anuncian los escaparates de las tiendas: caramelos para los mas jóvenes, caoba para los abuelos; así lo enseñan los carteles de quinarios y traslados que buscan su hueco entre las paredes cargadas de ofertas de trabajo (maldita crisis, cruz de cruces…); así lo pregonan las bandas de cornetas y tambores que al fin transformaron los acordes caóticos y molestos con que nos han deleitado todo el invierno en recuerdos de revirás imposibles y entradas en Campana.

Es tiempo de cruces; o de huir de ellas, como tanta gente que está esperando que las calles huelan a incienso para escapar a la playa o simplemente disfrutar de unos días de descanso.

Es tiempo de cruces; y sinceramente, no se me ocurría mejor excusa para introducir esta historia sobre uno de los rincones de Sevilla donde mas y distintos tipos había, el entorno de Omnium Sanctorum, en la calle Feria.

Y es que si bien hoy día el papel simbólico de la cruz ha quedado relegado casi exclusivamente al ámbito religioso, durante mucho tiempo no fue así.

Por supuesto, me refiero a esos tiempos en que no existían las grandes avenidas que hoy fragmentan la ciudad, ni los centros cívicos, ni los distritos… casi ni siquiera barrios; tiempos en los que bien es cierto que el papel ejercido por la iglesia sobre la sociedad era fortísimo y en muchas ocasiones monopolizador.

Por ello, las cruces eran elementos cotidianos y habituales en las calles, sirviendo tanto para delimitar collaciones y feligresías como para señalar hitos importantes en la vecindad. Unos usos y unas utilidades que en la actualidad han quedado obsoletos con el discurrir de los tiempos, pero de los que aún quedan vestigios en algunos rincones de la ciudad, como es el caso de Omnium Sanctorum, donde llegaron a concentrarse en su momento hasta cuatro cruces de distinta forma, origen y uso que, sin que sirva de precedente, han llegado hasta nuestros días.

La primera de estas cuatro cruces que vemos al llegar a la vieja parroquia de la calle Feria es la conocida como Cruz del Garfio. Esta cruz estaba originalmente ubicada en la calle Peris Mencheta, antiguamente conocida como Peso del Carbón ya que en ella se comerciaba el combustible de este tipo que se vendía en Sevilla.

Esta venta no era exclusiva de la zona, ya que en los Humeros también tenía relativa importancia y en otras partes de la ciudad como el entorno de la Macarena, donde aún queda incluso una carbonería; pero el peso del mismo sí que se llevaba a cabo en esta calle gracias a un curioso método que describe Félix González de León y cuyo protagonista principal era esta cruz.

Situada sobre una peana de material, de la misma pendía un garfio del que a su vez se colgaba la romana con la que se pesaba el carbón. A cambio, los carboneros dejaban limosna con la que sufragaban el culto de la cruz.

Como vemos, tuvo esta cruz un uso bastante alejado de los menesteres religiosos, al contrario mas bien. Uso que mantuvo hasta 1816, año que perdió su garfio, su peana, sus limosnas y su sitio privilegiado en Peris Mencheta para ser trasladada a una hornacina de la vecina Omnium Sanctorum, donde aún hoy podemos contemplarla.

Accediendo al interior del templo, dejándonos llevar por esos curiosos cánones de conducta no escritos que siempre nos hacen entrar por el lado derecho, encontramos otra cruz de forja que tiene quizás menor belleza que la anterior, pero no por ello menos historia, la Cruz de Linos.

De grandes dimensiones, su origen rememora sucesos mas lúgubres y desgraciados, ya que señalaba la existencia de un cementerio de la terrible epidemia de peste que asoló Sevilla en 1649 y que diezmó considerablemente su población.

Tan fuerte fue esta epidemia que la ciudad prácticamente se llenó de estos enterramientos improvisados, habitualmente señalizados por una cruz de similares características y que en bastantes ocasiones han sido el origen de muchas de las plazas y calles que hoy día podemos disfrutar.

Este cementerio se encontraba en la calle Linos, nombre que recibía antiguamente el último tramo de la actual calle Feria desde el mercado hasta la Resolana, y evidentemente de ella tomó su nombre la cruz, que también fue trasladada a Omnium Sanctorum, en este caso al interior.

En dirección contraria, en esta ocasión hacia el centro de la ciudad y siguiendo la histórica calle Ancha, tramo de la actual Feria que abarcaba desde la ya citada Linos hasta la plaza del Caño Quebrado, hoy Montesión, encontrábamos otra cruz de no menos belleza que las anteriores y que daba también nombre a la plazoleta en que estaba situada, concretamente en la confluencia de Correduría con Feria: la Cruz de Caravaca.

También tenía ésta un uso distinto a las anteriores, ya que fue levantada para homenajear la Santa Cruz, llegando a contar incluso una Hermandad propia que desapareció a principios del siglo pasado.

Lo laborioso de su forja motivó que estuviera cercada de rejas para evitar “acercamientos no deseados”, aunque quedó exenta a mediados del XIX.

Nueva cruz, nuevo uso y nuevo traslado, ya que también encontró acomodo final en los muros de Omnium Sanctorum, concretamente en el lado opuesto a la Cruz de Linos, esto es, a la salida del templo, del que nos despide.

Y llegamos a la mas famosa de las cruces que existieron en las inmediaciones de la vieja iglesia, la que aún da nombre a la calle en que se encontraba y la que, curiosamente, está mas lejos y peor conservada de todas, la Cruz Verde.

En el centro de la calle así llamada, señalaba los límites de la parroquia y tenía la peculiaridad de estar pintada de ese color, por lo que es fácil deducir el origen de su nombre.

También la Cruz Verde contaba con Hermandad propia, fundada a finales del siglo XVII, aunque parece ser que era bastante humilde y se extinguió a principios del XIX.

Sobre el año de 1840 la Cruz Verde fue arrancada de su peana y se le buscó nueva ubicación, aunque no tan cercana como la de las otras cruces de los alrededores. Ni tan accesible. Al contrario, como si de un castigo se tratara fue enviada a la iglesia de Santa Marina, cuya torre remata hoy en día.

De Feria a San Luis, de Omnium Sanctorum a Santa Marina, en la actualidad la belleza de esta cruz es apenas perceptible desde la pequeña plaza que se abre a los pies del templo, aunque si nos adentramos en la calle Padre Majón, bordeando la parroquia, podemos apreciarla bastante mejor. O peor, ya que tanto un un pararrayos como unos horrendos (y posiblemente olvidados) altavoces provocan que su visión se afee de forma considerable.

Pero bueno, no estaba en el ánimo de esta entrada criticar y tampoco protestar (sin que sirva de precedente), tan sólo se pretendía contar la historia y origen de estas cuatro cruces que, como tantas otras cosas que pasan desapercibidas, llevan a sus espaldas buena parte de la historia de Sevilla, que no es poco.

20 comentarios:

  1. No sabía lo de los cementerios por la peste que se convirtieron en palzas y calles, nunca sabremos bien por donde ponemos nuestros pies.

    Me has dado un buen paseo por mi ex barrio

    Un abrazo General

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  2. Desconocía por completo lo que cuentas de las cruces. Así que gracias. Me encanta aprender cosas nuevas, y si son de Sevilla mejor.

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  3. Es maravilloso conocer la historia de Sevilla a través de ti,la historia deja señales que no siempre sabemos reconocer,como bien te dice Rosalía "me encanta aprender cosas nuevas" y yo añado si son de la siempre recordada Sevilla mejor.

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  4. Muchas gracias, maestro Du Guesclin, por este ameno paseo por los alrededores de la calle Feria.

    La verdad es que desconocía el origen de estas cuatro cruces. Qué pintoresca debía parecer nuestra ciudad con tantas cruces hace siglos.

    Lo dicho, Felicidades por esta magnífica entrada.

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  5. Una alegria pasar por aquí para tomar nota de la historia de esta Sevilla tan de nosotro...

    Un saludasso.

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  6. De verdad, querido amigo, que agradezco profundamente cada una de tus entradas, de las que tanto aprendo. Por momento me llegan a embelesar estas narraciones tuyas.
    Cada blog que visito me da algo distinto. Yo, al tuyo, vengo siempre a aprender. Y eso, ya te digo, no puedo más que agradecerlo.

    Un fuerte abrazo.

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  7. YA TE LO HAN DICHO TODOS LOS DEMÁS PERO AHORA TE LO DIGO YO: GRACIAS POR OFRECERNOS ESTE BLOG LLENO DE CURIOSIDADES Y DE HISTORIA. HAY COSAS DE LAS QUE NO TENÍA NI IDEA. SEGUIRÉ PASÁNDOME POR AQUÍ Y APRENDIENDO. BESOS PARA TÍ Y PARA TU PAPI.

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  8. Ya ves que cada cosa tiene su significado en el tiempo. Magnífica esta entrada sobre las cruces. Ojalá y tuviéramos el suficiente tiempo en la vida para conocer el porqué de todas y cada una de las cosas que nos rodean.

    Un abrazo

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  9. Una pregunta que tengo una duda ¿La Cruz del Garfio, es también la llamada Cruz del Rodeo, que estaba en la entrada de la calle Calatrava, donde está la actual Capillita del Carmen?.
    De las otras cruces, a decir verdad, no tenia ni idea de que existian.
    Muy agradecido por tus informaciones y es un placer el leerte. Alberto.

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  10. Jo, y que nunca pensé que la Calle Cruz Verde tenía un nombre tan obvio…
    Por cierto, no tiene nada que ver, pero una de mis coplas preferidas es Dos cruces, así que esto me gusta doblemente, jejeje
    Kisses General

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  11. Se puede decir que en Omnium Sanctorum están clavadas cuatro cruces y que gracias a este blog no están en el monte del olvido.

    Saludos.

    p.d: te doy un toque por aquí del tema email ;-)

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  12. Espero que ese paseo haya sido gratificante, Luz de Gas.

    Gracias a ti por estar ahí, Rosalía.

    Lo malo, América, no es que no sepamos reconocer esas señales, lo malo es cuando es imposible reconocerlas por el estado en que se encuentran. Pero bueno, siempre tiro al mismo sitio, jeje.

    Pintoresca y quizás algo tétrica, Duende del Sur, con tantas cruces, retablos... como para perderse por las callejas una noche... Aunque vamos, yo me perdería y con mucho gusto.

    Gracias por este paseo, amigo Moe.

    Es todo un placer, tanto como leer las historias que cuentas en tu blog, Juanma.

    Se los daré, Fango; y ya sabes, aquí tienes tu casa.

    Sería maravilloso Verdial, hay tantas cosas desconocidas a nuestro alrededor...

    No se trata de la misma cruz, Alberto; la del Rodeo, que como bien dices estaba donde hoy la capillita del Carmen, se llamaba así porque en ella se celebraban Via Crucis, estando mas enfocada al uso de humilladero. Los Via Crucis por lo visto se hacían dando vueltas alrededor de la misma, de ahí su nombre.

    No soy muy ducho en esto de la copla, Gata Roma, pero me fío de tu gusto, así que no descarto escucharla. Es mas, a ver si en deezer encuentro algo, ya por curiosidad.

    Saludos.

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  13. Hemos publicado a la vez, zinquirilla, jeje. Por cierto, la noche va de coplas, buena cosa. Ya hablamos de las Aguzaderas, mil perdones pero en breve tendrás noticias.

    Saludos.

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  14. Inetersante tu entrada. Te felicito, una vez más por la labor divulgadora que haces. Precisamente estos días he estado en el Mercado y la Parroquia de la calle Feria en varias ocasiones, incluso descubrí cosas que no conocía, sin embargo no reparé en las cruces a pesar que una de mis manías, cuando grabo o fotografío, son las espadañas, veletas y cruces, ese día no llevaba cámara.
    Ayer, para que sepas el interés que inculcas con tus entradas, descubrí que el edificio-palacio,antes sede de la Diputación, hoy Casa de la Provincia, en su fachada está presidido por una cruz. ¿Te has percatado de ello?.
    No he olvidado tu consulta.
    Saludos.
    Doria

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  15. Interesante, como siempre. Sabía de que allá donde te encontaras una cruz de forja había enterrados por la peste.
    Santa Catalina tiene una cruz muy bonita, y olvidada, como todo en ella.

    Gracias por tus textos, se aprende mucho contigo.

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  16. Pues no me había dado cuenta de la existencia de esa cruz, Doria; a ver si este fin de semana me doy un paseo por allí y de camino me paso por las catas del Patio de Banderas.

    Y parece que sigue olvidada, dama, porque siguen sin ponerse de acuerdo ni mover un ladrillo. Espero no ser agorero, pero queda Santa Catalina para rato...

    Saludos.

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  17. Genial amigo Sergio. Lo de la Cruz Verde me ha encantado, no tenía ni idea.

    La Cruz de Caño Quebrado, fue la dió origen a la Hermandad de La Soledad San Buenaventura ¿no?

    Muy interesante la distinta función de estas cruces, curiósamente alguno alejado de su simbolismo religioso.

    Una clase magistral como tantas otras.

    Un fuerte abrazo

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  18. Hasta donde yo sé, la Cruz del Rodeo de la hermandad del Carmen de Calatrava es la que denominan como "Garfio"...no entiendo este texto... ¿y la del Rodeo?

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  19. Eran distintas, anónimo. La Cruz del Rodeo era un humilladero que se encontraba donde hoy la Capilla del Carmen del Calatrava (creo que también se llama o está allí la capilla de la Santa Cruz del Rodeo) mientras que la Cruz del Garfio estaba en la calle Peris Mencheta y estaba enfocada a un uso comercial, concretamente el peso del carbón.

    Saludos.

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  20. La historia es nuestra sangre, nuestros orígenes, pero en estos tiempos que corren los euros son los primeros que hacen olvidar la historia y los vestigios heredados de cada familia.
    Creo que esa venta es de propiedad privada, lo cual depende del dueño venderla, y si no le interesaba lo que le daban es porque el ayuntamiento no pagaría mucho, y ahora menos con la crisis. Tengo oido que sigue en venta, y la he visto más cuidada que hace algún tiempo, si fuera monumento de interés cultural o algo así se hubieran preocupado las competencias oportunas de su resturación y mantenimiento, pero tampoco está catalogada como tal, y los vecinos les da igual tirarla o conservarla por lo que se escucha, lo que quieren es quedarse con ella? por la cara?, pues apoyo al dueño para que no la malvenda, nadie vendería a dos reales una herencia de familia de tantísima historia.

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