El repiqueteo de la lluvia en el alféizar de la ventana durante toda la noche era un mal presagio de los derroteros por los que iba a discurrir el resto del día, aunque es verdad que siempre queda un atisbo de esperanza, un salvador claro en el Aljarafe que, por desgracia, casi nunca hace acto de presencia.
Para entonces llevaba poco mas de una hora dentro del Santuario. Casi nada…
Porque una hora delante del Señor de la Salud y de la Virgen de las Angustias da para mucho.
Desde poner en orden mis ideas, confusas por naturaleza, hasta un repaso por estos últimos tiempos tan turbulentos y atípicos que sobrellevo como buenamente puedo; todo tiene cabida en “esa hora” tan necesaria que, dicho sea de paso, casi nunca consigo arañar a mi agenda.
Dentro del templo se respiraba ambiente de día grande. Los ojos irradiaban un brillo especial, ese brillo que sólo tienen aquellos que de niños se “sollaron” alguna vez las rodillas en la “rampla” del Salvador.
Y es que al fin se acercaba ese momento tan esperado los últimos meses, ese anticipo del azahar y del incienso, el adelanto de esa semana por la que bien merece la pena esperar todo un año.
Las paredes encaladas del barrio de San Román, los naranjos de Doña María Coronel, las voces silenciosas de las Hermanas de la Cruz, la brisa de la calle Imagen, la lejana silueta de la Giralda, la estrechez de la calle Francos, la siempre incómoda Cuesta del Rosario, las mil revirás por las callejas de la vieja morería, el verde palio de los árboles de San Pedro, la interminable recta final hasta las puertas del Santuario….
Todo estaba preparado y dispuesto. Pero no quiso. No quiso dejarla sola.
Algunos pasos por detrás, en su altar oro y celeste, lo contemplaba.
Siempre en segundo plano, con ese semblante tierno de madre y de hermana; con esa mirada certera que desnuda los sentimientos más profundos y escondidos; con esa belleza morena que es capaz de reconfortar las noches mas atormentadas con su simple recuerdo.
No llevaba andas ni parihuelas. No había cirios blancos ni pétalos de flores en los balcones de la calle Verónica. Se quedaría allí, esperando, en silencio.
Pero él no podía dejarla sola. Y no quiso.
Como tampoco quiso que mi padre, por vez primera en mi vida, dejara de acompañarme en esos primeros metros que se hacen tan pesados al salir de la Catedral. Sólo una palabra retumba en mi cabeza: Salud… Y gracias.
Y al final no se salió. No merece la pena buscar motivos. No es justo ni necesario: simplemente no quiso. Y punto.
Ya llegará el Jueves Santo, ya vendrá la madrugá, esa noche en la que no se sueña porque en sí es un sueño, esa promesa hecha realidad año tras año; y esta vez sí que estaremos todos. Seguro.
'Que no se haga mi voluntad sino la tuya, Padre'
ResponderEliminarSi no ha querido, por algo es...
Un abrazo,
E. Morillo
Estamos en la dulce espera y se nos ha negado el anticipo de presenciar al Hijo de Dios por las calles de Sevilla.
ResponderEliminarNo importa, nuestra fe nos ayuda a perseverar.
Saludos.
Me acordé de ti y me lo imaginé, con la ilusión que tenías.
ResponderEliminarUn abrazo General
Al igual que Luz de Gas, me acordé de tí, de todos vosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Solo me queda mandarte un abrazo. A veces vienen las cosas así y hay que aceptarlas.
ResponderEliminarMe quedo con tu mensaje de Salud, ojalá inunde todos los rincones.
Un fuerte abrazo!!
Nos hemos quedado con muchas ganas. Siempre está ahí pero necesitamos cruzárnoslo por la calle. Por que es así.
ResponderEliminarAntonio
Dios escribe derecho pero con renglones torcidos. Anónimo.
ResponderEliminarAntonio (El Callejon de los Negros),te lo cruzas quizás infinidades de veces al dia, cada vez que pasa alguien extraño a tu lado, puede ser El.
ResponderEliminarDesde luego amigo EL NO SALIO...NO HABRÁ SALIDO, pero desde luego: NO SALDRÁ NUNCA de nuestros corazones. Esa es la única realidad. Ahora si puedo llamarte, hermano.
ResponderEliminarA veces las cosas hay que tomárselas como vienen. Un besito.
ResponderEliminarAnónimo, seguramente.
ResponderEliminarAntonio
La verdad es que tenia una especial ilusion en verlo por las calles de Sevilla. Habrá que esperar a la madrugá, intentare ir a verlo a su casa antes de que llege semana santa.
ResponderEliminarUn abrazo
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ResponderEliminarBonitas palabras para una Madre. Se las merece, ya sabes que así lo pienso.
ResponderEliminarMe quedo con la larga charla que pude tener con Ellos antes de que el santuario se llenara de gente y me quedo con el café que la malajá de la lluvia hizo que pudiéramos tomarnos.
P.D: espero que volvamos a vernos pronto, a ver si hago la propuesta y sale adelante.
Pues la verdad es que en casa nos acordamos los dos mucho de ti. Sabíamos que estarías allí.
ResponderEliminarLo sentimos como si de nuestros titulares se tratara.
Un abrazo, amigo.
Una verdadera pena amigo Sergio. También me acordé mucho de ti ayer, pero como han dicho por ahí, ya llegará esa noche mágica para que Nuestro Padre Jesús de la Salud y Nuestra Señora de las Angustias se paseen por las calles de Sevilla.
ResponderEliminarHasta entonces Salud. Siempre Salud. Que no nos falte nunca...
Un abrazo.
Mi General, ahora mismo tengo un nudo en la garganta y un brillo en los ojos.
ResponderEliminarVoacé, hombre de ciencia en arquitectura y sabio en las huellas de la Historia de nuestra ciudad, ha demostrado con esta entrada que puede tratar cualquier estilo. Escribir cualquier cosa.
La genialidad es propia de aquel que no alardea de ella.
Magnífica entrada que revela tu capacidad para escribir de cualquier forma.
No quiso. Él no quiso. Por algo sería.
Un abrazo muy grande amigo.
Una pena. Pero como se dice siempre en estos casos (que por desgracia en mi caso son muchos en los últimos tiempos), la verdadera penitencia está en el no salir. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy emotivo el post y los sentimientos que te despertaron ver a la Madre.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha sorprendido muy gratamente "tus maneras" de cofrade machadiano y riguroso.
ResponderEliminar¿Confuso?. Seguro, tan solo están los necios, Du.
Recuerda; ¡Cuando marzo mayea...! Esta suspensión el 2º día de marzo es la garantía de que tendrás tu ansiada madrugá.
Saludos.
Doria
cuanto arte para describirnos el devenir de un dia pasado por agua!
ResponderEliminarSigue asi poeta!
Esa iglesia me trae recuerdos porque era la capilla de mi colegio.
ResponderEliminarYa estamos de regreso!,estupenda rato pasamos,espero llegue tal como dices ese maravilloso día,preciosa entrada que disfrutare con mas calma en cuanto pueda al igual que tus ultimas publicaciones.
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