28 de julio de 2013

La Cruz de Bécquer


Cuando yo tenía catorce o quince años y mi alma estaba henchida de deseos sin nombre, de pensamientos puros y de esa esperanza sin límites que es la más preciada joya de la juventud; cuando yo me juzgaba poeta […] y todos mis cantores sevillanos, dioses penates de mi especial literatura, me hablaban de continuo del Betis majestuoso, el río de las ninfas, de las náyades y los poetas, que corre al Océano escapándose de un ánfora de cristal, coronado de espadañas y laureles, ¡cuántos días, absorto en la contemplación de mis sueños de niño, fui a sentarme en su ribera, y allí, donde los álamos me protegían con su sombra, daba rienda suelta a mis pensamientos y forjaba una de esas historias imposibles, en las que hasta el esqueleto de la muerte se vestía a mis ojos con galas fascinadoras y espléndidas!
Yo soñaba entonces […] que la ciudad que me vio nacer se enorgulleciese con mi nombre, añadiéndolo al brillante catálogo de sus ilustres hijos, y cuando la muerte pusiese un término a mi existencia, me colocasen para dormir el sueño de oro de la inmortalidad, a la orilla del Betis, al que yo habría cantado en todas magníficas, y en aquel mismo punto donde iba tantas veces a oir el suave murmullo de sus ondas. 
Una piedra blanca con una cruz y mi nombre serían todo el monumento.

Gustavo Adolfo Bécquer, "Desde mi celda, Carta 3" 


Gustavo Adolfo Bécquer

23 de julio de 2013

Tradiciones Sevillanas: la Rosa o al Poyetón


Parece ser que antaño no estaba muy bien vista la soltería.
Nuestros mayores consideraban poco menos que una desgracia no contraer matrimonio y ver pasar la vida sin otra compañía que la soledad, si acaso algún gato o un jilguerillo cantarín. 
Para evitarlo, las muchachas (sobre todo) recurrían a todo tipo de tretas y artimañas con el fin de conseguir ese ansiado marido que estaría a su lado en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza... o donde hiciera falta. Al menos sobre el papel. 

José García Ramos
Cortejo Español - José García Ramos (1885)
Museo Carmen Thyssen de Málaga

16 de julio de 2013

El Indio de San Nicolás


Un inmenso gentío se agolpaba en los alrededores de la Puerta de Minjoar, de la Carne como la llamaban algunos, aquella mañana del 31 de Marzo de 1493.
Era Domingo de Ramos, fecha señalada en el calendario sevillano, pero no tenía nada que ver con la algarabía incontenible que parecía haberse adueñado de la ciudad. 
No en vano, la procesión del Lignum Crucis de la Vera Cruz, que desde hacía pocos años se venía celebrando en el Convento de San Francisco, así como el resto de eventos religiosos que tenían lugar esos días, eran demasiado solemnes y respetuosos como para permitir el estruendoso griterío que llegaba hasta los confines de la misma Alfalfa

Puerta de la Carne
Puerta de la Carne, también llamada de Minjoar

7 de julio de 2013

Los Caballos de los Huntington



Monumento al Cid Campeador en Buenos Aires
Imagen: wrighton.com

Recortándose en un horizonte limpio y claro, don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, cabalga impetuoso a lomos de su corcel, Babieca, al tiempo que eleva un pendón con su brazo derecho y vuelve el rostro, como arengando a un ejército a punto de entrar en combate.
Seguramente la estatua les resulte familiar, de hecho la habrán visto cientos de veces, quizás todos los días, e incluso se citarán en ella con su pareja, sus padres o sus amigos de vez en cuando. Pero no se equivoquen, no estamos en la Avenida del Cid, ni en Sevilla, ni siquiera en Europa...
Hay miles de kilómetros por medio, océano incluido: este Campeador está en el centro de Buenos Aires, en Argentina, y es una de las cinco estatuas hermanas de nuestro popular Caballo que se encuentran repartidas por el mundo.