26 de diciembre de 2011

De una historia perdida



Deméter, hija de Cronos y de Reo, diosa de la tierra cultivada y madre de los cereales.
Al ser raptada su hija Perséfone por Hades, la diosa Deméter abandonó su función fertilizadora y la tierra se volvió estéril.
En consecuencia, Zeus para apaciguar la ira de la diosa, consiguió un pacto: que Perséfone repartiera el año entre se madre y Hades.
Deméter aceptó, pero prometió que nada crecería durante el tiempo que su hija estuviera ausente. Este período es el Invierno.
Mitología Romana.

Esta historia podía leerse hasta hace muy poco en un mural cerámico situado en una pared de La Florida, cerca de la Puerta de Carmona. Ya no.
Algo se intuía la Primavera pasada cuando, coincidiendo curiosamente con lo que sería el abandono de los reinos del inframundo por parte de Perséfone, cayeron al suelo los primeros azulejos.
Conforme pasaba el tiempo la leyenda se transformaba en un puzzle que perdía sentido a la vez que se despegaban sus piezas, volviéndose poco a poco menos inteligible.
Hasta que una mañana cualquiera de un día cualquiera el mural desapareció en su totalidad, quedando en su lugar una capa de pintura blanca, silenciosa y muda.


No quedó ni rastro de Perséfone ni de la Primavera.
Alguien parecía haberse aliado con Hades y el Invierno para no recordar nunca más que la hija de Deméter debería volver cuando las noches del mes de Marzo se acortaran hasta durar tanto como el día.
Alguien que seguramente habrá retirado los azulejos por motivos de seguridad, estética o por simple lógica, ya que a nadie parece haberle importado.
Sea como fuere, las calles de Sevilla tienen ahora una historia menos que contar.
Otra...


14 de diciembre de 2011

Lo normal....

Lo normal es, con la que está cayendo, que un comercio no tenga más remedio que echar el cierre.
Lo normal es, si surge la oportunidad, anunciar su traspaso en el mayor número de sitios e idiomas posible.
Lo normal es, viendo que a los chinos la crisis no parece afectarles, hacer todo lo posible para que compren el negocio.
Lo normal es, si se tiene un buen traductor, poner un anuncio en su idioma, aunque no se sepa lo que dice.
Y lo normal es, aunque sólo se escriba una palabra en español, que tenga faltas de ortografía.
Es lo que hay.

11 de diciembre de 2011

El pony Tapón

Desde hace unos días el pony Tapón vive junto a su familia en un pequeño pesebre instalado bajo la Seta Sur de la Encarnación.
Una mullida base de heno y paja cerrada por un entablado de maderas es el hogar provisional de este simpático caballito manchado que apenas se eleva 50 centímetros del suelo; un hogar apacible y tranquilo, al menos hasta que algún niño paga los dos euros de rigor que cuesta el paseito alrededor de la Plaza.
Es entonces cuando Tapón, siempre detrás de su madre, abandona el pesebre a pasito lento y parsimonioso, como si quisiera acariciar una a una todas las baldosas grises que encuentra en su camino.


Su cuerpecito tierno y regordete como un peluche no deja indiferente a nadie: ni a los niños que giran en la noria color rosa y blanco situada junto al inmenso magnolio que algún funcionario municipal con mas dotes de carnicero que de jardinería ha dejado en los huesos; ni a los chavales que guardan cola en el puestecillo de buñuelos para endulzarse la tarde en pareja; ni al grupo de amigos que hace un inciso en las compras navideñas tomando café en los veladores del Spala; ni siquiera a los que, simplemente, están de paso hacia La Campana.
Porque se puede estar de acuerdo o no con la presencia de estos ponis en la Encarnación, con su uso comercial, con esas vueltas y vueltas alrededor de la plaza para disfrute de los niños; surgirán pensamientos dispares, juicios, valoraciones, principios, lo que sea…pero es innegable que Tapón, nada mas aparecer, pone una sonrisa en el rostro. A todos.
Y no una sonrisa cualquiera, sino una sonrisa parecida a la de cuando éramos niños y teníamos la mirada clara, inocente, limpia, antes de que llegaran los problemas, las preocupaciones, antes de que todo se volviera oscuro, anguloso, de que las cosas empezaran a tener dobles sentidos, triples sentidos, recovecos, giros…
Así que, aunque sólo sea por un instante, ese que discurre entre los actos de de ver y pensar, me alegro de haber recuperado esa mirada, de haber retrocedido hasta la infancia, de rescatar ese niño que una vez fui, ese niño que esperaba con ilusión la llegada de la Navidad, ese niño que hoy tanto disfrutaría caminando al lado del pony Tapón.


4 de diciembre de 2011

Las luces de la Navidad

Durante las próximas semanas la noche será un poco más corta en algunas calles de Sevilla.
Miles de bombillas ponen desde el viernes luz y color al oscuro cielo invernal, a estos tiempos tan difíciles y, por suerte, a nuestra propia vida.


Luces de Navidad que merece la pena ver, sobre todo en espacios abiertos como la Avenida, aunque solo sea por disfrutar con la sonrisa que se esboza en la cara de los más pequeños; una sonrisa inocente, una sonrisa de asombro y, sobre todo, una sonrisa de ilusión, eso que ahora mismo tanta falta nos hace…


1 de diciembre de 2011

Lo que no se llama en Sevilla....


Dicen que cuando el Rey don San Fernando conquistó Sevilla los musulmanes intentaron destruir la Giralda para evitar que cayera en manos cristianas. Se cuenta que entonces su hijo Alfonso, ya con maneras de Sabio, logró salvarla bajo amenaza de ajusticiarlos "a golpe de espada" si quitaban "una sola piedra".
Eso fue en el siglo XIII; hoy día, con la mentalidad de nuestros políticos, seguramente se demolería sin contemplaciones para ajustarla al modelo de ciudad del gobierno entrante. Eso si el PGOU de turno, la UNESCO, el Tribunal Supremo y los vecinos de aledaños hubieran permitido su construcción, claro.
No en vano, en menos de 20 años Sevilla ha sido Ciudad Universal, Ciudad Olímpica, ciudad de las personas y ahora ciudad de los flecos y volantes, ya que hasta en el cartel de la Cabalgata sale una niña vestida de gitana.
Su personalidad parece estar condenada a transformase cada vez que hay un cambio de siglas en el Ayuntamiento, momento en que se trata de meter con calzador un nuevo modelo de ciudad a la medida y hechuras del partido vencedor.
Y eso, creo, es insostenible y no lleva a nada, porque una ciudad que aspire a tener una imagen definida no puede cambiarla cada 4, 8 o 12 años. No es creíble ni serio ni soluciona sus verdaderos problemas, los que sufren y padecen sus habitantes en el día a día.
Más aún si ese nuevo modelo, como suele suceder, reniega del anterior y prácticamente lo deja abandonado a su suerte; basta recordar la desaparición de media Expo, un Estadio Olímpico usado apenas como sala de conciertos o, como hemos visto estos días, el "aprovechamiento" de una estructura de 120 millones de euros como porche para coches.

Imagen vía @mavazquezb

Pero no hay que irse a las líneas maestras de la gestión municipal o a las grandes inversiones para comprobar este proceso de “transfiguración hispalense”; el ejemplo lo estamos viviendo estos mismos días con una nueva escenificación en su versión lúdico-festiva.
Y es que el Solsticio de Invierno de los últimos años ha recuperado su antiguo nombre, vídeo de réplica incluido, gracias a las gestiones del Consistorio: “En Sevilla…. se llama Navidad”.
Todo perfecto, nueva batalla dialéctica, guerra semántica, basura para un lado, basura para otro y todos a justificarse con los “y tú más” correspondientes.

Lo que pasa es que uno ya empieza a estar harto de tanta tontería, de tantos nombres, de tantos modelos; yo quiero que me digan como se van a llamar las estaciones de las líneas 2, 3 y 4 del Metro, que iba a ser "de primera"; o el nombre de las barriadas donde se construirán viviendas sociales con el nuevo plan que sustituirá al anterior, que ya no vale; o como puedo entrar al Centro con el coche, que con tantos cambios e improvisaciones da miedo cogerlo.
Ya está bien de tirar balones fuera, de debatir sobre el sexo de los ángeles o de los soviets, me importa un bledo, quiero soluciones.
Porque en Sevilla ahora se llama Navidad, pero hay tanto o más paro que cuando se llamaba solsticio de Invierno, y sigue siendo una aventura la movilidad en hora punta, y los gorrillas controlan las calles, y se forman atascos kilométricos en la SE-30 cuando caen cuatro gotas....
Y lo peor de todo es que la historia vuelve a repetirse como en un bucle infinito: distinto modelo de ciudad, los mismos problemas y los errores de siempre.