29 de octubre de 2011

Marta: sentimiento y carroña

A la vista de la asquerosa vuelta de tuerca que esta noche, con la subvención como viene siendo habitual de Telecinco, dará el circo mediático montado alrededor de la desaparición de Marta del Castillo, traigo este sencillo homenaje que cubre la pared de un parquecito sevillano.
Un homenaje hecho para recordar, para que Marta nunca caiga en el olvido, para que siempre esté presente, viva.
Un homenaje que se enfrenta con colores a las palabras vacías de políticos consecuentes mientras el sufrimiento de la familia les proporcione rédito en las urnas; un homenaje que antepone sentimiento frente a la voracidad carroñera de unos medios de comunicación ávidos de morbo y share. Un homenaje sincero, sin otra finalidad que eso, homenajear a una amiga.


Mañana una audiencia de varios millones de telespectadores habrá dado la razón a los Paolo Vasile, Jordi González y demás iconos del periodismo patrio que esta noche, como cuando las llamas de la Inquisición quemaban brujas y herejes, linchará mediáticamente a una señora cuyos escrúpulos parecen ser inversamente proporcionales a los miles de euros que ya habrán engrosado su cuenta corriente.
Y todo en nombre de una nueva forma de hacer periodismo cuyas bases han dictado ellos mismos para justificar su falta de principios a la hora de rentabilizar el dolor y las miserias humanas.
Una nueva forma de hacer periodismo que, según marcan los audímetros, parece ser la que más interesa en los tiempos que corren a este bendito país de charanga y pandereta. Así nos va.



23 de octubre de 2011

Las puertas de ISA


Seguimos buscando detalles de esa Sevilla olvidada que no sale en los libros de historia ni en las guías turísticas; esa ciudad que pasa desapercibida y languidece sin que apenas se repare en ella.
Hoy damos el salto hasta San Jerónimo, a la nueva Avenida que, sobre lo que antaño fueron las vías del tren, separa la vieja zona fabril de las modernas edificaciones de Torneo Parque Empresarial.
Allí, rompiendo la monotonía de la larguísima tapia que cierra las instalaciones de FASA Renault, se alza una bellísima y monumental portada de estilo neomudéjar entre jaramagos, escombros y las inevitables pintadas.
Formada por tres cuerpos labrados en ladrillo visto, enmarca el central, de mayores dimensiones, un arco ojival mientras los dos laterales presentan forma de herradura.
Si añadimos paños de azulejos similares a los que adornan muchos de los edificios de Aníbal González, almenas que parecen inspiradas en el mismísimo Costurero de la Reina amén de otros elementos propios del lenguaje arquitectónico que embelleció la Sevilla del primer tercio del siglo pasado, se nos hace difícil imaginar qué hace una portada con tales características en un paraje tan alejado de las zonas en que arquitectos y promotores dieron rienda suelta al regionalismo.


Para responder a esta pregunta hemos de retroceder hasta finales de los años 30, a una Sevilla arruinada por la Guerra y asfixiada por las deudas económicas adquiridas durante la Exposición Iberoamericana.
Para tratar de sacar a la ciudad de la profunda crisis en que se hallaba inmersa se decide potenciar el sector industrial, principalmente la aeronaútica, en pleno auge por el extraordinario desarrollo que había alcanzado la aviación y la creciente demanda de piezas y maquinaria por parte de los países europeos inmersos en la Guerra Mundial.
Así Sevilla ve levantarse el Aeropuerto TransOceánico de San Pablo mientras en las históricas huertas que desde la antigüedad daban forma a su periferia son implantadas las fábricas de empresas como la Hispano Aviación, CASA o la misma ISA, que se instalará en la zona Norte, más allá de las tapias del Cementerio de San Fernando, junto al histórico barrio de San Jerónimo, en el famoso Empalme.
Era éste el punto en que se enlazaban las líneas ferroviarias de Córdoba y Cádiz, un nudo de comunicaciones bastante importante para la época, en cuyos alrededores se habían establecido bastantes industrias, una refinería, además de zonas residenciales para los obreros, como las casas de la MZA.
Comentar que la aeronáutica era toda una novedad dentro del "escueto" tejido industrial hispalense, que tradicionalmente se basaba en fundiciones, corcheras y fábricas alimenticias.
Las nuevas instalaciones de ISA demandarán electricistas, técnicos, peones, mecánicos, obreros que desde Sevilla y alrededores franquearán todas las mañanas el arco ojival de la monumental portada que la empresa labrará frente a las mismas vías del tren.


Pero las bases de ISA eran débiles, limitadas, y la inversión inicial no se refuerza ni se mejora, con lo que en poco tiempo la industria queda anticuada, perdiendo competitividad. La demanda cae y para su subsistencia no queda mas remedio que diversificar la producción con ciclomotores, bicicletas o cajas de cambio.
Hasta que en 1966 el grupo Renault compra la totalidad de la empresa, cuyas naves e industrias son progresivamente demolidas de forma que a mediados de los años 80 prácticamente no queda ya nada de lo antiguo en pie.
Únicamente se mantendrá la portada neomudéjar, aunque no tendrá uso ya que la nueva entrada se realizará por Medina y Galnares, quedando como un simple adorno de la tapia que cierra la fábrica.


Hasta nuestros días….
A las viejas puertas de ISA ya no llega el tren, ni los obreros… por no llegar casi no llegan ni los recuerdos, ya que durante el buen rato que estuve por sus alrededores nadie supo decirme por qué rompían esos arcos mudéjares la monotonía de la tapia blanca.
Todo el mundo parece estar de paso frente a la vieja portada de la fábrica; hasta la misma portada, quizás en espera de ese golpe definitivo que entierre una historia de casi tres cuartos de siglo o que, en el mejor de los casos, alguien al fin le eche cuenta y otorgue su verdadero valor, el de ser una de las pocas joyas que aún nos quedan del cada vez mas exiguo patrimonio industrial hispalense.


16 de octubre de 2011

De todas las Sevillas...


Dicen que Sevilla es uno de los destinos más económicos para viajar, la reina de lo que ahora se llama “turismo low-cost”; pues bien, hoy propongo el “más barato” todavía, el “todo a cien” de los viajes, una visita relámpago en la que usted podrá disfrutar en pocas horas, si el tráfico lo permite, de la oferta cultural al completo que presenta la ciudad.
Calle Mesón del Moro, esquina Mateos Gago, barrio de Santa Cruz, frente a la Giralda. Y olé! Usted se baja del taxi, del autobús o, si tiene posibles, del coche de caballos, camina unos pasitos y en 5 metros toda Sevilla se pone frente al objetivo de su cámara de fotos.

Por orden de aparición, como en las películas, una Virgen, una guitarra, un Se Vende, un cartel de lunares, otro de Cruzcampo y la temporada taurina. Imposible sintetizarlo toda más y mejor: la Sevilla cofrade, la flamenca, la de la crisis, la Feria, la cervecita fresquita y los toros esperándole en fila india.
Solo se tiene que echar la foto de rigor, posar en solitario o acompañado y se acabó, carretera y manta hacia Santa Justa o el aeropuerto: en 2 horitas se ha visto Sevilla, toda Sevilla, todita toda.
O al menos la Sevilla que suele aparecer en los medios de comunicación nacionales; esa ciudad que se echa entera a la calle para celebrar la boda de su duquesa, que roba el protagonismo al mismísimo Mourinho con piques futboleros chistosos y pueblerinos, esa ciudad panderetera de miarmas que hace palmitas a todo aquel que le guiña un ojo con tal de meter la cabeza unos segundos en el programa de Ana Rosa o el informativo de la Carbonero.
Por eso propongo esta ruta típica, tópica y rápida, rapidísima, con la que en un visto y no visto el turista podrá tachar Sevilla de su lista de ciudades por visitar. Aunque claro, siempre habrá alguno que se lleve un disgusto cuando, en el transcurso del viaje, compruebe que los autóctonos no vamos vestidos de bandolero ni las féminas de flamenca, pero bueno, no se puede tener todo en esta vida….


Yo, por mi parte, lo tengo claro: esa Sevilla la regalo. Por cutre, por vacía, por estúpida.
Me quedo con las otras, con las muchas otras Sevillas, con las Sevillas que algunos nunca podrán ver porque están ciegos o no les interesa.

Me quedo con la Sevilla que busca el limonero de Machado tras el cancel del Palacio de Dueñas, no un rostro sacado de la prensa rosa.
O con la que recorre el barrio de Santa Cruz encontrando versos de Ocnos entre esquinas y callejuelas, no delantales de lunares.
Porque hay muchas Sevillas, infinitas, tantas como uno quiera ver. Y sentir.
Hay una Sevilla que te susurra al oído notas de Turina por las bocacalles de la antigua Ballestilla.
Una Sevilla que serpentea entre los adoquines de San Bartolomé siguiendo el sendero que hace siglos, milenios, dejaron unas huellas sefardíes ya borradas por el tiempo.
Una Sevilla que despide en espera de una nueva Primavera a los vencejos rezagados que aún sobrevuelan las cornisas la calle Santa Clara.
Una Sevilla que pone flores a Sor Ángela en el jardincillo de la casa donde aprendió a dar sus primeros pasos.
Y sin haber salido del Centro, sin necesidad de fundir tu sombra con las siluetas que dibujan en el suelo las ramas de los naranjos de Pío XII, sin sumergir los pies en la alfombra de hojas marchitas que estos días desnuda los árboles de la Borbolla, sin ser preso del olor a puchero recién hecho que que invade las calles del Cerro al rondar el mediodía, sin ni siquiera cruzar el Puente


Así que nada, pobre de aquel que, entre todas las Sevillas, las infinitas Sevillas, solo sea capaz de encontrar lo típico y el tópico, el tipo y el arquetipo, la pandereta. Pobre de él, aunque al fin y al cabo es su problema.

12 de octubre de 2011

No digas que fue un sueño... el Telecabina

Hoy, 12 de Octubre, 19 años después de la clausura de la Expo 92, proponemos una visita a la estación abandonada del Telecabina que se encuentra en el Camino de los Descubrimientos, a escasos metros del Pabellón de Marruecos.

No digas que fue un sueño” era uno de los lemas del Quinto Centenario, y al sueño eterno parece estar condenada esta Estación, al menos hasta que la piqueta de turno la mande al limbo en que ya descansan la Plaza Sony, el Palenque y tantos otros emblemas de la Expo que, de haber tenido una gestión medianamente decente, aún hoy podrían ser aprovechados. Basta darse un paseo por Lisboa.


Nada mas llegar nos recibe un surtido de baldosas rotas, mugre y óxido, entre los que se abren las dos cintas transportadoras que en paralelo nos subían o bajaban de la estación; dos cintas transportadoras seguramente muy parecidas a las que hace pocos meses eran propuestas para trasladar a los futuros usuarios del futuro Cercanías de RENFE a la futura Torre Pelli. Curioso que se mire el futuro ignorando el pasado.


Tras los tornos de estas escaleras, perfectamente oxidados y adornados con los cristales reventados de las mamparas del pasamanos, llegaríamos al vestíbulo de espera donde tantas y tantas colas se formaban los días azules.


Como curiosidad, en un pequeño cartel oxidado aún se lee salida hacia la escalinata que nos llevaba a la zona bajo la parada del Telecabina, donde una fuente abandonada entre baldosas mugrientas y descolocadas por el paso del tiempo y la dejadez acentúa la sensación de soledad y tristeza de la zona.


A ambos lados de esta zona de espera, los pasillos de desembarque de los telecabinas, con su pérgola recubierta por una capa de óxido, sus focos fundidos y las mamparas que separaban unos viajeros de otros completamente destrozadas.


Para acabar este paseo a medio camino entre la nostalgia y la tristeza, recortándose en el horizonte, la lanzadera del telecabina, donde se ven los huecos por los que pasaban los cables, hoy completamente vacíos.

Vigilante del abandono, testigo de la dejadez, triste metáfora del estado en que se encuentra la Estación, y es que si una imagen vale más que mil palabras, imposible enumerar cuantos recuerdos


9 de octubre de 2011

Sobre el PER y los PORdioseros


En España hay dos tipos de políticos: los nefastos y los mediocres. Es la conclusión a la que he llegado dada la manifiesta incapacidad que unos y otros están demostrando para, ya no sacar el país de la crisis, sino al menos darnos un mínimo de esperanzas cara al futuro, negro azabache como las noches lorquianas.

Dentro de la selecta nómina que conformarían el segundo grupo, el de los mediocres, aquellos cuyas acciones y decisiones no son nulas ni nocivas para el devenir del país, considero que se encuentra el señor Antonio Durán i Lleida (antes Lérida), un tipo que, al menos, tiene el mérito de hablar bien, que no es poco para la fauna que frecuenta el Palacio de Congresos.

La oratoria del señor Durán i Lleida (antes Lérida) es envolvente, elegante y, aunque no suele decir nunca nada nuevo, tiene la peculiaridad de sorprendernos de vez en cuando con cosas coherentes.

El problema viene con una cierta tendencia enfermiza que tiene a atizar en dirección Sur cuando las cosas le vienen mal, Despeñaperros abajo, concretamente hacia el campo andaluz. Ayer pudimos comprobarlo.

He de advertir que mis conocimientos en materia de economía son básicos, los de agricultura aún más, y ya no hablemos de temas políticos; pero unas simples búsquedas en Google sirven para darse cuenta que lo dicho por el señor Durán i Lleida (antes Lérida) además de una soberana estupidez, es una gran mentira, o mas bien una gran mentira con muy mala leche.

Para empezar uno se sorprende al ver que el PER lo reciben poco más de 150.000 agricultores, lo que representa el 1,8% de toda la población andaluza, esa que ayer este señor calificaba de "sociedad subsidiaria".

Pero la cosa se vuelve cómica cuando comparamos el PER con las subvenciones que reciben otros sectores productivos en otras comunidades autónomasno subvencionadas”. Entiéndase siempre ese “cómico” dentro del contexto de las palabras del señor Durán i Lleida (antes Lérida).

Y entonces comparamos (siempre odiosamente, como toda comparación que se precie) los 200 millones de euros que entre Estado (142,9 millones), Junta de Andalucía (42,8) y Diputaciones (14,2) conforman el total de subvenciones que recibe este año el campo andaluz con los 90 millones que se han asignado al medio rural asturiano o los 60,6 millones que sólo la industria del automóvil obtendrá este año en Cataluña.

Y caemos en la cuenta de que PER hay en todos los sitios, solo que con diferentes nombres y apellidos.

Y, lo peor de todo, caemos en la cuenta de que todas esas subvenciones: las de los agricultores andaluces, las de los ganaderos asturianos, las de los obreros catalanes o las de los pescadores del Cantábrico, son ahora mas necesarias que nunca gracias a la gestión nula y desastrosa de la crisis que han hecho políticos como Durán i Lleida (antes Lérida) con sus decisiones e indecisiones, que nos ha llevado a todos a la penosa situación actual.

Porque, señor Durán i Lleida (antes Lérida), entre la bajada del consumo y de los precios, la subida del IVA, de los carburantes, etc.. a muchos agricultores les sale mas barato dejar pudrirse la cosecha antes que recogerla. Lo último lo digo con conocimiento de causa.

Que hay gente que se aprovecha de las subvenciones, claro. Pero precisamente un político es el menos indicado para dar lecciones de moralidad; y menos sin haber dado antes explicaciones de todo lo que está pasando, ha pasado y tiene que pasar.

Así que, señor Durán i Lleida (antes Lérida), antes que actuar como un PORdiosero y encender su ventilador delante de la basura para conseguir un mínimo de rédito, mendigar cuatro aplausos con los que alimentar su escuálido ego y tapar su incapacidad manifiesta para resolver los problemas de los ciudadanos que le van a dar un sueldo vitalicio, aporte soluciones, que las necesitamos.

Y si no está capacitado para ello, al menos cállese, aunque solo sea por respeto.

2 de octubre de 2011

La Fábrica de Sombreros: ¿Arte o Gamberrismo?


A la antigua
Fábrica de Sombreros de la calle Heliotropo le han sacado los colores.

Este edificio abandonado, construido hace casi 100 años por José Espiau, el mismo arquitecto del Hotel Alfonso XIII o de la Adriática, se había convertido en un símbolo estos últimos años dependiendo de donde soplara el viento: para unos de la dejadez y desidia de la ciudad con su escaso patrimonio industrial; para otros de la lucha social frente a la especulación urbanística; aunque hay que reconocer que para la gran mayoría simplemente es un desconocido.

Ante esta situación de abandono, uno o varios artistas, servidor no lo sabe, han realizado varios murales y trípticos en las paredes de la vieja fábrica que podrían catalogarse de “excepcionales” si se comparan con la plaga de pintadas y graffittis que asola la práctica totalidad de las calles sevillanas.

¿Arte urbano o gamberrismo? Juzguen ustedes.







En mi opinión, si estas pintadas estuvieran en la plaza de Santa Marta sería el primero en colgar al autor por la parte mas preciada de su anatomía, que él decida cual; pero estamos hablando de un lugar completamente abandonado que seguramente está aún en pie porque la crisis inmobiliaria no le da salida, ya que su suerte está echada.

Sin ir mas lejos el amigo Mode Ortiz colgaba hace poco en la página que el blog tiene en Facebook la imagen de la Fábrica de Sombreros que otro grande de la arquitectura regionalista hispalense, Antonio Arévalo Martínez, construyera por los años 20 en la calle Arroyo.

Hoy solo queda la fachada, ya que el resto fue demolido para construir un residencial con piscina. Idéntica suerte correrá a buen seguro la Fábrica de Vidrios de la Trinidad.

Así pues, ante el abandono por parte de los dueños, la desidia municipal y los deterioros propios de un edificio vacío con más de 100 años de historia que, posiblemente, será derribado si no hace antes su trabajo la ley de la gravedad, prefiero el colorido de estas pintadas a las ventanas tapiadas y los cristales rotos.