Volvemos a poner en estas Sevillanadas nuestra mirada en la Giralda, esta vez con objeto de indagar acerca de las causas que pudieron llevar a su construcción y los criterios artísticos que se siguieron durante la misma.
Para ello realizaremos un largo viaje a través de las montañas del Alto Atlas marroquí en busca de Tin Mal, una recóndita aldea donde se levanta orgullosa una mezquita que, a simple vista, bien podría pasar por un castillo gracias a las esbeltas murallas que la rodean, recuerdo sin duda de otros tiempos belicosos e inciertos.
Una mezquita simple y sobria, sin apenas adornos ni ornato, cuya sencillez compositiva únicamente altera el imponente alminar que se adelanta del muro que la cierra, como si intentara llamar la atención, lo cual estaría totalmente justificado no en vano fue el modelo a seguir por todos los alminares construidos durante el Imperio Almohade.
Mezquita y alminar de Tin Mal Fuente: http://www.moroccoembassybangkok.org |
Tin Mal fue la ciudad santa de los almohades, de hecho allí está enterrado el fundador de esta corriente religiosa, Abd Allah Ibn Tumart, el “enviado de Dios”, uno de los personajes mas fascinantes del mundo árabe.
Nacido a finales del siglo XI, se cuenta que era un joven piadoso educado en el rigor de la doctrina musulmana, razón por la cual estaba hastiado de la decadencia y corrupción en que se hallaba sumido el imperio almorávide, por aquel entonces dueño y señor de los territorios que abarcaba el Islam en Occidente, Al Andalus incluido.
Ibn Tumart buscaba la verdad, o al menos una verdad distinta a la que veía a su alrededor, y por ello comienza una larga peregrinación que le llevará a visitar los grandes centros religiosos y teológicos de Al Andalus, el Magreb, La Meca e incluso la lejana Persia.
El Imperio Almorávide - Fuente: Wikipedia |
Con las ideas claras regresa a sus montañas para predicarlas, y muy claras deberían estar porque al momento le siguen incondicionalmente los bereberes del Atlas, que a sus órdenes se sublevarán en 1125 contra los poderosos almorávides.
Era ésta una empresa difícil pero no imposible, ya que el grado de descontento del pueblo hacia los gobernantes era bastante grande, algo que Ibn Tumart comprueba rápidamente al ver como sus seguidores se multiplican a una velocidad de vértigo, viéndose obligado a establecer un centro de operaciones para coordinar sus acciones.
Y así nace Tin Mal, la ciudad en la que fijará su residencia y que de inmediato será considerado lugar sagrado por sus seguidores, que recibirán el nombre de almohades, derivación de al muwahid, Islam unitario o unificado, uno de los objetivos de las enseñanzas que predicaba el ya proclamado “enviado de Dios”.
Tin Mal - Fuente: Wikipedia |
Pero poco tiempo dura Ibn Tumart al frente de su aventura, ya que en 1128 fallece en la propia Tin Mal, donde recibirá sepultura dentro de una mezquita mandada a construir por su discípulo aventajado y a la postre sucesor, Abd al-Mumin.
Una mezquita sencilla, sin apenas decoración, en la que sobresalía un bello alminar realizado en materiales austeros extraídos prácticamente del mismo terreno en que se levantaba.
Esta sobriedad y simplificación estética en la que únicamente se permite la decoración a base de figuras geométricas o pequeños paños de sebka, será desde este momento la principal característica del arte almohade, fijando las bases tipológicas de todas las construcciones que a partir de entonces llevarán a cabo, entre ellas la Giralda.
Encontramos de esta forma en una aldea montañosa del Alto Atlas el primer referente o modelo del alminar que más de medio siglo después el mismo nieto de Abd al-Mumin levantará a orillas del Guadalquivir.
Pero no adelantemos acontecimientos, ya que aún falta un ingrediente para terminar de definir la arquitectura almohade.
El alminar de Tin Mal - Fuente: http://looklex.com |
Líder absoluto del nuevo movimiento religioso, Abd al-Mumin se revela como un magnífico estratega, arrebatando sin apenas esfuerzo la práctica totalidad de ciudades magrebíes a sus enemigos.
Uno de los atractivos que, más allá de la imposición por la fuerza de las armas, ofrecen los almohades a los pueblos conquistados es su contraposición al lujo y la vida licenciosa que hasta ahora había llevado la casta gobernante almorávide.
Frente a ellos presumen de riqueza espiritual, alejándose de los placeres mundanos con un estilo de vida basado en la sencillez y la austeridad que, como dijimos, también se refleja en las propias manifestaciones artísticas.
Esta sobriedad llevada al extremo puede comprobarse cuando antes de ocupar la ciudad de Fez en 1145 el propio Abd al-Mumin ordena a sus habitantes cubrir con yeso y cal la sofisticada ornamentación que decoraba la mezquita de Al Karaouine.
Mezquita de Al Karouine, Fez - Fuente: Wikipedia |
No correrá la misma “suerte” Marrakech, capital de los casi finiquitados almorávides, que sufre la devastación de la guerra quedando prácticamente reducida a ruinas.
Sin embargo Abd al-Mumin decide no sólo reconstruir la ciudad, sino además embellecerla mucho más que antes para demostrar la grandeza de su nuevo Imperio: el arte almohade pasa a ser ahora un objeto propagandístico.
La joya de esta nueva Marrakech será una espectacular mezquita rematada por el alminar mas hermoso y bello que haya conocido hasta entonces el Islam: la Koutubiya.
Diseñada según los cánones estilísticos de la torre de Tin Mal, basados en la sobriedad y sencillez de forma que se acentúe la grandeza espiritual almohade, tendrá sin embargo unas dimensiones y altura que nunca antes se habían visto en las regiones del Magreb, reflejando en este caso otro tipo de grandeza, la del Imperio que acababa de nacer.
Simplicidad y monumentalidad: las bases definitivas de la arquitectura almohade ya están sentadas, sólo falta desarrollarla.
Mezquita de la Koutubiya, en Marrakech - Fuente: Wikipedia |
Sin embargo no termina de levantarse el alminar de la Koutubiya.
En el año 1172 el califa Abu Yacub, hijo y sucesor de Abd al-Mumin, convoca a los principales arquitectos, alarifes, constructores y maestros de obra de su Imperio en la ciudad que ha elegido como nueva capital de los almohades: Sevilla.
La Koutubiya se detiene, de Fez, de Rabat, de Córdoba, de Granada… de todos los rincones acuden expertos en el arte de la construcción para dar forma a una fabulosa mezquita que también será rematada por un impresionante alminar más alto aún que su hermano de Marrakech.
Mezquita Mayor de Sevilla Fuente: Más clases de arte |
Pero tampoco llegará a terminarse, al menos por el momento: las continuas guerras y disputas hacen que Abu Yacub descuide sus proyectos arquitectónicos, concluyéndose únicamente la gran mezquita.
Será su hijo y sucesor, Al-Mansur, quién haga por fin realidad los grandiosos proyectos de su padre y su abuelo tras llevar aparentemente la paz al Imperio al derrotar a los cristianos en la batalla de Alarcos, una victoria que supuso definitiva para frenar de una vez por todas la Reconquista.
Victorioso y ufano, Al-Mansur, acaba la Koutubiya y el alminar de Sevilla, diseñando además en Rabat otra mezquita más impresionante, monumental y espectacular que las anteriores con otro alminar todavía mas alto: la torre de Hassan.
Torre de Hassan, en Rabat - Fuente: Wikipedia |
Y al fin el alminar de la Koutubiya es terminado, alcanzando la nada despreciable altura de 69 metros y convirtiéndose al instante en uno de los iconos de Marrakech.
Como curiosidad, apuntar que su nombre significa “vendedor de libros” y se debe a que poco después de ser concluido se establecieron en sus alrededores más de un centenar de libreros.
Tres grandes esferas de cobre lo rematan, a modo de Yamur, aunque cuenta la tradición que originalmente fueron de oro, obtenido al ser fundidas las joyas de la madre de un sultán como castigo por haber comido carne durante el Ramadán.
Alminar de la Koutubiya - Fuente: Wikipedia |
Pero el gran sueño de Al-Mansur se estaba levantando en Rabat, un antiguo campamento que fundara su abuelo a orillas del río Bu Regreg y que él ahora quería transformar en la ciudad más importante del Magreb.
Allí construiría una mezquita que aspiraba una vez más a ser la más grande y magnífica de su vasto Imperio soportada por un inmenso bosque de cuatrocientas columnas, aunque la verdadera joya de la corona sería la Torre de Hassan, un alminar de 86 metros que sería el mas alto construido hasta entonces, superando tanto a la Giralda como a la Koutubiya.
El ambicioso proyecto se pone en marcha en 1195, pero sólo cuatro años más tarde las obras se detienen. El gran Al-Mansur ha fallecido y las luchas internas paralizan el Imperio.
Nunca mas se retomará esta mezquita: el poder almohade se desintegra tras la batalla de las Navas de Tolosa y el siguiente grupo de poder que llega al Magreb, los benimerines, se centran en otros menesteres.
Y así la Torre de Hassan, que apenas ha superado los 44 metros de altura, queda interrumpida eternamente ante un bosque de 200 columnas quebradas.
La torre de Hassan, en Rabat - Fuente: Wikipedia |
Concluimos con una escueta referencia a la Giralda, o mas concretamente al alminar de la Mezquita Mayor de Sevilla, que se termina en marzo de 1198 y que, con una altura de 82 metros, se convierte en el edificio más alto del imperio almohade y de toda Europa.
Muchas son las historias acerca de su cimentación, de sus trazas o de las esferas doradas que la remataban, pero tendrán que esperar para ser contadas.
Magnífico articulo. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias Lola, un saludo.
EliminarEs un artículo de primera categoría y ya estoy deseando leer el próximo sobre la Giralda, su cimentación, sus trazas y las esferas doradas que la remataban. Promete ser de gran interés. Muchas gracias por tan estupendos trabajos, Sevillanadas.
ResponderEliminarGracias a ti Juan por seguir este blog.
EliminarEstoy trabajando en esas historias, aunque posiblemente antes me detenga en otro alminar tristemente desaparecido pero con unas leyendas no menos curiosas.
Saludos.
Buenísimo artículo :)
ResponderEliminarMuchas gracias!
Gracias a ti, Toni Marco.
EliminarUn abrazo!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Qué alegría y esperanzas da ver a gente como tú que tratas a nuestra Sevilla, con ese interés, cariño y sensibilidad!
ResponderEliminar¡Ojú, pasmaíta me he quedao!
Saludos desde Gines.