Una vez más volvemos la mirada a la Sevilla de los años 60, época en la que la ciudad experimentó una de las transformaciones urbanísticas más importantes de su historia, expandiéndose con nuevas barriadas y núcleos residenciales a costa del cinturón de huertas que la rodeaban desde tiempo inmemorial.
En esta ocasión daremos un paseo por la Ronda de Pío XII gracias a la colaboración de José Luis Dorado, un lector que nos ha remitido unas interesantísimas fotografías de la zona cuando los bloques de viviendas apenas habían sido entregados a sus propietarios, entre los que se encontraba su padre, autor de las imágenes.
No es la primera vez que Pío XII y sus alrededores llegan a esta página, de hecho ya estuvimos repasando unas perspectivas aéreas de la barriada poco antes de que fueran finalizadas las obras pertenecientes al archivo de sus propios arquitectos, los hermanos Barquín y Barón.
Ahora es el padre de José Luis el que nos abre su balcón de la Ronda de Pío XII, entonces un camino de albero, para enseñarnos como era esa Sevilla de los años 60.
Una época fascinante y crucial para el desarrollo de la ciudad, que hasta entonces se encerraba tras el perímetro de las murallas (con ellas o sin ellas) viviendo en corrales de vecinos, y que ahora explosionará urbanísticamente y se expandirá sobre las huertas y campos que había a su alrededor.
Si Machado en su infancia recordaba un patio, un huerto claro y un limonero, los niños de estas nuevas barriadas crecerán junto a edificios en obras, calles sin pavimentar, plazoletas de albero y restos de huertas que sobreviven como pueden frente al avance del “progreso” y los planes urbanísticos.
Una Sevilla, a fin de cuentas, muy distinta a la de nuestros días, a pesar de que tampoco ha transcurrido tanto tiempo.
En la primera imagen que veremos la cámara enfoca hacia lo que hoy sería la Avenida de Llanes.
Un solar baldío y lleno de escombros (2) delimitado por varios caminos de albero, uno de los cuales es hoy la Ronda de Pío XII (1), aparece en primer término.
Allí hicieron el recreo durante décadas los niños del Colegio María Auxiliadora, situado en los bajos del bloque que asoma tímidamente en la franja izquierda (3), lado Sur de la actual plaza de Luis Cernuda.
Este solar estuvo prácticamente así hasta principios de los 90, cuando sobre su parcela se levantó un edificio de oficinas que, curiosamente, siempre ha estado abandonado.
Un edificio que, inútilmente como se ha encargado de demostrar el paso del tiempo y alguna denuncia urbanística, se llevó el Colegio, la luz del bloque de Luis Cernuda y la palmera (4) que vemos en la imagen, que aún será recordada por muchos de los lectores.
En segundo plano vemos varias casas de aspecto humilde y sin apenas continuidad situadas a los pies de un camino conocido por aquel entonces como carretera de Pino Montano.
Era el principio del Barrio Polo, una curiosa amalgama de viviendas autoconstruidas por los trabajadores de las fábricas del entorno que aún en nuestros días mantiene parte de su estructura urbana original, aunque las edificaciones han sido sustituidas en su mayoría.
De hecho sólo una de las casas que aparecen en la imagen sigue hoy en pie (5), habiendo desaparecido el resto desde hace décadas.
Afortunadamente entre todas estas “desapariciones” y "sustituciones" no tenemos que enumerar a Casa Julián, que por aquel entonces ya estaba tirando una de las mejores cervezas de Sevilla.
Ahora nos detendremos en algunos detalles curiosos que merecen ser tenidos en cuenta. como el pozo (6) que se aprecia junto a unas edificaciones.
De sus aguas, según contaban los vecinos veteranos, bebió nada más y nada menos que Alfonso XIII, seguramente en el transcurso de una visita a la Casa Cuna o el Manicomio.
Este hecho motivó que dicho pozo fuera considerado “Real” y se mantuviera intocable durante años, hasta que las autoridades decidieron pasar por alto esa “realeza” y sepultarlo bajo el asfalto.
Las edificaciones que se sitúan junto al pozo real también tienen su historia, o sus historias, propias de una zona en transformación, de una Sevilla rural que moría para dar paso a una Sevilla urbana.
Y así, mientras en los bajos de la casa de dos plantas se encontraba un bar y un puesto de chucherías, en las casuchas de alrededor tenía su puesto un herrador de caballos e incluso un soguero, de los primeros en desaparecer por cierto conforme se abría paso la “civilización”.
También tenía los días contados el cortijo (7) escondido tímidamente tras los árboles que señalan el camino que hoy sería la Avenida de la Salle.
Se trataba de la Huerta del Castillo, una de las que aún quedaban en pie por la zona y donde en pocos años, junto a los terrenos de la fábrica de corchos de la Armstrong Cock, se levantará la barriada de Santa María de Ordás.
Sobre la esquina derecha, junto a una casa de más porte que recuerda al edificio del Cine Pío XII, también de la época y que aún sigue en pie, se ven unas cuadras (8), restos de la antigua Huerta de las Cofradías y lugar donde hoy se levanta el edificio comercial donde, entre otros, se encuentra el Rey de la Cerveza.
Permanecieron estas cuadras, ya abandonadas, hasta finales de los años 80 junto a otras construcciones de escasa entidad donde los niños de la época nos abríamos la cabeza a pedradas y cazábamos zapateros en las tardes de verano para dar de comer a los gorriones. Hoy ambas cosas serían delito, o casi.
Y no podíamos finalizar el repaso a esta fantástica imagen sin fijarnos en lo que parece ser la estructura de unas torres que se difuminan en el horizonte (9).
Posiblemente se trate de las primeras fases de la barriada del Zodíaco, levantada sobre la huerta de la Corza, situada entre el barrio del mismo nombre y el de Árbol Gordo.
No tienen estos edificios una envergadura fuera de lo normal, pero para la época destacaban sobre un paisaje llano en el que la altura máxima la ponían como mucho los árboles que sobrevivían al trazado de nuevas calles y edificios.
En la segunda imagen la cámara del padre de José Luis nos muestra la Ronda de Pío XII (1), o lo que se supone que iba a ser, ya que como podemos comprobar estamos ante una enorme explanada sin asfaltar ni urbanizar, donde hasta las mismas aceras brillan por su ausencia.
Los bloques parecen estar ya habitados, puesto que hay algunas ventanas abiertas y las azoteas están llenas de antenas individuales, ya que por aquel entonces no había televisión en todas las casas y, por tanto, no tenía sentido una comunitaria.
Nos detendremos ahora en estos bloques para analizar algunos detalles que llaman la atención.
Uno de ellos es que las terrazas no tienen persianas, muestra clara de cómo ha cambiado el concepto de intimidad en todo este tiempo.
Teniendo en cuenta que la mayoría de los habitantes de estas nuevas casas venían de corrales de vecinos, seguramente estaban más acostumbrados a una vida en comunidad bastante diferente a la actual, sin tantos recelos ni individualismo.
De hecho hasta hace pocos años era habitual que en las noches de verano los vecinos se reunieran junto al portal de su bloque en interminables tertulias que se prolongaban hasta altas horas de la madrugada. Herencia corralera que, prácticamente, hoy se ha perdido.
Como también se han perdido las macetas en los balcones.
Si nos fijamos, prácticamente todos, incluyendo el de nuestro fotógrafo, tienen jardineras con claveles, gitanillas o geranios. En nuestros días las flores, si acaso, de papel de los chinos…
Siguiendo con la fotografía, vemos como las calles que separan los bloques (2) aún no han sido cerradas, permitiéndose por tanto el paso hacia los patios comunitarios interiores, hoy campos de jaramagos y hierbajos en su mayoría.
Y al fondo, el campo… posiblemente la Huerta de las Almenas (3), en proceso de desaparición por la época, con su tapia blanca y sus frutales, que también pudimos ver cuando recordamos el barrio de las Chucherías.
Sobre estos terrenos se abrirá en pocos años el tramo de Ronda de la Barzola hasta el Hospital Universitario, entonces ocupado por el Polideportivo Macarena.
Una Ronda de albero y tierra, sin apenas tráfico, en la que circulan coches de modelos desaparecidos hace décadas e incluso un isocarro (4), ese peculiar vehículo con tres ruedas y carcasa bastante habitual por la época.
Hoy es difícil ver un isocarro, o un balcón con macetas o un pozo público o unas cuadras junto a un bloque de viviendas. Para bien o para mal, que cada cual decida.
Afortunadamente hay gente como José Luis que conserva tesoros como son estas fotografías, testimonios gráficos de esa Sevilla de barriadas y huertas, esa Sevilla del pasado sin la que sería imposible comprender la Sevilla del presente.
Gracias, por el articulo, he hecho un repaso por mi niñez y me ha traido gratos recuerdos
ResponderEliminarTodo un placer, Rumayquilla
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Joder! que viejo me siento ahora mismo. Yo llegué a Pino Flores el 29 de enero de 1968, el mismo día que nos desahuciaron del nº 3 de la calle Golfos, una casa de vecinos.
ResponderEliminarComo el autobus 4 llegaba solamente hasta el kiosco las flores, en la esquina de Conde Halcón y el grupo de amigos que frecuente a partir de entonces nos reuníamos en la plaza de la Virgen del Pilar, en la Barzola, los terrenos y caminos de las fotografías eran mi camino diario bien hacia mis amigos o hacia el Instituto San Isidoro, donde estudiaba el bachiller.
Gracias por evocarme recuerdos con esta maravillosa entrada. Te podría dar detalles de bares que existían en los locales de la foto y te podría dar señales del último cochero, aún lo suelo ver por ahí y sé que varios años ha presentado su coche en la Maestranza en la exhibición de enganches, de punto que tuvo su cuadra en lo que hoy es la cervecería.
Muchas gracias de nuevo.
hola Sergio, he estado ocupado dos meses. Te contaré en qué asuntos a tu correo. Desde el blog te quiero saludar y felicitar de nuevo por este acercamiento sentimental a la barriada de Pio XII. Para mí una ordenación magnífica de vivienda, con las carencias propias que el Régimen terminaba sus promociones.Vivienda mínima, programas ajustadísimos, arquitectura interesantísima. Qué buenos años para el urbanismo, qué esencial todo. He estado mirando de nuevo en el DOCOMOMO Residencial las dos cosas fantásticas que Luis Recasens , las barriadas del Carmen y los 10 Mandamientos, qué buenas ideas pero que escasez tan brutal. Pio XII es una barriada estupendísima.
ResponderEliminarUn abrazo
Genial. Nací en la zona, en la calle Begonia, y viví toda mi infancia y parte de mi adolescencia encima de la academia maria auxiliadora (los bloques X), donde estudie la EGB. Todo ese entorno de alberos, ranas en las albercas, pedradas, grandes charcos en invierno (con renacuajos), arcoiris y olos a tierra mojada, bicicletas sin cambio de marchas y jaramagos conformó la etapa más feliz de mi vida (aún recuerno las noches de navidad donde el luminoso amarillo del surpermercado Calip teñia de color y luz mi casi siempre barrio oscuro....)
ResponderEliminarUn abrazo.
buenas tardes:
ResponderEliminargracias por poder estar siguiéndote en este blog, me encanta .
viví muchos años en Pío XII y me trae muy gratos y buenos momentos de felicidad.
un placer
Muchas gracias por estas fotos. Un recuerdo maravilloso donde vivi mi infancia y juventud con gran felicidad. A Jose Luis Dorado infinitas gracias, intuyo que compartiamos las paredes en el cuarto piso y con mi hermano Ramon hemos jugado muchas veces al futbol o lo que fuera.
ResponderEliminarUn saludo