Siempre con la venia de la lluvia, la Virgen de la Aurora volvió a poner punto y final a la Semana Grande de Sevilla.
Hoy, la ciudad vuelve a la normalidad, a coger el pulso a la vida cotidiana, a ser le de siempre. Hoy la ciudad se despereza de un sueño de 7 días por el que bien ha valido la pena esperar todo un año.
A partir de hoy dejaremos de hacer revirás para doblar las esquinas y atravesaremos las calles en lugar de enfilarlas. Hoy la caoba se vuelve madera y el azahar es de nuevo la flor del naranjo. Desde anoche el logo de CRN Giralda desaparecerá paulatinamente de nuestros televisores. La Semana Santa ha acabado.
Ya sólo queda esperar. Y recordar.
Recordar vivencias. Recordar sentimientos. Recordar momentos sublimes, exquisitos, irrepetibles, como el de la imagen, paradigma de lo que se ha vivido estos 7 días.
La Virgen de los Dolores, el palio de plata, los naranjos de Mateos Gago, la nube de incienso, la Banda del Maestro Tejera y Soleá Dame la Mano, el silencio y respeto de la gente, el olor a claveles recién cortados, el ruido de las sandalias de los costaleros, el movimiento de las bambalinas y, por supuesto, Sevilla, siempre Sevilla.
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