Antiguamente Sevilla tuvo dos Prados, como dos Buhayras en tiempos de los musulmanes o dos palacios gemelos cuando era colonia romana.
Uno de esos Prados, el de San Sebastián, aún mantiene su nombre y la vegetación, aunque domesticada en forma de parque. El otro, el de Santa Justa, desapareció a finales de los ochenta bajo la Estación de Trenes.
En la imagen que hoy traemos se puede apreciar lo poco que quedaba por aquel entonces de ese Prado donde, según cuenta la tradición, fueron martirizados los primeros cristianos hispalenses como la niña alfarera Justa, que le dio nombre.
Campo de avenidas del Tagarete, era una amplia e insalubre dehesa donde pastaba el ganado de las huertas limítrofes que, con el paso de los siglos, se había ido reduciendo paulatinamente conforme crecía la ciudad más allá de las Puertas de Carmona y Osario.
Y así llegamos al momento que capta la imagen, con un Prado (01) que ya no es más que un terreno baldío entre las vías del tren y la zona Nervión-San Pablo, donde por cierto también podemos ver el solar que hoy ocupa el Polideportivo (02).
Como vemos, todo está inmerso en una profunda transformación urbanística y estructural; así lo denotan las grúas y obras de los edificios que se están construyendo en la actual calle José Laguillo, entonces Saturno (03).
También destacan una serie de instalaciones abandonadas que recuerdan su importante pasado fabril y que en breve desaparecerán, como las viejas fábricas de aceitunas y corcho (04) donde se levantarán los Jardines de la Calzada o las naves alargadas (05) que ocupan el lugar donde hoy están el gimnasio Sato y el Parque de Santa Justa, usadas entonces como estación de mercancías y almacenaje.
Y, por supuesto, los solares y espacios libres, como la esquina de El Mirador (06) o las parcelas de albero que hoy son el Instituto Isbilya (07) y diversos núcleos residenciales.
Pero sobre todo llaman la atención los últimos vestigios del Prado de Santa Justa, donde se ubicará la Estación del mismo nombre, uno de los grandes hitos construidos para la Sevilla Universal.
Diseñada por los arquitectos sevillanos Antonio Cruz y Antonio Ortiz, centralizará los servicios ferroviarios de la ciudad, tanto a nivel local como nacional, dejando en desuso las viejas estaciones de San Bernardo y Plaza de Armas.
Como vemos en la maqueta del proyecto, originalmente estaban previstas las obras, además del edificio central, de una serie de oficinas y viviendas perimetrales que ordenarían el entorno. Sin embardo, como ya sucediera con el Puente del Alamillo, las prisas y el presupuesto harán inviable su finalización completa, realizándose únicamente la Estación.
La construcción del resto de edificaciones fue primero aplazada, luego desechada y, visto lo visto, terminó olvidándose, quedando sus parcelas abandonadas hasta nuestros días y, al menos, hasta que alguien caiga en la cuenta de que esa es la primera imagen que ofrece la ciudad a todo el que llega en tren.
En esas parcelas de albero (07) y en toda esa zona (05) jugaba cuando era un crío. Lo llamábamos "el campillo". A las madres no les hacía mucha gracia que fuéramos allí, porque, además de venir casi siempre sucios, te podías encontrar con cierto tipo de personas no muy recomendables. Si no recuerdo mal, entre el callejón que comunica la calle Florencia con la ahora calle peatonal Ben Salh de Sevilla había un muro de separación. También había algunas edificaciones antiguas derruidas, que se aprecian en la foto. Hoy día el paisaje es muy distinto y ya quedan pocos puntos verdes entre tanto edificio. Gracias por traerme a la memoria aquellos tiempos. Un abrazo.
ResponderEliminarMe encanta la serie que has iniciado. Siempre me gustaron este tipo de fotografías donde se observa cómo fue el paisaje de un lugar que hoy nos resulta tan familiar.
ResponderEliminarEn el caso de esta que muestras, conocí la zona bien distinta a lo que hoy es cuando inicié mis estudios en nuestro común Instituto Isbylia, pero nunca había visto imagen alguna de lo que hubo antes del 92. Te agradezco la posibilidad que nos brindas y espero muchas más.
Magnífica foto. Mi padre creció en S. José Obrero y me cuenta mil cosas de esa zona. Recuerdo de esa época, cruzar las vías con él por un hueco que había en el muro e ir camino del estadio del Sevilla FC.
ResponderEliminarPues si, así es, tambien creci en San Jose Obrero, C/ Padre Isla nº 11, y recuerdo que desde mi casa inclusive se veian las gradas del Sanchez Pizjuan, y ver ir y venir a los aficcionados sevillistas. No se que edad tendra tu padre, pero preguntale si conocio el " Campo del matapollos".........
EliminarPreciosa entrada, me ha gustado mucho porque entonces no conocía Sevilla, y me ha gustado ver cómo era. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Que bien se ven los pisos de Jose Laguillo, 27 cuando eran los "rojos altos ultimos de la calle". Yo no pude hacer el Bup en las salesianas de Nervion (hice la Egb en las de San Vicente) porque no habia forma de cruzar el prado. Nervion era ese barrio que estaba mas alla del prado. Que buena foto, me gusta mucho la serie que has iniciado.
ResponderEliminarSe podría haber estudiado un proyecto alternavio compatible con mantener esa zona verde que bien acondicionada para el disfrute de los sevillano y que podría haber estado unida con el parque de Miraflores. Creo que ha sido una oportunidad perdida :(
ResponderEliminarHostia, ahora lo recuerdo. Lo llamabamos el campillo, y coincido con lo que dice anonimo en todo.
ResponderEliminarAnte todo felicitar la magnifica iniciativa de contar con el pasado de Sevilla y los años previos a la Expo.
ResponderEliminarLa fotografia del Prado de Santa Justa me evoca tantos recuerdos que seria interminable exponerlos. Fue mi zona de juegos de niño y de muchas otras cosas. Yo me crie en San Jose Obrero, y el prado era casi una parte de mi casa.
En la fotografia se aprecian muchos detalles que me gustaria comentar.
Se ve perfectamente el trazado de las vias del tren, antes de llegar a los edificios de mantenimiento, con el atisbo del antiguo trazado que ahora es la la zona de Alcalde Manuel del Valle, aquel que tenia el paso a nivel antes de llegar a La Corza. Dividia aquella calle Arroyo en dos, San Carlos y La Corza. Aquellas vias desaparecieron definitivamente, creo recordar, a primeros de los 80.
El campo propiamente dicho de Santa Justa lo llamabamos "Los Montes de Toledo". Recuerdo que con 12 años (1977), nos tirabamos desde la cima por un terraplen apoyados en una tapadera de water. Cuando se llegaba abajo todo era un misterio. Lo mismo dabamos vueltas de campana que seguiamos deslizandonos sin parar rozandonos con todo lo que habia. Al final se acababa con 10 heridas y sangrando por las piernas, brazos...pero conseguiamos sobrevivir (ahora habria que ver como se califican estos juegos...).
El campo matapollos me viene al recuerdo por el calor que hacia si se te ocurria entrar en el en Verano...sobran explicaciones. Salir de el vivo ya era una hazaña.
El campito, el que esta en la fotografia al lado del Isbilya, lo recuerdo completamente salvaje, al menos hasta 1983. Habia una torre de tendido electrico creo a la mitad aproximadamente, que dividia en campo en dos, al menos para los que viviamos en San Jose Obrero la segunda parte, la ocupada por Isbilya ahora, era ya llegar muy lejos...al menos cuando tenias 8 años y no te dejaban ir muy lejos.
De la tapia de la via recuerdo el famoso agujero (a la altura de San Pages y del cine de Verano), por el que nos metiamos para cruzar las vias y llegar al mundo exterior, aquel que iba al Poligono de San Pablo y Nervion. Creo recordar que ese agujero fue tapado para evitar esto precisamente (igual ya me fallan los recuerdos).
Estoy de acuerdo con anonimo, despojar Sevilla de estos enclaves fue, quizas, un desacierto. Soy bastante critico con muchas cosas que se hicieron durante la Expo, evento que sumio a muchos sevillanos en una especie de hipnosis colectiva. Se pudo conservar el prado de Santa Justa, si no totalmente al menos en parte. Hubiese sido una buena oportunidad de tener un pulmon verde bien acondicionado para todos los barrios limitrofes, seguro un buen disfrute para generaciones venideras, con un pasado de riadas pero con un verde presente estable. Hoy es un lugar plagado de vias y de impersonalidad. Ese prado guarda mil historias de quienes tuvimos la suerte de vivirlo al 100% y de cerca. Ahora ya es pasado.
Un saludo a todos los que compartieron esa epoca.