Fue el 26 de octubre de 1747. Sevilla era una ciudad en franca decadencia que se marchitaba lentamente en el recuerdo de su reciente pasado y el intento de olvidar las desgracias del presente.
La Nueva Roma, esa urbe cosmopolita acostumbrada al lujo y las riquezas que Guadalquivir arriba transportara la flota de las Indias durante el Siglo de Oro, era ahora un túmulo ruinoso sumido en una galopante crisis económica y social.
Pero esa mañana había sido distinta. Una noticia corrió como un reguero de pólvora entre las desiertas calles de la ciudad levantando el revuelo y la curiosidad de sus vecinos, poco dados ya a este tipo de sorpresas: y es que acababa de atravesar las trece barcas que conformaban el puente a Triana el séquito de don Hércules de Este, Príncipe de Módena.
Elegantes carruajes, caballos ricamente enjaezados, pajes vestidos con lujosas galas, una cohorte de lacayos negros, en resumidas cuentas, un cortejo de tanto brillo y lustre que hacía mucho no se veía por estos lares.
Como no podía ser de otra forma, Sevilla se revolucionó de inmediato. Desde el más humilde de los mendigos hasta el mismísimo Asistente don Ginés Hermosa, pasando por los caballeros veinticuatro, los nobles que aún se aferraban a sus desvencijados palacios o los sacerdotes que poblaban la todavía llamada ciudad-convento, todo eran parabienes y adulaciones hacia el ilustre huésped.
Unos movidos por la curiosidad, otros por el placer de agradar al Príncipe, otros abrigando la esperanza de caer en gracia y progresar en el escalafón social, Sevilla ocultaba sus penurias bajo un falso tapete de boato y honraba la visita como mejor sabía (y podía) hacerlo.
Mucho ha llovido desde entonces, hasta granizado, pero como hemos visto estos días la historia, nuestra historia, siempre tiende a repetirse. Y es que no solo el sevillano, sino el españolito en general, suele ser un tipo apasionado capaz de dejarse la vida luchando por una causa que cree justa, pero al mismo tiempo se transforma en una criatura dócil y servicial cuando se trata de recibir una palmadita en la espalda de aquel que considera su modelo a seguir, imitar o respetar. Quizás por ello cuando ese ídolo es destronado no ceja hasta verlo hundido en la ciénaga.
El epicentro del país se trasladaba la semana pasada a Marbella. El paro, la crisis, la corrupción, los malayos, todo desaparecía de un plumazo con la llegada de Michelle Obama, encumbrada poco menos que a la categoría de señal divina enviada para expiar todos nuestros pecados, para lavar la marca Costa del Sol, para dar ese empujón a la maltrecha economía patria y de paso relanzar nuestra imagen internacionalmente.
Michelle ha llegado y el sol de Agosto ya no quema, ahora ilumina. Por donde pasa nacen las flores, huele a perfume, el lujo se desborda, todo son sonrisas, halagos, vítores, júbilo. Los gurús del colorín invocan el espíritu de la jet-set, que desempolva a la mismísima Gunilla del baúl de los recuerdos; la puesta de sol de la Alambra vuelve a ser las mas bella del mundo y el Tajo de Ronda deja al Niágara a la altura de una charca. Jamón, toros, flamenco, vino, folclore, mantones de Manila…España vuelve a entonar el is different, y encima con un Mundial en la buchaca.
Pero la dicha tiene fecha de caducidad, y una tarde Michelle se fue como había llegado, volando. Y todo volvió a ser como antes: regresó la alerta naranja a los termómetros, los souvenirs de Marbella siguieron vendiendo collares y camisetas horteras a los turistas, las gitanas del Sacromonte taparon los desconchones de la cueva con las propinas de Micaela, los periodistas regresaron a pie de playa para sacar tetas en los informativos con cualquier pretexto, volvió a escucharse el susurro de la Fuente de los Leones, la Plaza de toros de Ronda reanudó la cuenta atrás para la Goyesca y el rey al fin pudo estar a gusto en su palacio de Miravent. El pueblo desperezaba de su sueño glamuroso y el centro del mundo volvía a desplazarse hacia cualquier otro lugar, seguramente muy lejos.
También por donde había llegado abandonó el Príncipe de Módena la ciudad de Sevilla, aunque cargado de grilletes y cadenas camino de las tétricas mazmorras del Castillo de San Jorge. Michelle era de verdad, don Hércules resultó ser un impostor que durante 5 días estuvo riéndose del personal.
Ayer como hoy, la vida de la ciudad volvió a tomarle el pulso a la realidad tras acabar su sueño de lujo y elegancia, todo aderezado por el bochorno de no haber desenmascarado antes al farsante.
Los curas de la iglesia de San Pablo que hacían repicar las campanas cuando aparecía el falso noble, las prostitutas que ambicionando favoritismo se entregaron a sus brazos en los Cuatro Cantillos, los nobles que habían organizado fiestas en su honor, el Asistente don Ginés Hermosa que aún debería rendir cuentas a Madrid: todos se avergonzaban ahora por haberse dejado embaucar tan fácilmente.
Pero, a fin de cuentas, la experiencia tampoco había sido tan negativa; si bien es cierto que al final todo seguía igual, que la ciudad continuaba siendo el mismo despropósito de siempre y que todos regresaban a su vida anodina e insulsa, al menos durante un tiempo habían recuperado la ilusión y, lo más importante, la felicidad. Y, ante eso, nadie podía objetar nada, aunque muchos consideraban que habían hecho el ridículo…
Imágenes tomadas de Wikipedia.es y elmundo.es
Quillo, tranquilo no te enfades, que viene en viaje privado, ¿te imaginas si fuera un viaje oficial? !ostia!.
ResponderEliminarMenos mal que no se ha pasado por Sevilla, ¿Te la imaginas paseando por el minimetro?
Ay, la historia y el cuento de la buena pipa.
ResponderEliminarYo digo, por otra parte, que las vacaciones de esta pandillita han sido algo estresadas, ¿no?
En fin, voy a reservar en ese hotel en el que han estado. Que me parece que no está nada mal.
Un fuerte abrazo.
Hay algo que no entiendo en relación al asunto de la visita de la señora mojama (siempre seca, no se ha metido en el agua). Entiendo que si no se hubiese hecho público que la esposa del presidente de EEUU iba a pasar unos días en Andalucía acompañada de su séquito no tendríamos nada que decir al respecto. La Casa Blanca lo hace público, y desde ese mismo instante toda una legión de periodistas acuden a los alrededores de Marbella y acompañan a la señora mojama durante su periplo vacacional. Pues ahí tengo mis dudas: no sé si en el resultado final tiene más peso la idiosincrasia del pueblo o la publicidad del evento que han hecho todos los medios de comunicación, absolutamente todos.
ResponderEliminarHe leído algunas entradas en las que se hablaba de lo catetos que somos los andaluces, algo que, decían, había quedado más que patente durante la visita de al señora mojama. Es algo que siempre vende, llamarnos catetos. El caso es que parece que está prohibido hablar de la desmesurada forma en la que lubrican los habitantes de Palma cuando, año tras año, aparece la familia real en la isla. Si nosotros somos catetos por una vez (y reitero mis dudas al respecto), los otros son todos unos profesionales.
Saludos.
Quizás sea la enésima vez, que te lo digo y no pararé de decirtelo, hasta que lo publiques. ¿Porque no escribes un libro?, porque dotes de escritor no te falta. Animo, y saludos de Alberto.
ResponderEliminarLo bueno de todo esto es que La Casa Blanca tiene un relativo escrúpulo. La señora Mojama no puede aceptar regalos que valgan más de diez dólares, por eso el Rey y su señora le han regalado unos collaritos y unas semillas de tomate… Las mantillas, los mantones, los jamones, todo, tras la foto de rigor, fue devuelto…
ResponderEliminarEn fin, mi duda es si devolvió las camisetitas del Palangana´s futbol Club que tu presi le mandó cuando llegaron a su nueva residencia… Por cierto, también tu presi en Marbella tiene algo que ver… vaya… creo que te ha faltado un elemento que sumar a la Primera Dama y el príncipe farsante…
Kiss
Querido Du Guesclin ¿le podrías decir a la gatilla Roma que a nosotros no nos importa recibir regalos superiores a los 10 euros?
ResponderEliminarGracias.
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ResponderEliminarCon los escoltas, familia, amigos, periodistas... no creo que llegaran a caber en el Metro, Naranjito...
ResponderEliminarEso mismo pienso yo Juanma, si venían para descansar normal que a Michelle la llamen la María Antonieta de los USA por la cantidad de vacaciones que se toma...
AdP, enlazando con lo que dijo Juanma, teniendo en cuenta que la visita por placer no ha sido desde luego y, que por cierto, tampoco creo que haya tenido tanta repercusión mundial como se ha vendido, pue no me extraña que hubiera intereese políticos, económicos o vaya usted a saber en todo ésto.
Del tema del catetismo, creo que es innegable que ese espíritu Mr. Marshall es común al españolito en general, pero claro, aquí lo manifestamos de forma mas clara y efusiva que, por ejemplo, en otras regiones que presumen de tener otra mentalidad. Quizás por eso, y de nuevo traigo lo de antes a colación, vino a Andalucía y no a otro sitio, aunque el resultado, el frikismo, el lameculismo y el ridículo hubiera sido idéntico.
Jeje, de nuevo me sacas los colores Alberto.
Ya menciono a los malayos, Gata Roma, pero bueno, para tranquilidad tuya te prometo una entrada del tema en un futuro con dedicatoria y todo.
Avisada está, Naranjito.
Todo un placer, anónimo.
Saludos.