Una ciudad que pretende ser ejemplar en lo que a conservación del patrimonio se refiere no puede ni debe ir a remolque de intereses económicos, turísticos ni de cualquier otro tipo. Es contradictorio.
Casos como el minijardín hortera que han montado en los bajos del Hotel EME de la calle Alemanes o el acuario rojo con alfombra y estrambótica farola incluidas que se adosa a la torre de Abdelaziz, en plena Avenida, son ejemplos de que algo falla o, simplemente, las cosas no son como nos quieren hacer ver.
Si ya es una pena pasearse por los terrenos de la antigua Expo’92, donde se demuelen los pabellones en función de la empresa que compre el solar, o por las calles comerciales del centro (Sierpes, Tetuán, San Eloy, Puente y Pellón, etc.), en las que se podría hacer todo un catálogo de escaparates y marquesinas, mas triste es saber que el entorno de la Catedral, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, también se encuentra a merced de unos intereses cuyo única finalidad parece ser la de lucrarse a su costa.
Sin salir de esta zona, si usted se sitúa en la esquina que hacen las calles Mateos Gago y Rodrigo Caro, donde se encuentra la Bodega Santa Cruz, Las Columnas para entendernos, podrá ver un ejemplo de lo que estoy trayendo a estas líneas.
Fijémonos en el caserón que encontramos de frente, objeto en este momento de una restauración. Curiosamente si nos metemos en Google Maps podemos seguir la evolución de estas obras: ver el edificio antes de la reforma (imagen 01), el desarrollo de la misma, con el balcón desmontado y una cuba a la entrada (imagen 02) y el resultado final, que aún no sale en Google pero he traído aquí en la tercera imagen.En el proceso se rehabilita el edificio, se crea un nuevo hotel, se le aplica un nuevo color, se adecenta el viejo caserón… en principio todo perfecto, salvo un detalle que quizás pueda pasar desapercibido: se ha eliminado el tejaroz que cubría el balcón principal, centro de gravedad de la fachada y del edificio en general.
No tenía hueco en la nueva imagen del Hotel, los costes de su mantenimiento eran demasiado elevados, al desmontarlo para las obras se dañó de forma irreversible. Son sólo suposiciones y conjeturas con las que trato de darme una respuesta mas o menos razonable a la desaparición de este tejaroz.
Por supuesto, pido disculpas si alguien piensa que me estoy dejando llevar por la exageración; no es lo que pretendo, como tampoco caer en la demagogia ni en el alarmismo.
Simplemente doy mi opinión y, por supuesto, protesto: protesto porque si este ejemplo lo siguen el resto de propietarios cuyos edificios presenten pórticos, balaustradas, cierros, ajimeces, tejaroces, guardapolvos u otros elementos propios de la arquitectura tradicional sevillana, nuestro legado se vulgarizaría. Aún más. Y contra eso alzo mi voz, ya que son detalles insignificantes en un principio que sin embargo deben cuidarse. De poco o nada sirve invertir una millonada en peatonalizar y adecentar el casco histórico si por otro lado se permiten estas cosas a las puertas del barrio de Santa Cruz, donde en vez de adaptarse los edificios a los comercios debe suceder exactamente lo contrario.
En fin, una nube mas para esos “cielos perdidos” que lloraba don Joaquín Romero Murube.
Casos como el minijardín hortera que han montado en los bajos del Hotel EME de la calle Alemanes o el acuario rojo con alfombra y estrambótica farola incluidas que se adosa a la torre de Abdelaziz, en plena Avenida, son ejemplos de que algo falla o, simplemente, las cosas no son como nos quieren hacer ver.
Si ya es una pena pasearse por los terrenos de la antigua Expo’92, donde se demuelen los pabellones en función de la empresa que compre el solar, o por las calles comerciales del centro (Sierpes, Tetuán, San Eloy, Puente y Pellón, etc.), en las que se podría hacer todo un catálogo de escaparates y marquesinas, mas triste es saber que el entorno de la Catedral, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, también se encuentra a merced de unos intereses cuyo única finalidad parece ser la de lucrarse a su costa.
Sin salir de esta zona, si usted se sitúa en la esquina que hacen las calles Mateos Gago y Rodrigo Caro, donde se encuentra la Bodega Santa Cruz, Las Columnas para entendernos, podrá ver un ejemplo de lo que estoy trayendo a estas líneas.
Fijémonos en el caserón que encontramos de frente, objeto en este momento de una restauración. Curiosamente si nos metemos en Google Maps podemos seguir la evolución de estas obras: ver el edificio antes de la reforma (imagen 01), el desarrollo de la misma, con el balcón desmontado y una cuba a la entrada (imagen 02) y el resultado final, que aún no sale en Google pero he traído aquí en la tercera imagen.En el proceso se rehabilita el edificio, se crea un nuevo hotel, se le aplica un nuevo color, se adecenta el viejo caserón… en principio todo perfecto, salvo un detalle que quizás pueda pasar desapercibido: se ha eliminado el tejaroz que cubría el balcón principal, centro de gravedad de la fachada y del edificio en general.
El tejaroz es uno de los elementos característicos de la arquitectura tradicional sevillana. Según se recoge en Sevillapedia, su definición sería la de “pequeño tejado que aparece en fachada sobre un elemento secundario como es el caso de una puerta o ventana”.
De influencia árabe, tiene especial profusión en la época barroca, aunque cae de nuevo en desuso para ser rescatado por la corriente regionalista de principios del siglo XX, que lo introduce en las fachadas de las viviendas para cubrir balcones y terrazas, complementándose muchas veces, como era el caso de este edificio, con un cierro acristalado.
Tejaroces hay muchos, variados y en ocasiones pintorescos a lo largo de la geografía hispalense: en iglesias, retablos callejeros, palacios, hospitales, viviendas... Aunque cada vez quedan menos, como podemos comprobar en esta entrada o en su día en la calle Pozo.
No tenía hueco en la nueva imagen del Hotel, los costes de su mantenimiento eran demasiado elevados, al desmontarlo para las obras se dañó de forma irreversible. Son sólo suposiciones y conjeturas con las que trato de darme una respuesta mas o menos razonable a la desaparición de este tejaroz.
Por supuesto, pido disculpas si alguien piensa que me estoy dejando llevar por la exageración; no es lo que pretendo, como tampoco caer en la demagogia ni en el alarmismo.
Simplemente doy mi opinión y, por supuesto, protesto: protesto porque si este ejemplo lo siguen el resto de propietarios cuyos edificios presenten pórticos, balaustradas, cierros, ajimeces, tejaroces, guardapolvos u otros elementos propios de la arquitectura tradicional sevillana, nuestro legado se vulgarizaría. Aún más. Y contra eso alzo mi voz, ya que son detalles insignificantes en un principio que sin embargo deben cuidarse. De poco o nada sirve invertir una millonada en peatonalizar y adecentar el casco histórico si por otro lado se permiten estas cosas a las puertas del barrio de Santa Cruz, donde en vez de adaptarse los edificios a los comercios debe suceder exactamente lo contrario.
En fin, una nube mas para esos “cielos perdidos” que lloraba don Joaquín Romero Murube.
Lamentable que quien se cuida tanto de no dejar hacer un pequeño trastero en una azotea, o de perseguir cubas de obras para rentabilizarlas con multas, no tenga el coraje de defender elementos más importantes como los que de vez en cuando traes a modo de aviso por aquí.
ResponderEliminarBuena denuncia aunque desgraciadamente no valdra para nada como otras muchas.
Un abrazo
Muchas gracias por esta entrada y advertir este nuevo "atentado" contra la arquitectura civil sevillana. No sé cuál de tus conjeturas sobre el porqué de la desaparición del tejaroz es la cierta, pero, desde luego, demuestra el mal gusto de quienes se han gastado un dineral en acondiciponar este edificio como hotel. Tampoco sé el grado de protección del edificio, pero, ¿no sería posible una sanción por la alteración significativa de la fachada?
ResponderEliminarUn abrazo.
También creo que no servirá de mucho, no cogé ventaja, pero bueno, al menos hay que intentarlo, jeje.
ResponderEliminarEso es lo que me extraña, Ranzzionger, no solo la ausencia de sanción, sino que se haya permitido hacer.
A un compañero le demolieron hace unos meses una ampliación en la calle Argote de Molina y en Valdezorras, donde solemos trabajar mucho en mi estudio, como te pases en el simple vuelo de un balcón no te dan la ocupación. Y sin embargo en pleno barrio de Santa Cruz se permite ésto... O bien hay alguna explicación que se nos escapa o se ha hecho la vista gorda, pero ese edificio no solo debe estar protegido, sino que se encuentra dentro de una zona declarada Patrimonio de la Humanidad, que no es poca cosa. Ya digo, soy el primero que está estupefacto.
Saludos.
Nada que añadir a tu magnífico título, "Resta y sigue", y además tengo la impresión de uqe cada vez hay menos gentes capaces de apreciar lo que significa mantener, desués de ver algunas restauraciones, rehabilitaciones, y sobre todo la inclusión de suelos, bancos, farolas, ... habituales hoy en día.
ResponderEliminarLa gente se queda fascinada cuando viaja a otras ciudades y contempla la arquitectura autóctona. Aquí, nos hartamos de comentar lo bien que está tal o cual ciudad mientras nos cargamos la nuestra.
ResponderEliminarPor otro lado, se peca mucho de ombliguismo en esta ciudad, pero sólo de pensamiento porque lo que es obrar...
Saludos.
Lo mejor es que muchas veces se hace lo inhumano por salvar fachadas que teóricamente son de relevancia arquitectónica, y a mi modesto y profano entender no aportan nada…
ResponderEliminarPero bueno, otra más, de tantas.
Kisses
Igual será porque nadie ha denunciado ante urbanismo la modificación, doy fe de que por alterar el tamaño de dos ventanas que siquiera dan a la calle te forman la marimorena...
ResponderEliminarEso sí, fue necesario que alguien denunciara, si no urbanismo ni se entera (o lo hace dentro de 100 años... :-P )
Saludos.
y eso que Romero Murube los echaba de menos hace 50 años.
ResponderEliminarGracias por la denuncia Du Guesclin. Sabemos de sobra que con tendencias minimalistas en la restauración, muchas veces se tapa un desconocimiento profundo de la arquitectura tradicional...y además que mal se vende eso en la Escuela.
La Gerencia no actúa sin denuncia, pero debe de aprobar el Proyecto. Depende de para quien supongo.
Un fuerte abrazo!
Se te escapa una cosa Du Guesclin, ¿y lo bien que queda el tejaroz encima del balcón de la casa de campo del aquitecto? :)
ResponderEliminarSaludos
Otro penoso caso más de la dualidad moral sevillana y, habiendo dinero de por medio que es capaz de callar las más obvias evidencias, no me extraña para nada, mi querido Sergio. Los ciudadanos estamos en manos de cuatro señoritos mequetrefes con afanes globalizadores ridículos. Una verdadera pena este atentado urbanístico. Buena denuncia.
ResponderEliminarUn abrazo.
En la ciudad del da iguá miarma , es más cómodo y barato pagar la multa...
ResponderEliminarY presumía de sevillan@ el dueño...
No aprenderemos nunca. Cada patrimonio que perdamos no será recuperado nunca. Tanto avece científico y tecnológico, y nos seguimos comportando como retrógradas cuaternarios.
ResponderEliminarQue pena.
Un abrazo
Me uno a tu protesta incondicionalmente. Pero además como siempre digo "el que tiene padrino es el que bautiza". Te informo: Vivo en el sector de Puerta Osario, hay casas antiguas y lo que bien dices, cuando solicitan hacer casa nueva le dicen como tu sabes mejor que yo, que hay que conservar la fachada, pues bien en la calle Pinto derribaron una de estas casas y han levantado una nueva, lo más feo que he visto incluso en el herraje, lo puedes comprobar, no me acuerdo el número de esta casa, pero está frente por frente a una tienda de comestibles, pero claro el dueño según se comenta tiene un cargo en el Ayuntamiento. Saludos y mi enhorabuena.
ResponderEliminarNos has puesto ante un espejo querido General Du Guesclin. El espejo que nos muestra tal y como somos.
ResponderEliminarY lo que nos queda viendo y escuchando como se progresa por aquí.
Un abrazo
Antonio
Guesclin no te calles tu que puedes sigue escribiendo,esto queda y se difunde,si hay una voz para denunciar hay conciencia.
ResponderEliminarUn cordial saludo.