Ya está aquí el verano. Se acabaron las tardes de paseo, las noches apacibles, ese cafelito del mediodía… Los “cuarenta y tantos” han llegado para quedarse en nuestros termómetros, por lo menos hasta mediados de Agosto.
Ventiladores, aires acondicionados y demás artilugios para combatir la canícula, de los que hemos hecho acopio a lo largo de los años, empiezan a salvarnos la vida, o al menos a hacerla mas agradable. Y por supuesto, comienza el gran éxodo.
Los fines de semana, una quincena, un mes, todo el verano… La gente empieza a buscar otros emplazamientos mas agradables donde huir de las altas temperaturas hispalenses en función de sus posibilidades, tanto económicas como laborales.
Pero no siempre fue así; desgraciadamente “veranear” es una palabra bastante reciente en nuestro vocabulario; hace no muchos años nuestros padres y abuelos pasaban el estío como buenamente sabían y, sobre todo, podían.
La escasez de medios económicos, el poco avance de la técnica, la imposibilidad de realizar desplazamientos y los mas diversos y variados factores hacían que los veranos sevillanos fueran eternos e insoportables, ante lo que sólo se podía oponer una buena dosis de ingenio o, en el peor de los casos, resignarse y esperar un tiempo mas agradable.
La primera barrera anticalor que tenían los sevillanos de antaño era la propia ciudad; de herencia musulmana, la trama urbana sevillana se componía de calles estrechas y angostas que, si bien con el paso del tiempo y los avances tecnológicos supusieron un grave problema, en esta época (en la que no había coches, autobuses… ni siquiera bicicletas), aseguraban sombra al transeúnte casi todo el día, con los grados de menos que eso conlleva. Y si la calle era mas ancha de lo recomendable, se ponían toldos, como en Sierpes o en Puente y Pellón sigue haciéndose aún hoy día.
Otros elementos de la vida cotidiana de la Sevilla antigua con los que se combatía el calor eran los corrales de vecinos. Con estas antiguas casas-patio ha pasado como con las calles; también de herencia morisca (mas antiguas aún, ya que éstas a su vez se desarrollaban de la domus con atrio romana), fueron fundamentales para soportar las altas temperaturas hasta la llegada del frigorífico, ventilador y otros avances tecnológicos.
La propia distribución de estos corrales, con sus viviendas agrupadas entorno al patio, era una forma ingeniosa y eficaz de combatir las altas temperaturas, ya que aunque no soplara nada de viento en la calle, en el corral se aseguraban la circulación del aire a través del patio y por tanto, se aliviaban un poco del sofocante calor. Otros elementos como zócalos, pavimentos de mármol o fuentes hacían que el termómetro descendiese bastantes grados con respecto al exterior. Pero el crecimiento extramuros de la ciudad, dejando los corrales prácticamente deshabitados, y los equipamientos de las nuevas viviendas que se estaban construyendo, que por sí mismas podían hacer frente al calor, precipitaron la desaparición del corralón de vecinos tal y como se había conocido hasta el momento, ya que era incompatible con las comodidades y necesidades de los nuevos tiempos.
Como las antiguas casas-patio, es decir, de herencia árabe pero siendo a su vez una adaptación de la Híspalis romana, estaban los Baños Públicos; es curioso, pero el número de este tipo de establecimientos desciende paulatinamente conforme avanzan los siglos, lo cual nos da una idea de la higiene de las distintas culturas que han pisado la ciudad; así, del gran número de baños romanos que se esparcían por la ciudad romana (recordemos, menos de la mitad de extensa que en la época almohade), su número baja considerablemente en época musulmana, hasta quedarse en sólo 3 establecimientos bajo el dominio cristiano, concretamente los baños de San Juan de la Palma (en la calle Aposentadores), los de la calle Baños (junto a la Iglesia de Veracruz) y los de San Ildefonso. Se ve que cuando Isabel la Católica dijo que no se bañaba mas hasta que conquistase Granada tampoco esta realizando un gran sacrificio…
Los Baños eran establecimientos que constaban de distintas salas con agua a varias temperaturas en los que se daban cita durante el día las mujeres, para tener exclusividad masculina al llegar la noche. Afortunadamente para la ministra Aído, en 1762 se cerraría el de San Ildefonso, último recinto de este tipo en desaparecer en nuestra ciudad.
Menos exquisitos pero mucho más prácticos eran los baños en el Río. Evidentemente, si había algo capaz de sofocar el calor y refrescar a los pobres sevillanos eran las aguas del Guadalquivir, que en épocas pretéritas estarían mucho mas limpias y claras que hoy día sin ninguna duda.
Para evitar las traicioneras corrientes fluviales (en una época en que aún no estaba la corta, es decir, el cauce natural era el que pasaba por la misma ciudad), los sevillanos colocaban vallas y cajones de madera a lo largo de toda la orilla, desde la Barqueta hasta San Telmo, improvisando piscinas de madera en las que escapaban de las altas temperaturas. Como en los Baños Públicos, aquí también había diferencia de horarios según el sexo, teniendo las mujeres desde la madrugada hasta las once de la mañana y los hombres hasta el toque de oraciones.
Pero las protestas de las autoridades, el crecimiento y adecentamiento del Puerto y la contaminación que empezaba a ensuciar el Río con la llegada de la revolución industrial y de los primeros recintos fabriles en la ciudad hicieron que esta práctica desapareciera.
O se transformara. Y es que la sofocada población hispalense no dudó en desplazarse aguas abajo, a una zona más limpia y menos contaminada, a la Punta del Verde, donde sobre unas bancadas de arena de origen natural se creó la playa artificial de Sevilla, la histórica María Trifulca, que alivió a las clases populares durante la primera mitad del siglo XX.
Y digo clases populares porque los más pudientes, aquellos que se podían permitir largos desplazamientos y ausencias durante unos meses de sus puestos de trabajo, pusieron el germen de lo que hoy es el deporte estival favorito: la invasión de las playas cercanas.
Matalascañas, Sanlúcar de Barrameda, Chipiona, Rota, Isla Antilla, Mazagón… el uso generalizado del coche (esos Seiscientos….) y un cambio en la mentalidad popular espoleado por el “boom turístico” de los años 60 comenzó a desplazar la población hacia estos paraísos limítrofes, quedando la ciudad prácticamente desierta durante buena parte de los meses estivales.
Y lo que no podían ir a la playa, a la piscina… La piscina femenina de San Pagés (junto a Santa Justa), Piscinas Sevilla, la Venta “El Pino”… hacen que la desaparecida María Trifulca pase pronto al cajón de los recuerdos hispalenses para aliviar a los que por una u otra razón se tenían que quedar en la ciudad.
Otro elemento que alivió durante bastante tiempo los sofocantes estíos sevillanos fue, curiosamente, el hielo. En una época sin neveras ni congeladores, el hielo (o la nieve) fueron un bien muy preciado en la ciudad durante la época veraniega, tanto para uso individual como en las fiestas y veladas que se celebraban durante estos meses, como la velá de Santa Ana.
Almacenado en edificios destinados para dicho uso, normalmente naves abovedadas llamadas “pozos de la nieve”, el abastecimiento de hielo llegaba a la ciudad principalmente desde Constantina.
Es curioso el funcionamiento de este comercio: almacenada la escarcha producida por las heladas invernales de la Sierra Norte en estos pozos, prácticamente se sellaban para evitar que se derritiera el preciado “oro blanco” y así, totalmente herméticos y cerrados, se mantenía en el interior de estos almacenes hasta la llegada del calor; entonces el hielo era transportado hasta Sevilla por las noches (para que aguantase mas tiempo) en recuas de mulas, vendiéndose al llegar a la ciudad y en sus alrededores.
El comercio de hielo era bastante intenso y lucrativo, siendo la base económica de un buen número de familias de Constantina; aún hoy queda uno de estos pozos, habilitado como Casa Rural, en la Carretera de Cazalla. Evidentemente creo que sea necesario referir cuando ni por qué se acabó el negocio….
Así que nada, el que no se consuela es porque no quiere, y aunque a algunos como el que escribe estas líneas le quede todavía mes y medio para tomarse su quincena de vacaciones, es bueno saber que es pese a todo un privilegiado si se compara con los veranos vividos por sus abuelos, aunque ellos pudieran tomarse una cerveza junto al palacio de don Miguel Sánchez Dalp….
Despues me pasaré por su blog mas tranquilamente.Entre en mi blog le espera una Sorpresa .........
ResponderEliminarLa Canina seguirá cavilando .....
Yo lo que recuerdo de esos veranos era los domingos de playa. Nos acostaban temprano a mis hermanos y a mí y nos levantaban a eso de las 6 de la mañana para todos metido dentro de un seat 850 pasar el día en la playa. (eso si que era una aventura).
ResponderEliminarTeníamos que parar varias veces para ehcarle agua al coche, comprar el hielo y desayunar y ya bien entrada la mañana, mas o menos casi al mediodía llegábamos a la playa, con nuestra sombrilla, nuestra nevera y la comida para el día; cuando empezaba la tarde a caer, todos de nuevo al coche para la vuelta y eso era lo peor, porque algunos nos habíamos quemado y no soportábamos que nos rozarán los demás.
Esos eran los veranos que recuerdo de mi niñez.
Saludos
General otra entrada que te has trabajado y de lo lindo.
ResponderEliminarYo soy un experto en vacaciones en Agosto en Sevilla, por cuestiones de trabajo me he tenido que quedar y es de los meses en que da gusto pasear por las calles, salir a tomar algo, aparcar, como se nota cuadno llega Septiembre y ruge la marabunta.
Lo de los baños públicos tiene su versión moderna ahora con los spa y baños árabes.
Du Guesclin, un abrazo.
Magnífica entrada. La verdad es que, como dice Luz de Gas, en Agosto da gusto pasear por nuestra Sevilla y hacer y/o ver cosas que el resto del año son más difíciles de llevar a cabo con tanta gente...
ResponderEliminarAhora mismo me metía yo en un baño árabe como el que hay en la calle Aire, que vaya la que está "cayendo"2...
Saludos!!
Como de costumbre, me ha encantado la entrada, Du Guesclin. Tremenda. Tengo que decir que el tuyo es de los blogs que más aportan, en los que se aprende constantemente y que, por ello, más me gustan.
ResponderEliminarRecuerdo siempre la historia que me cuenta mi abuelo de cuando iban a la playa los domingos metidos por arte de magia y "apretujados" en un "Seita" el matrimonio, los tres niños, la abuela, la tita, el perro y las neveras con las tortillas y los filetes empanados, las palas, la pelota, las toallas...se les hacía el día eterno y lo pasaban en grande. Toda una aventura. Creo que antes la gente sabía sacarle más el jugo a cada segundo y saboreaban más este tipo de lujos que hoy día ni se aprecian.
Saludos y enhorabuena por la entrada.
Fantástica entrada General. La verdad es que yo he disfrutado de unos diitas pero ya he vuelto. Por elección propia disfruto más de pequeñas escapadas que de todo un més exiliada en esas playas cuasi sevillanas por ocupación. Agosto y Sevilla es un binomio mejor de lo que muchos creen. La verdad es que mis abuelos maternos no pasaban un mal verano. Primero mandaban a sus hijos al pueblo, para que pasaran un tiempo en el campo, y luego a Sanlucar, dónde yo misma he pasado muchísimos veranos. Ya vendrá su alteza a contarte. Lo que cuentas de las piscinas es verídico, es lo que durante muchos años hacían mis abuelos paternos. Pero como tú dices ha cambiado todo mucho. A finales de Agosto pasaré una semana en Roma y hasta entonces tengo alguna escapada en mente. Seguro que mi abuelo fliparía de saber como pasamos los veranos ahora, jejeje
ResponderEliminarKisses
Con tu permiso te he añadido a mi blog que hace muy poquito vio la luz.
ResponderEliminareste es mi blog
ResponderEliminarhttp://sevillana-detodounpoco.blogspot.com/
Desde que tengo uso de razón, voy a Sanlúcar.
ResponderEliminarEse es mi veraneo y fue el de mi padre, por eso para mí Sanlúcar es algo tan especial.
Qué recuerdos de niñez y primera juventud!Desde pequeña alternaba el campo de mis tios paternos (esas albercas con ranas y peces y el agua helada, incluso en el rio poniendo una cuerda para que no nos llevara la corriente) y luego Sanlucar, que también recuerdo con cuerdas donde se agarraban los que no sabian nadar)y en Sevilla,en esas piscinas que has nombrado,(San Pagés creo que era solo de mujeres).
ResponderEliminarY aparte del búcaro y el ventilador, esos platitos con jazmines para ahuyentar a los mosquitos.....
Muchos besos
Debo felicitarte por la entrada amigo Du Guesclin. Consigues sacar la Historia a base de un hilo sencillo y principal que desmadejas con interesantes reflexiones y datos históricos.
ResponderEliminarLa verdad es que a mi me ocurre igual que a la Dama. Mi veraneo siempre ha sido en Isla Antilla. Desde que tengo uso de razón. Mis padres y mis abuelos fueron antes allí.
Un abrazo amigo.
Cuantos recuerdos... aquellos meses de verano eternos en la Sierra Norte...
ResponderEliminarUn abrazo
Estupenda entrada todo una lección para mi, los países que tienen determinadas las estaciones brindan algo especial, nosotros solo tenemos dos, la denominada invierno que seria la época de lluvia y verano época de sequía, el mes de agosto es el mes por excelencia de vacaciones, y como ocurre en todas partes los tiempos cambian y el estilo de disfrutarlas también, para mi fue un placer leer esta entrada que me hace recordar si no los veraneos, si épocas de vacaciones de tiempos un tanto lejanos hoy.
ResponderEliminarRecuerdo que el mes de agosto lo pasábamos en la playa. Al principio en Matalascañas (cuando aún era 'la Higuerita', y era un pueblo pequeño). Más tarde en Mazagón. Era también un pueblo pequeño, con un pequeño pueblo de pescadores y una zona en la que la mayoría de pisos eran de militares. Más tarde la Antilla.
ResponderEliminarPero lo que más recuerdo de verano era antes de irnos a la playa las terrazas con sus veladores, como las de la calle Peñaflor en Triana donde podías consumir el pescaíto frito de la calle San Jacinto o de la freiduría de Rodrigo de Triana. Y cómo no los cines de verano como el Ideal. Por supuesto todos tenían ambigú con selecta nevería, y lo mismo ponían 'Los Energéticos' con Pajares y Esteso que 'Lawrence de Arabia'.
Gracias por la entrada
Estimado General: al hilo de lo que ha dicho NICODEMO, deberías hacer una entrada sobre los cines de verano. Tú que cuentas esas cosas de Sevilla tan bien contadas y documentadas. Porque creo que ya ni existen casi. A mi me dio mucha pena el perder el cine Santa Catalina, al que íbamos muchas noches y lo de menos era la película que pusieran, aunque parezca raro.
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada. Un placer leerte.
Como siempre el pasado unido al presente.
ResponderEliminarHistorias que me contaba mi padre, de ir en tren a las playas de Cádiz.
O los viajes familiares de nuestros abuelos ......
Yo siempre he sido de clubes de recreo.
La verdad es que me lo pase bién.Estoy apuntado desde 1979 en el Club Deportivo de la Motilla en Dos Hermanas.Allí siempre he pasado la mayor parte del verano,tras algunas escapadas a la playa.
Lo que mas me gusta del Club es la tranquilidad que hay y la poca gente que hay.Es un lujo ......
En fin amigo, buenisima entrada llena de recuerdos .......
Gracias.
La Canina seguirá cavilando ......
Mi estimado General, le ruego que en cuanto disponga de algo de su escaso tiempo libre tome su caballo y se pase por mi tejado, tiene algo para usted.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por vuestros comentarios, aunque esta vez os estoy mas agradecido que nunca ya que, después de mas de una semana sin poder entrar en el blog (trabajo, fallos en internet, etc) gracias a vosotros esto ha seguido vivo. Es un verdadero placer saber que estais ahí, de corazón os lo digo.
ResponderEliminarCaliz, ¿que quieres que te diga? jejeje, es increíble, ya tengo decidido casi al 100% que nos veremos este año en Madrid, aunque me quede apenas sin vacaciones, pero hay cosas que están por encima, son casi una obligación, y dejar pasar a la Red Special no es un lujo que a estas alturas pueda permitirme. Así que iré preparando el paquete de kleenex para el concierto.
Sevillana, un verdadero placer tenerte en esta, tu casa; ahora paso a meterte en la lista de enlaces. Por cierto, lo del 850 no es una aventura, es una proeza. Y pensar que ahora nos quejamos con nuestro aire acondicionado, airbags, ADS...
Un abrazo Juan; y por cierto, qué razón tienes. Da gusto pasear por la Sevilla de Agosto, a eso de las 10 de la noche. Una gozada.
Javi, yo me metia hasta debajo de una fuentecita de las nuevas que han puesto (en San Pedro por ejemplo) Vaya tela con la calorcita...
Muchas gracias por tu comentario, Maria Azahar. Desde luego, eran milagrosos esos viajes...
Qué quieres que te diga Gata, creo que tu abuelo fliparía aún mas no por como pasamos los veranos, sino de que encima nos quejemos...
Algo parecido me pasa a mi, dama, solo que en Chipiona, bastante cerquita por cierto. Aunque no suelo ir mucho, solo algún fin de semana. De hecho, voy mas en invierno, que no hay gente y es una gozada pasear por allí.
Pues si, Mer, San Pagés era de mujeres; de hecho, las referencias que tengo de esa piscina son por mi madre, que por lo visto era asidua.
Gracias como siempre a ti, Aguador. Magnífica playa Isla Antilla, por cierto...
Jeje, Glauca, pues yo prácticamente me voy a llevar todo el verano en Sierra Norte (mas concretamente Cazalla) por mor del trabajo. De hecho, me sale mas barato comprarme una casa allí por el precio que está alcanzando el gasoil...
Un placer es como siempre tenerte por aquí, América. Por cierto, aquí vamos por el mismo camino de dos estaciones con esto del cambio climático...
La verdad es que tomarse una buena cerveza con pescaíto frito en un velador es un auténtico lujazo, Nicodemo. Si hay algo que me consuela de trabajar en Agosto es que aún es posible hacer eso que comentas sin tener que cenar a las 8 de la tarde o esperar durante 5 horas una cola para comerte una de adobo...
Será un placer escribir sobre el tema, Miguel. Yo recuerdo especialmente dos cines de verano, uno en la Cruz Roja, detrás de la casa de mi abuela, que se veía desde la azotea. Y otro en San Diego, donde hoy están las pistas deportivas, que estuvo funcionando algunos años.
Saludos y gracias a todos una vez mas, espero esta semana tener un poco mas de "vidilla"...
Sr. Du Guesclin; Muchas gracias por su información sobre los Baños de María Trifulca. Muy bien documentada.
ResponderEliminarYo, a Dios gracias, he vivido mi infancia y juventud a la orilla del mar, al que echo muchisimo de menos y el calor del verano de Sevilla, es terrible, creo que efectivamente en Agosto es más llevadera Sevilla y mucho mas agradable. Gracias de nuevo.
Un trabajo de Cm Laude. Mi más entusiasta enhorabuena.
ResponderEliminarCompartimo el amor que le tenemos a nuestra Sevilla, es un verdadero orgullo haber nacido en esta bendita tierra.´Muchas gracias.