2 de junio de 2013

En las Delicias de Arjona


Posiblemente la fuente de Neptuno Niño sea una de las más simpáticas, y quizás desconocidas, de todas las que hoy día podemos encontrar en Sevilla.
Esta deidad infantil esculpida en mármol blanco se sitúa en una coqueta glorieta de las Delicias de Arjona, esos jardines con los que la ciudad recuerda a uno de sus Asistentes más populares, a pesar de ser el pionero en la destrucción de sus murallas y puertas al llevarse por delante la coracha que unía las torres de Oro y Plata con la excusa de dar continuidad al Arenal.
Después vendrían muchas más excusas y muchos mas lienzos demolidos.. hasta lo que tenemos hoy; pero esa es otra historia.

Delicias de Arjona


Volviendo a nuestro regordete y rollizo protagonista, aunque con un desarrollo abdominal bastante importante para la edad que se le supone, Neptuno Niño, o Neptunito, centra todos sus esfuerzos en soplar una caracola con la que quizás quiera invocar a otros dioses amigos perdidos con el paso de los siglos y de los cambios de sitio.
Porque la historia de esta infantil escultura barroca se remonta nada más y nada menos que a mediados del siglo XVIII, cuando la encontramos adornando los jardines del palacio veraniego que el arzobispo Francisco de Solís mandó levantar en Umbrete.
Jardines, según testigos de la época de una exquisitez y belleza inigualable, posiblemente diseñados por el arquitecto Ambrosio de Figueroa, que trabajó para Solís durante la etapa en que llevó la mitra hispalense
Pero el abandono primero y los enfrentamientos de la iglesia con el Gobierno del general Espartero después, provocaron el desmantelamiento del fabuloso conjunto artístico, siendo nuestro Niño trasladado en 1844 junto a otras esculturas, entre ellas 24 bustos de mármol de Carrara, a la recién creada plaza del Museo, ya en Sevilla.

Bustos de mármol blanco
Bustos de mármol blanco. Delicias de Arjona

Como hoy lo hace el genial Bartolomé Esteban Murillo, nuestro Neptuno Niño se situaba en el centro de esta plaza, abierta tras la demolición del noviciado del convento Casa-Grande de la Merced.
A su alrededor se encontraban los bustos a los que antes hicimos referencia y otras deidades clásicas, como los Mercurio, Marte, Apolo y Juno que sobre pedestales atribuidos al escultor Cayetano de Acosta (mediados del siglo XVIII) guardaban las cuatro esquinas de un elegante espacio conocido como "Salón Alto"
Un “lindísimo paseo” en palabras de José Velázquez, cronista de la época, en el que intervinieron el arquitecto Balbino Marrón y el paisajista Andrés Rossi bajo el mecenazgo de Fermín de la Puente, y que sería inaugurado con un baile el 27 de mayo de 1846 dentro de los actos celebrados por la boda de los duques de Montpensier.

Estatua de Murillo
Estatua de Murillo. Plaza del Museo

Pero tampoco duraría mucho este paseo; en 1864 los jardines del Museo son también desmantelados, colocándose en su centro la estatua de Murillo tallada por Sabino de Medina.
La disposición actual la adquiriría ya entrado el siglo XX, cuando el Ayuntamiento encarga a Juan Talavera la reorganización del entorno.
Por aquel entonces nuestro Neptuno, con los bustos de mármol y demás deidades, había sido trasladado a un nuevo emplazamiento: las Delicias de Arjona.
Estos Jardines, un antiguo paseo extramuros creado en tiempos del Asistente Arjona (hacia 1830) bajo diseño de Melchor Cano, primer Arquitecto Municipal con título de Sevilla, presentaban un aspecto rural, bastante alejado de ese carácter “delicioso” que su nombre presuponía.
Para solucionarlo son trasladados hasta allí nuestro Neptuno Niño y las otras estatuas del desaparecido palacio arzobispal de Umbrete, que se encargarán de ennoblecerlos y dotarlos de un sello artístico más al gusto de la época.

Delicias de Arjona
Estatua de Urania. Delicias de Arjona

En las remozadas Delicias se crearán nuevas glorietas, coquetas rotondas, elegantes jardines y senderos de albero, distribuyéndose por estos nuevos espacios las esculturas de mármol de la recientemente desmantelada Plaza del Museo.
Así la estatua de Urania, elevada sobre un alto pedestal hoy recubierto por jazmines, recibía a los visitantes que acceden por la puerta principal, distribuyéndose a continuación las representaciones de “Venus y Dionisos”, del dios Pan, los bustos romanos, las deidades del Salón Alto y, por supuesto, el simpático Neptuno Niño.
Además en uno de los extremos de los Jardines se añadían unos tondos esféricos de mármol blanco representando rostros humanos procedentes según mi amigo el historiador Ramsés Torres del derribo de parte de la fachada renacentista del Ayuntamiento que por aquel entonces estaba llevando a cabo Demetrio de los Ríos.

Delicias de Arjona


No serán las únicas “incorporaciones” artísticas que tendrán las Delicias de Arjona con el paso del tiempo.
A principios del siglo XX se ubica en una de sus entradas un estanque presidido por un escudo cerámico de los Reyes Católicos y en 1924 el pintor Sorolla pasa a formar parte de la nómina de homenajeados gracias a una escultura del valenciano José Capuz.
Aunque posiblemente los nuevos inquilinos más ilustres que han tenido las Delicias sean las tres fantásticas esculturas alegóricas que procedentes de la desaparecida Fuente de la Hispanidad encontraron acomodo en una de sus praderas a mediados del pasado siglo.

Alegorías Delicias de Arjona
Imágenes alegóricas de la Fuente de la Hispanidad.
Iberia, el Río Guadalquivir y el Río Magdalena.

Estamos hablando de “Iberia”, una sobria dama en actitud oferente tallada por Francisco Marcos Díaz Pintado; el “Río Guadalquivir”, una representación de los ríos españoles obra de Agustín Sánchez Cid; y el “Río Magdalena”, símbolo en este caso de los ríos americanos nacido del genial José Lafita, autor de la fuente de la Plaza de la Virgen de los Reyes.
Estas tres estatuas formaban como se ha dicho parte de uno de los monumentos más impresionantes de la Exposición Iberoamericana de 1929, la Fuente de la Hispanidad, situada en la plaza de los Conquistadores.

Plaza de los Consquistadores
Fuente de la Hispanidad. Exposición Iberoamericana de 1929
Fuente: Imágenes de un Siglo

La Fuente, diseñada por el arquitecto José Granados de la Vega, es uno de los mejores ejemplos de historicismo artístico realizados durante la muestra.
Levantada en dos niveles, al superior se accedía por sendas escalinatas protegidas por  balaustradas que una vez arriba servían para asomarse a la Fuente, presidida por la escultura de Iberia, elemento central sobre el que gravitaba el conjunto.
A sus flancos se tumbaban las alegorías de los Ríos, españoles y americanos, colocadas sobre pedestales que a su vez servían de surtidores al estanque, situado en el piso inferior.
A los pies de esta Fuente, como hemos dicho una de los monumentos más importantes de la Exposición Iberoamericana, se desarrollaba la Plaza de los Conquistadores, donde estaban los pabellones regionales y gigantescas estatuas de los artífices de la conquista del continente americano.
Pero Plaza y Fuente no se conservaron mucho tiempo más allá de la Exposición, estando prácticamente destruidas a mediados de los años 30, cuando aún no habían pasado ni diez años de su clausura.
En su lugar se sitúa hoy parte del Campus de Reina Mercedes y los bloques de pisos de la calle Tarfia. Pero esa, también, es otra historia...

Fuente de la Hispanidad
Plaza de los Conquistadores: Fuente de la Hispanidad (01), Torre del
pabellón de Córdoba (02), actual Avda. Reina Mercedes (03) y actual
Avda. de la Palmera (04).   Fuente: Imágenes de un Siglo

Al menos estas tres estatuas se salvaron de la desaparición, teniendo el profesor Antonio Sancho Corbacho el acierto y sensibilidad de reubicarlas en las Delicias de Arjona cuando en la década de los sesenta fue Concejal de Cultura.
Pero tampoco les acompañó la suerte en su nuevo emplazamiento.
Como no podía ser de otra forma, tristemente, las Delicias de Arjona estuvieron prácticamente abandonadas durante años, décadas, tiempo en que los, al parecer, inevitables vándalos hicieron una criba importante.
El ejemplo más lamentable quizás sean los dioses del Salón Alto, esos Marte, Juno, Apolo y Mercurio que el arzobispo Solís colocara en sus jardines veraniegos de Umbrete, que fueron literalmente robados, quedando únicamente sus pedestales sobre los que hoy lucen grandes jarrones improvisados para tratar de ocultar esa vergüenza.

Delicias de Arjona
El Salón Alto antes de que robaran las estatuas de los dioses.

Aunque parezca penoso, podemos alegrarnos de que los daños de otras obras fueran reparables, como los tondos de la fachada demolida del Ayuntamiento, las alegorías de la Plaza de los Conquistadores o nuestro Neptuno Niño, llegando, mejor o peor conservados, hasta nuestros días.
Y de paso haciendo más agradable la visita a todo aquel que decide perderse entre los jardines y senderos de albero de estas Delicias que hace casi doscientos años soñara José Manuel de Arjona y Cubas, Asistente de Sevilla.

Delicias de Arjona


13 comentarios:

  1. Me ha encantado esta ultima entrada, un trabajo magnifico.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Hola Sergio.

    Soy un lector habitual de tu blog. Me encanta el centro histórico y cada historia que pueda haber en cada rincón del mismo y por ello procuro no perderme ninguna entrada de las que te trabajas porque tocas puntos de la historia que son los que realmente me gusta disfrutar.

    Aunque no tenga nada que ver con esta entrada, quería compartir contigo este libro que me encontré el otro día en google books.

    http://books.google.es/books?id=PUgRAQAAIAAJ&printsec=frontcover&hl=es&authuser=0&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false

    Quizás lo tengas ya en tu poder, pero si no, imagino que te gustará, pues es la descripción de toda, toda la ciudad de sevilla en los años 30 del siglo XIX, poco después de los grandes cambios que se produjo la invasión napoleonica, pero todavía presente el recuerdo de lo que había antes de los franceses y justo antes de que comenzarán todos los cambios urbanísticos que transformaron Sevilla y que hoy nos hace dificil imaginar como era la Sevilla de la época de Olavide.

    Gracias por tu trabajo desinteresado y por estos momentos de cultura que nos proporcionas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias Javier, tanto por tus palabras como por compartir el libro de Félix Glez. de León.
      No lo conozco... prácticamente me lo se de memoria, es una verdadera joya.
      Apena ver como historiadores y cronistas de la época como León, Benavides o Velázquez apenas son reconocidos en nuestros tiempos cuando la labor que hicieron es tanto e incluso más importante que la de los Ortiz de Zúñiga, Morgado, etc... Pero bueno, hay tantas cosas inexplicables en nuestra Sevilla, jeje.

      Un abrazo!

      Eliminar
  3. Sergio buen trabajo sobre uno de tantos rincones castigados de la ciudad.
    Un saludo, Joaquín.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Al menos que, por nuestra parte, no caiga en el olvido.
      Saludos!

      Eliminar
  4. Con personas de tu compromiso y sensibilidad la memoria histórica está estre nosotros. Sigo tu blog desde hace tiempo y me gusta lo que haces y cómo lo concluyes.Enhorabuena, Sergio, un espejo donde mirarse las generaciones venideras.
    (Merecía la pena esperar a que publicaras todas estas entradas).

    Cordiales saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo un placer Mari Carmen, no puedes hacerte una idea de los ánimos que dan palabras como las tuyas para seguir con esta labor.
      Un saludo!

      Eliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Magnífica entrada, como todas, tan sólo me gustaría comentar que la comparación entre el Asistente Arjona, que desarrolló una magnífica labor de embellecimiento y mejora de la salubridad de la ciudad, cuyos resultados son claramente visibles en la actualidad, con personajes que han destrozado Sevilla buscando un enriquecimiento ligado al urbanismo, y de los que desgraciadamente hemos tenido muchos. El libro de Alfonso Braojos sobre José Manuel de Arjona es muy claro al respecto.

    Un cordial saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Capitán; evidentemente no es comparable, pero no por ello deja de ser el primero en derribar la muralla sevillana en la zona de la coracha.
      Que los fines eran radicalmente distintos a los especulativos que motivaron la mayor parte de los derribos posteriores, claro está. Pero como digo en la entrada, fue el pionero.
      Después llegarían los "listos"...

      Un saludo.

      Eliminar
  7. Excelente artículo, un placer. Te transporta a la Sevilla de otra época. Gracias!

    ResponderEliminar
  8. Gracias por mostrar la Sevilla desconocida, tanto más si no se es de aquí. He llegado al blog por búsqueda de quienes son las estatuas del jardín de las delicias.
    Pena de vándalos de ayer y aún hoy v.v

    ResponderEliminar

Comentarios: