En la historia de Sevilla muy pocos acontecimientos habrán tenido un éxito tan arrollador e inmediato como la Feria de Abril.
Si la primera, celebrada en 1847, desbordó las previsiones más optimistas con apenas un mes para organizarla, la segunda, ya planificada, parece ser que fue una auténtica locura.
José Velázquez, testigo de excepción de estas primeras ferias, señala que la de 1848 “estuvo concurridísima y las contrataciones alcanzaron una cifra sorprendente, sobresaliendo entre los negocios el del ganado caballar”.
En la Feria de Sevilla - Manuel Cabral Aguado Bejarano, 1855 Museo Carmen Thyssen Málaga |
Sin embargo, aunque el mercado de ganado seguía siendo el principal reclamo de la Feria, en paralelo una serie de elementos hasta entonces secundarios empezaron a cobrar cada vez más importancia: el baile, la fiesta, los toros, los paseos de caballos.
La gente acude al Prado por simple diversión, no sólo para comprar ganado o admirar las reses expuestas entre casetillas y puestos.
Y las autoridades parecen comprenderlo, algo a lo que tristemente estamos poco habituados por estos lares, por lo que fomentan ese aspecto jovial de la Feria. De esa forma los animales poco a poco van perdiendo su lugar, que es ocupado por reuniones animadas por el vino, el cante y el baile.
Mediante un proceso lento (durará décadas) y “planificadamente espontáneo”, el mercado de ganado se transforma en una fiesta adaptando para ello los mismos elementos que aparecieran por primera vez ese cada vez más lejano mes de Abril de 1847 tan añorado por los hermanos Álvarez Quintero.
Estos derroteros lúdicos hacia los que derivaba la Feria de Abril se pueden adivinar desde bien pronto.
Sin ir más lejos, en 1850, su cuarta edición, se expiden licencias para 93 tabernas y 7 puestos de agua, lo que puede servir para hacernos una idea de las necesidades más importantes de los feriantes. Tinto y en botella…
La importancia que había adquirido en tan poco tiempo la Feria es tal que ese mismo año se concentran en el Prado más de 60.000 cabezas de ganado.
Pero como decíamos antes, los tiros no iban por ahí.
Doce años después, en 1862, ya hay instaladas 237 casetillas, aún sin una estética y forma definida, pero de mayor entidad que los originales cobertizos de lona de los tratantes de ganado.
La Feria se organiza en una ancha calle de tierra que partiendo de la Puerta de San Fernando llegaba hasta la Enramadilla. A sus lados se disponían las casetillas en hilera.
Entre la Huerta del Retiro, la Puerta de la Carne y el arrabal de San Bernardo seguían instalándose decenas de puestecillos y tenderetes donde podía adquirirse prácticamente todo tipo de objetos: desde frutas y verduras a joyas, pasando por los mejores vinos de la tierra, aperos de labranza o los ya por entonces típicos buñuelos.
En la Feria - Rafael Arroyo Fernández, 1886 Museo Carmen Thyssen Málaga |
Un gran acontecimiento levantará la expectación de los sevillanos el año siguiente, 1863: la llegada del Circo Price.
Hasta entonces las atracciones habían tenido un claro carácter local: polichinelas, organillos, espectáculos flamencos, teatrillos y, por supuesto, las entrañables calesitas.
Pero la llegada de uno de los espectáculos circenses más reconocidos del momento no sólo en España, sino en el resto de Europa, sirve para hacernos una idea de la importancia que estaba adquiriendo la Feria de Abril, que un año después, en 1864, es clausurada con un castillo de fuegos artificiales, dejando en un segundo plano la carrera de caballos que la cerraba desde las primeras ediciones.
Mr. Seeth, el domador de leones, una de las grandes atracciones del Circo Price |
Pero los grandes cambios que dejarán definitivamente atrás el mercado de ganados se sucederán en apenas una década, la que va desde que se coloca en 1874 la primera bombilla eléctrica, sólo una, frente a la Puerta de San Fernando, hasta 1884.
En ese intervalo de tiempo la Feria comienza a tomar forma y parecerse a esa ciudad de luz, alegría y vida que hoy conocemos.
Y así, se cubrieron las lámparas de gas que iluminaban las noches feriantes por farolillos de papel inspirados en las “lanternas venezianas”, de moda por esa época.
O se siguieron trayendo los mejores y más celebrados espectáculos del momento, como la exhibición de globos aerostáticos que en 1883 hizo las delicias del respetable, entre los que se encontraba la antigua reina Isabel II, que seguramente contemplaría incrédula en qué se había convertido aquel mercado de reses que autorizara en 1847.
La calle San Fernando con la instalación de arcos voltaicos que daría luz a las noches feriantes - Imagen ABC |
Un año después, en 1884, se ilumina la calle San Fernando con 34 arcos voltaicos repletos de luces de gas.
Por aquel entonces la zona había sufrido una importantísima transformación urbanística, ya que la Puerta de San Fernando había sido demolida y la misma calle estaba en pleno proceso de ensanche.
Pese a todo, era la prolongación en la trama urbana del Real del Prado, y como tal en ella tenía lugar uno de los espectáculos más celebrados de la Feria: el paseo de caballos.
Un paseo que levantaba una grandísima expectación, tanta que se colocaban sillas como si de la Carrera Oficial de Semana Santa se tratase.
Por ello no nos debe extrañar la colocación de estos arcos voltaicos para que continuara brillando a la caída del Sol.
Otra imagen de la calle San Fernando preparada para la Feria. Tomada desde el lugar donde estuvo la Puerta - Imagen ICAS |
Como seguía brillando la misma Feria de Abril, año tras año, ya convertida en un derroche de vida, de luz, de colorido, de alegría y de diversión.
Los tratantes de ganado todavía seguirían llevando sus reses unos años más, ya con un carácter secundario, y aún faltaba algún tiempo para que Bacarisas unificara las pañoletas de las antiguas casetillas de los comerciantes dando forma y estética a las actuales casetas; o para que se construyera la Pasarela y de esta forma se dotara al Real de una portada reconocible; o para que Francisco Candela ganara las 500 pesetas de premio por pintar el primer cartel de la Feria.
Faltaba tiempo para muchas cosas, muchísimas, pero el camino ya estaba avanzado y era imposible la vuelta atrás: el mercado de ganado había pasado a ser una fiesta, una fiesta universal: la Feria de Abril.
Gracias , un artículo fantástico!!
ResponderEliminarMe han encantado la entrada en todos los aspectos. Es genial
ResponderEliminarTe felicito, Sergio, una entrada tan completa como brillante.
ResponderEliminarRecuerdo el traslado de la Feria al barrio de Los Remedios. Fue el alcalde Rodríguez y García del Busto, en 1973, el que se le ocurrió poner a las calles de El Real, nombres de primeras figuras del toreo, y Nicolás Salas, gran historiador e investigador sobre Sevilla, el que los propuso, menos uno.
Tienes un blog magnifico.
Saludos.
Una vez más, un artículo brillante Sergio. Mis felicitaciones por ello. Especialmente curioso el paseillo con el arco voltaico en la calle San Fernando, lo desconocía por completo.
ResponderEliminarA seguir como siempre!
Un saludo!!
Me gusta tu blog, te agrego a mi lista de blogs amigos. sevillalegendaria.blogspot.com. Un Saludo.
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