A finales de Noviembre de 1868 es derribada la Puerta Osario.
Con el visto bueno del arquitecto municipal Manuel Galiano, los albañiles a sueldo del contratista José Girón desmantelan la que, por suerte o por desgracia según se mire, es una de las últimas puertas de la ciudad desaparecidas bajo los certeros golpes de la piqueta.
Suerte porque después de ella sólo caerían las Puertas de Córdoba y Sol; desgracia porque en los años precedentes fueron derribadas 9, tres de ellas (Triana, San Fernando y Carmona) coincidiendo con la etapa republicana mientras las otras seis (Barqueta, San Juan, Real, Carne, Arenal y Jerez) desaparecieron entre 1857 y 1864, cuando España era reinada por Isabel II, al menos oficialmente.
Reconstrucción virtual de la Puerta Osario |
Aunque estas demoliciones hoy puedan parecernos una catástrofe patrimonial, en su momento fueron vistas con buenos ojos e incluso celebradas por buena parte de la sociedad hispalense, que veía en la piqueta una aliada imprescindible para lograr el ansiado progreso y la esperada modernización de la ciudad.
Muchas eran las ventajas que según ellos se obtendrían con el derribo de las viejas Puertas y murallas que durante siglos habían defendido Sevilla de sus enemigos y de las frecuentes crecidas del Guadalquivir.
Así, lo aconsejaban motivos higiénicos, ya que el cinturón de murallas era una barrera insalubre para una ciudad con una tasa de mortalidad altísima; urbanísticos, al complicar su expansión hacia los vastos campos que se extendían a su alrededor; económicos, ya que el Ayuntamiento podría vender los nuevos terrenos ganados a la ciudad extramuros; e incluso laborales, al fomentarse las contrataciones de obreros en paro para los derribos que, de paso, ponían los materiales extraídos en el mercado.
Reconstrucción virtual de la Puerta de la Carne |
Por eso no es de extrañar que aún no habían terminado de retirar los escombros de la Puerta Osario cuando ya estaba el Gobierno municipal diseñando la futura colonización de sus afueras: el Prado de Santa Justa.
Era éste, que ya ha aparecido en el blog alguna que otra vez, una extensa llanura insalubre utilizado por los sevillanos de intramuros como basurero, para pasto de ganado por los de extramuros y como campo de avenidas del Tagarete por todos.
Comprendía este Prado los terrenos situados entre la Trinidad y el Perneo, un enorme edificio destinado a matar cerdos que abarcaba desde la calle Salesianos hasta José Laguillo ocupando parte de la antigua fábrica de Salitre; y el barrio de San Roque, humilde arrabal donde destacaban la iglesia de San Roque y el desamortizado convento de San Agustín, por aquel entonces un presidio.
El Prado de Santa Justa en los años 80 |
La Urbanización de estas afueras de la Puerta Osario se encarga en un principio al arquitecto Manuel Villar Bailly, que tomando como referencia el citado Perneo proyectará una amplísima Avenida de 50 metros de ancho.
A partir de ahí lotea los terrenos en dos grandes manzanas, conformando de esta forma las actuales calles José Laguillo (entonces Saturno), Gonzalo de Bilbao (entonces Ensanche) y Júpiter (entonces Pompeyo).
Como vemos, todo muy romanizado, quizás fundamentado en la creencia de que por aquellos lugares estuvo situado el Circo de Híspalis.
Pero no fue bien la venta, o no tanto como se esperaba, y como magistralmente relata José M. Suárez Garmendia, el Ayuntamiento no tuvo más remedio que reducir sus pretensiones iniciales, bajando el precio del terreno a 1 peseta por metro cuadrado y recortando la amplitud de la Avenida, con lo que aumentaba el número de parcelas, aunque su uso se devaluaba, siendo la mayor parte destinadas a funciones industriales y de almacenamiento.
En una de estas parcelas, la que se encontraba en la esquina de la nueva calle Ensanche (Gonzalo de Bilbao) con la Ronda de Recaredo, levantará Francisco Clavero Fernández su Fábrica de Harinas.
El emplazamiento era inmejorable, a los pies de la Ronda exterior que estaba abrazando poco a poco la ciudad y frente a una de sus principales vías de acceso, la plaza de Doña Berenguela, espacio exterior a la recientemente derribada Puerta Osario y que hoy se correspondería con la calle Puñonrostro.
Por si fuera poco, a escasos metros, en la actual Júpiter, se celebraba desde hacía años un mercado de caballerías los lunes, jueves y sábados, lo cual unido al ajetreo del Perneo y a las fábricas que se estaban instalando en los alrededores, hacían que su situación fuera poco menos que privilegiada.
Calle Puñonrostro |
Don Francisco Clavero encargará la nueva Fábrica de Harinas, que llevará el nombre de Santa Ana, a un desconocido arquitecto llamado Francisco Ortiz Santaella.
Pocos datos se tienen de Santaella, que aparece por primera vez en la ciudad alrededor de 1882, trabajando en ella hasta su muerte, en 1888. Entre medias, de 1884 a 1886, levantará este edificio que, sin duda, es uno de los más curiosos de la época.
Y es que, aunque estemos hablando de una fábrica, Santaella diseñará su fachada en un estilo bastante cercano al neoclasicismo, dotándola de una elegancia poco usual para ese tipo de edificios de uso industrial.
Algo que se comprende por otro lado si analizamos el batiburrillo artístico propio de su época, en la que la arquitectura sevillana no tiene un estilo oficial ni definido, si acaso algunos matices comunes.
Así mientras la Fábrica de Santa Ana se diseña con rasgos neoclásicos, a escasos metros José Sáez y López está levantando el Colegio de Carmen Benítez en ladrillo visto y, siguiendo la misma Ronda, Juan Talavera y de la Vega anticipa el neomudéjar en el Costurero de la Reina. Por no hablar de los rasgos neogóticos que usa Manuel Portillo en la fachada del convento de Madre de Dios.
Laboratorio de Higiene del doctor Murga |
Santaella, como decimos, se decanta por el neoclasicismo, mismo estilo que a finales de siglo inspirará a José Gallegos Díaz para el edificio de los Juzgados de Almirante Apodaca, cuyas obras terminará el ya citado Sáez y López; o a Franco Pineda en el mastodóntico Laboratorio de Higiene del doctor Murga, en la calle Reyes Católicos.
Pero es un clasicismo más básico, no tan evidente ni monumental como en los dos edificios que hemos citado antes; más bien es una interpretación que se hace visible sobre todo en los dos cuerpos extremos de la fachada, en los ornatos de las ventanas o en la portada de acceso, una simplificación bastante original del típico pórtico griego.
El resto del edificio tendrá unas trazas más sencillas, podría decirse que incluso humildes, ya que hasta la distribución interior se organiza entorno a un patio central, imagen más cercana a los corralones de vecinos de los alrededores que a los templos griegos que aparentaba imitar la fachada a la calle Recaredo.
La Fábrica de Harinas de Santa Ana será uno de los primeros edificios que se levantarán en el Prado de Santa Justa. Después vendrá la cochera de los tranvías, la fábrica de camas de Urquiza, la de tuberías de Aramburu y un largo etcétera de instalaciones fabriles que colmatarán los terrenos del antiguo campo de avenidas del Tagarete.
En nuestros días apenas quedan huellas de ese pasado industrial. Las naves, fábricas y almacenes fueron demolidos, levantándose en su lugar edificios de viviendas cuyo metro cuadrado cuesta bastante más que esa peseta que puso de precio Villar Bailly.
Por suerte la Fábrica de Harinas de Santa Ana aún está en pie. Su productividad se mantuvo hasta bien avanzado el siglo XX y después cambió de uso: eso la salvó de la piqueta.
Santaella, al diseñar la Fábrica, había creado un edificio versátil, capaz de adaptarse a los cambios del entorno y a los nuevos tiempos.
Y así, cuando las afueras de la Puerta Osario pasaron a ser una zona casi céntrica de una Sevilla multiplicada varias veces en tamaño, la producción de la Fábrica paró y el edificio fue dividido en comercios, oficinas e incluso consultas médicas.
De esta forma la Fábrica de Harinas de Santa Ana, hoy podología, librería religiosa especializada, colegio de universitarios americanos (Texas Tech) y tienda de ropa de chinos, es un claro ejemplo de cómo una ciudad puede evolucionar sin necesidad de eliminar su patrimonio, respetando su pasado, que al fin y al cabo es respetarse a sí misma.
Lástima que este edificio sea una curiosa excepción...
Saludos.
ResponderEliminarQuiero hacer notar y recordar que la portada de esta fábrica estaba decorada con azulejos. Se perdieron en el arreglo del edificio en los años 80 del siglo pasado. En aquel entonces tenía yo recién acabada la carrera de Historia y entré a trabajar en la Delegación de Cultura de la Junta, con un contrato de prácticas. Allí vi un informe de alguien relacionado con la facultad de Bellas Artes (no recuerdo si estudiante o profesor) que encontró en la obra los azulejos que se iban a tirar como escombros. Los recogió, los recompuso y dibujó en el informe, y los ofreció a la Delegación de Cultura... que los rechazó (no sabían qué hacer con ellos). ¿Nadie conserva alguna fotografía antigua? Sólo recuerso que eran roleos vegetales, creo que en azul sobre fondo blanco.
Desconocía ese dato, Galván. La imagen más antigua que he encontrado de la Fábrica está en un libro de Julián Sobrino y apenas se aprecia la portada ni esos azulejos, aunque debe ser de esa fecha ya que aún no está levantado el edificio que se sitúa frente por frente en la otra acera de Virgen de Gracia y Esperanza.
EliminarSeguiré indagando a ver si encuentro información de esos azulejos que, por otro lado, supongo que no existirán desde hace décadas...
Saludos.
De siempre me he preguntado cual sería el origen de ese edificio tan singular, me has sacado de dudas. Gracias.
ResponderEliminarPor cierto, en el calendario oficial de Sevilla aún existe la calle Saturno. En las tarjetas que entregan en el antiguo hotel Adriano a los turistas, figura la dirección del mismo en Saturno.
Saludos.
En la misma José Laguillo hay una zona residencial de ese nombre, Saturno, y una estatua bastante "singular" que representa al Dios (o al planeta, cualquiera sabe).
EliminarIncluso en el edificio que hace esquina con Arroyo, creo que en la cornisa de última planta, hay un medallón con la figura de esa deidad. Vamos, que Saturno aún está presente en esa calle.
De Pompeyo no encontré nada...
Saludos Rafael.
Primero tengo que darle las gracias por el esfuerzo, y por compartir esto con todos. Luego decirle que me encanta, me transporta y me saca unos minutos de la realidad...más aún cuando estoy escribiendo a pocas manzanas de esas fotos.
ResponderEliminarAhora, unos comentarios_y_dudas. La fábrica de tuberías "Aramburu" sigue existiendo en lo que (hasta hace unos meses) era una gran nave donde vendían tornillos tuberías y cosas así, en la calle Lope de Vega, junto al que (hasta hace unos meses) era el centro de salud de Gonzalo de Bilbao...¿o quizás la fábrica era otra cosa? También quería preguntarle sobre el bloque amarillo de Lope de Vega, según me han contado siempre fue el primer edificio de hormigón de Sevilla, y por ello tiene algún tipo de "protección" histórica... Desconozco si es cierto, pero si lo pienso, realmente no se casi nada de mi propia calle...(Lope de Vega)
Un saludo
Muchas gracias por sus palabras, Raven.
EliminarHasta finales de los 90 había un gran edificio de Tuberías Aramburu en la esquina de Lope de Vega con Gonzalo de Bilbao, hoy un bloque de pisos. Ese edificio creo que en los últimos años estuvo en semiabandono, de hecho se celebraban cotillones y fiestas, hasta que se demolió.
La que existe en la actualidad creo que era una parte de ese edificio u otra sede más pequeña. Pero vamos, puedo asegurarle que en 1998 estaba yo en una Fiesta de Fin de Año en el edificio de Tuberías Aramburu a la que se accedía desde la rampa de los camiones. Eran otros tiempos, jejeje.
Respecto al bloque, creo que se refiere a los Pisos de Pinillo, uno de los edificios de vivienda mas singulares de Sevilla por su forma, su estructura, su funcionalidad y su arquitectura. Lástima que estén casi abandonados en algunos tramos (si no recuerdo mal, las casas de la esquina de Luis Cadarso con Méndez Casariego están tapiadas). De todas formas, espero en breve colgar una entrada de esos Pisos cuando termine de documentarme.
Un saludo y muchas gracias, como siempre!
Si son los mismos pisos que pienso (Pisos de Pinillo), digamos que tienen: una zona muy muy mal, abandonada y tapiada. Otra "okupada". Una tercera en condiciones "humildes" pero habitada. Y para terminar la que dá a la calle Lope de Vega, restaurada por una familia que ha comprado casi todas las partes. http://i132.photobucket.com/albums/q40/Ravenneo/08022007017.jpg
EliminarMe da muchísima pena y rabia cada vez que paso por ese bloque bueno todos los días y veo como lo van destrozando día a día, siempre me a encantado esos pisos y siempre e deseado vivir en uno de ellos, cuando pusieron en venta la mitad que no esta ocupada me encontraba yo emigrado fuera del país y perdí la oportunidad y eso que estaban bastante bien de precio, en fin supongo que ya no me va a ser posible hacerme con uno.
EliminarExcelente post, bien documentado y mejor escrito.
ResponderEliminarEl tema de la demolición de puertas y murallas es complejo de evaluar, lo que si me parece un gran acierto fue realizar la ronda de circunvalación que dejó fosilizado para siempre el contorno del casco histórico.
Lo del circo o anfiteatro de Hispalís no lo veo, salvo que fuera de madera, una estructura de este tipo en piedra deja huellas y no se ha encontrado nada. Además los romanos no eran como nuestros políticos, habiendo un anfiteatro en Itálica no se justificada otro en Hispalis, no como nosotros que tenemos tres estadios ...
Saludos,
Luis Hernández.
Muchas gracias por sus palabras, Luis.
EliminarTambién creo que fue un acierto, de la misma forma que un fallo garrafal taponar la actual Torneo con la vía del tren... salíamos de una muralla de piedra y tapial para dar con otra de hierro. Al menos esa zona se recuperó en el 92.
En el tema del Circo... tampoco lo veo, jeje, aunque es la tradición. De hecho algunos autores (Benavides) aseguran que estuvo en la zona de Mateos Gago. Restos no quedan de anfiteatro, ni circo ni teatro, aunque realmente de Híspalis apenas queda nada...
Un saludo!
El edificio al que se refieren, en la esquina de Gonzalo Bilbao con Lope de Vega fue antes la sede de la empresa de transportes Mateu & Mateu. Tenía grandes cristaleras y una rampa por la que los vehículos accedían a la planta alta. Siempre había camiones aparcados por la zona y un movimiento constante con la cercana estación de tren de Santa Junta, que por entonces era solo de mercancías. La empresa quebró a finales de los años 70 y el edificio quedó abandonado. Era usado de manera esporádica para celebrar fiestas hasta que fue reformado, eliminando la rampa, y ocupado por Tuberías Aramburu. Hace unos años Ferrovial lo derribó y levantó un bloque de viviendas.
ResponderEliminarMe ha resultado muy interesante y me gustaria tener informacion de la manzana que hay entre las calles Lope de Vega y Luis Cadarso que en su interior hay varios talleres mecanicos, de que año es esta manzana. Gracias y enhorabuena
ResponderEliminarHola Sergio, mi nombre es Pablo Peña. Primero de todo darte mi más sincera enhorabuena por este blog, me parece un trabajo precioso, necesario y muy bien documentado. Verás, he llegado aquí buscando imágenes e información de mi barrio y más concretamente de mi casa, Los pisos de Pinillo, la casa donde me he criado desde los 2 años y donde sigo viviendo actualmente a mis 36. Al leer que tienes intención de escribir un post sobre este edificio concreto me ha invadido la emoción y se me ha hecho, inesperadamente, un nudo en el estómago. Mientras leía este post no paraban de venirme imágenes de mi niñez; pasaba todo el día por estas calles que describes en las que, efectivamente, había muy pocas viviendas ya que casi todo eran almacenes. Recuerdo pasar a las vías por los agujeros del muro a dejar monedas para que las aplastara el tren, recuerdo perfectamente esa rampa del edificio de transportes por donde nos tirábamos los chavales con la bici o el monopatín, los almacenes de la calle Gonzalo Bilbao a un lado y otro de la calle cuyos portones usábamos a modo de porterías para jugar al futbol de una acera a otra ya que, al terminar allí la ciudad (debido al muro) el tráfico era muy escaso... en fín, no quiero ponerme demasiado pesado y sentimental, lo que sí quería es animarte efusivamente a que sigas con este blog y agradecerte de antemano que hicieras un post especifico de Los Pisos de Pinillo ya que llevo tiempo buscando información en internet y no he sido capaz de encontrar nada.
ResponderEliminarUn Saludo
Pablo
Hola Pablo me llamo Alfredo y soy del barrio desde hace cuarenta años casi, estuve en el Colegio Carmen Benitez, me gustaría saber si conoces a alguien que quisiera vender alguno de los pisos del Bloque Pinillo o informacion del administrador de fincas o propietario de alguno de los pisos sin habitar, siempre e querido vivir en ese bloque y ahora afortunadamente tengo algo de dinero ahorrado y trabajo de momento, por favor cualquier información te estaría muy agradecido, gracias.
EliminarHola me llamo Toñi y me encantaría conocer todo sobre ese edificio pues allí nací y allí vivieron mi madre, abuela y bisabuela. Eran montañeses y se llamaban Pepita y Obdulia. Me encantaría charlar con personas que las conocieron. Un saludo
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