Un paseo por el Barrio de San Bartolomé

El barrio de San Bartolomé es poesía escrita en un dédalo de estrechas callejuelas imposibles separadas en su justa y necesaria medida, la suficiente para que puedan florecer los geranios que cuelgan de los balcones.

Calle Virgen de la Alegría

Es una columna atrapada en alguna esquina desde tiempos que la memoria ya no alcanza a recordar; una celosía que esconde de miradas pasajeras las entrañas de una casa ensimismada por el rumor de una fuente; un zaguán tan sólo iluminado por un haz de luz que asoma tras una cancela de bella forja. 

Son pétalos de jazmín que compiten en fragancia con incienso oculto entre las hendiduras enladrilladas de Virgen de la Alegría; rayos de sol atrapados desde el amanecer en la techumbre vegetal de la calle Verde; un paseo en compañía del silencio que sólo puede ser rasgado por el lento tañir de la Esquila, última campana de la torre de San Bartolomé el viejo, templo derribado que antes fue sinagoga y antes aún mezquita. 

Calle Verde

Es una amalgama de leyendas, tradiciones y personas que se entrecruzan a lo largo de los siglos en callejuelas jalonadas por el peso de la historia.

Es el tesoro escondido en algún lugar secreto por Samuel Leví antes de caer en desgracia ante el rey don Pedro; el primer llanto de Miguel de Mañara; el adarve del misterioso Aben Manda; la luz que guiaba los pinceles de Murillo. 

Casa natal de Miguel de Mañara

Es un Rey Santo dormido la noche antes de recibir las llaves que fueron desvelo de sus ancestros; una bella doncella vestida a lo berberisco que deja atrás hogueras encendidas por la sinrazón del fanatismo; una lágrima que añora en el tiempo y la distancia a la perdida Sefarad.

Callejón de Dos Hermanas

Es, en definitiva, uno de los pocos rincones íntimos que aún puede permitirse Sevilla.