8 de mayo de 2012

La Piel Sensible y el Cristo de San Agustín

Retomamos las reconstrucciones virtuales de Sevilla aunque en esta ocasión no rescataremos del pasado un edificio desaparecido como hicimos con el Palacio del Conde Luque ni levantaremos viejas Puertas

Hoy reproduciremos un momento concreto de la historia de la ciudad que nunca volverá a repetirse ya que su principal protagonista desapareció hace bastantes años y el entorno en que discurría ha cambiado muchísimo desde entonces.

Para ello abriremos un pequeño túnel del tiempo en la Plaza del Pan del siglo XXI, con su Piel Sensible, sus farolas tipo ducha de piscina y sus tiendecillas pintadas de graffitis, para recuperar por unos instantes la sobriedad de una de las imágenes mas antiguas de Sevilla tristemente desaparecida en 1936: el Cristo de San Agustín.


Del Cristo de San Agustín se tienen noticias desde principios del siglo XIV, cuando según una vieja leyenda fue encontrado en una cueva del Prado de Santa Justa por un pastorcillo.
Dicen que se tapaba con una mano la herida del costado, como si intentara contener la hemorragia provocada por la lanzada que le propinó Longinos, cuando ante el asombro de todos extendió el brazo y lo apoyó en el madero.
Eso cuenta la leyenda; la historia nos dice que pocas décadas después lo encontramos ya en el Convento Casa Grande de San Agustín, extramuros de la Puerta de Carmona y del que aún quedan algunos restos, donde se ganó pronto el favor de los sevillanos, siendo una de las imágenes mas veneradas de la ciudad durante bastantes siglos al mismo nivel que hoy podría serlo el Gran Poder.
Una veneración que, por cierto, se acrecentaba por su fama de milagrero, saliendo muchísimas veces en procesión para interceder por la ciudad cuando se encontraba en dificultades, como por ejemplo en la terrible epidemia de peste que diezmó la población en 1649.
Talla de hechuras góticas, presentaba rasgos como el pelo natural que evidenciaban su antigüedad y le conferían una sobriedad bastante alejada del gusto barroco por el que, con el paso de los siglos, iría decantándose la ciudad.
Quizás por ello el Cristo, a pesar de mantener intacta sus dotes milagrosas, pasó a un plano más discreto dentro de la creciente nómina de devociones hispalenses, situación que empeoró al desamortizarse el convento de San Agustín, siendo transformado en presidio, momento en que se traslada a una capillita de la vecina iglesia de San Roque.
La pérdida de peso específico en el panorama sacro hispalense se consuma a finales del siglo XIX, procesionando en contadas ocasiones hasta salir por última vez en 1926, momento en que está tomada esta imagen a su paso por la Plaza del Pan.

Imagen: www.elninofrito.blogspot.com
Tan solo 10 años después, en julio de 1936, el Cristo de San Agustín arderá junto a la parroquia de San Roque en los albores de la Guerra Civil, perdiéndose para siempre.
En la actualidad se conserva en dicha iglesia una réplica bastante fiel salida en 1944 de la gubia del escultor Agustín Sánchez Cid.
Con la colaboración de Pedro Lavado




3 comentarios:

  1. Enhorabuena por tu página. Te sigo desde hace tiempo y te agradezco a ti y a personas como tú la labor impagable de memoria sevillana que hacéis.

    Un crítica: hasta que no aceptemos la historia totalmente, seguiremos degradando nuestro inmenso patrimonio. No sólo con la picota se destruye una cultura. Y aceptar la historia como fue no es hacer daño a nadie, sino conservar nuestra cultura lo más honestamente posible.

    El cristo de san Agustín no ardió por combustión interna. Ardió porque hubo gente que así lo quiso. Y si no se señala a los culpables, no se hace justicia histórica...

    Por lo demás, gracias otra vez por tu encomiable trabajo.

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  2. Muchas gracias por tus palabras, anónimo.
    Posiblemente tengas razón, pero en esta entrada he seguido la misma línea que, por ejemplo, cuando escribí en Agosto pasado un pequeño homenaje a Blas Infante.
    En ese momento tampoco especifiqué quienes o cuales habían sido las causas de su muerte. Me parecía todo tan terrible, la situación, para uno u otro lado, que preferí centrarme en su figura.
    De igual forma en esta entrada generalizo, porque, al menos en mi opinión, tanto con el Cristo de San Agustín o el de los Gitanos, mi hermandad, como con Blas Infante o Federico García Lorca, acabó la Guerra.
    Por ello, una vez más, no he señalado culpables, sino la culpa.
    Que ya digo, seguramente tengas razón, pero cuando trato ese tema intento desde hace un tiempo cargar las tintas contra la sinrazón de esos tiempos tan terribles.

    Saludos

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  3. Comprendo.

    Sólo fue una crítica constructiva. Pero también una voz desesperada, de gente, como tú, que amamos a Sevilla y que amamos la historia y que nada tenemos que ver con juicios morales ni con prejuicios superables, que empañan el enorme acervo cultural del que todos tenemos derecho a disfrutar, limpio de miedos y de "olvidos".

    Un saludo y gracias por contestar.

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Comentarios: