7 de junio de 2010

Recuerdos de Silvio

Fue un 6 de Junio de hace 20 años, tal día como hoy dos décadas atrás. Mi padre consideró que sería un buen regalo de cumpleaños llevarme al último concierto de Cita en Sevilla, un festival de música similar (salvando las distancias) a los Territorios de ahora que tenía su centro de operaciones en un escenario desmontable instalado en el Prado de San Sebastián, entonces un descampado de albero en espera de que unos árboles y arriates le confirieran la categoría de parque.

Era la despedida del certamen por esa temporada y la presentación de “En Misa y Repicando”, el nuevo disco de Silvio en compañía de Sacramento. De los otros grupos no me acuerdo, es decir, que lo mismo pudo tocar esa noche con Medina Azahara que con Paco de Lucía que con la charanga de mi barrio, ni me enteré entonces ni me he enterado aún ni me quiero enterar, no quiero llevarme una sorpresa parecida a cuando supe que Faith No More y Soundgarden acompañaron a Guns’n Roses en el Benito Villamarín: mis vinilos se revalorizaron, pero me tiré de los pelos unas cuantas semanas.

Volviendo al hilo, para un niño que agotaba sus doce años Silvio no era más que una parte de la banda sonora con la que era monopolizada la minicadena los fines de semana y, peor aún, el tipo que unos meses antes la había estado liando en la bodega La Mina, donde improvisó uno de sus espectáculos bajo el patrocinio del vino, la cerveza y supongo que todo aquello que se pusiera por delante.

Si entonces no me pareció gracioso, ahora menos: mi idea de celebrar un cumpleaños era bastante diferente y por tanto el resultado era de esperar: cerrazón en banda y mi padre se quedaba con las ganas de Silvio, con las entradas colgadas y con un cabreo monumental para varios días. Cosas de niños…

Como en el poema machadiano (otra de las cabezonadas que agradeceré eternamente a mi señor padre), el niño se hizo mozo y 3 años después el destino le deparaba otra cita con Silvio un 6 de Junio, día de su cumpleaños: la inauguración de Cartuja 93, ese intento vano por prolongar el sueño de la Expo durante algún tiempo.

Por fortuna, para entonces mi oído había alcanzado un cierto criterio tras seis meses de plantón frente a la Jumbotron, meses en los que había alucinado con los Crowed House, saltado con los Chanclas y reído con el ostión en la cara que se llevó David Santiesteban cuando bajó a besar a las niñas que se derretían en la Plaza Sony.

La Expo se apagó y la Jumbotron con ella, pero se quería conservar su espíritu en la medida de lo posible, con lo que se inauguraba Cartuja 93 con un cartel que hoy en día sería todo un lujazo: Loquillo, Sabina, Ketama y Silvio.

Loquillo, Sabina, Ketama y Silvio cuando Loquillo aún andaba entre trogloditas, cadillacs, las palmeras y el camión; cuando Sabina era aún mi Sabina, ese que escucho al menos una vez al mes y que todavía no había escrito "esa canción" que lleva mas de 10 años versionando; cuando Ketama fusionaba sin extravagancias; y cuando Silvio, ya sí, se había hecho un hueco en mi estantería de cintas vírgenes compradas en el bazar de la calle Recaredo, las más baratas de Sevilla con diferencia.

Total, que en segundo lugar, tras un Sabina tocando la fibra del respetable con su “vacío como la Isla sin Camarón” (que se había ido hacía pocos meses), Silvio se plantaba en el escenario como, años atrás, lo había visto yo en la Bodeguita La Mina: el mismo espectáculo, los mismos gritos y la misma improvisación, solo que esta vez no estaba en un bar. Pero a él le daba igual y, por supuesto, a todos nos daba igual.

Hizo lo que se esperaba de él, ni más ni menos. La gente no quería escuchar letras bonitas, ni virtuosos de la música, ni cosas nuevas, para eso estaban los otros: la gente quería ver a Silvio. Simplemente.

Y es que Silvio Fernández Melgarejo era algo muy nuestro, el prototipo de perdedor sevillano, ese familiar, amigo o conocido que “podía haber sido lo que hubiera querido si no…”. Silvio encarnaba al primo que iba para futbolista pero le gustaba mucho la juerga, a la amiga que podía haber estudiado lo que quisiera pero tonteaba tanto desde niña que se quedó embarazada en el instituto, al vecino que pintaba de escándalo pero terminó cambiando bujías para pagarse los porros. Silvio es el ejemplo de esos genios que quedaron en nada, esos genios innatos y precoces a los que hemos alabado y, sobre todo, compadecido, porque la compasión hacia el desgraciado es algo que va muy dentro de nuestros genes.

Varios gritos, balbuceos de estribillos, muchas risas, alguna que otra anécdota: Silvio en estado puro. El mismo espectáculo del que años atrás yo había renegado ante los parroquianos de la bodeguita La Mina ahora lo aplaudía junto a los cientos de personas que se reunían en el Puerto de Indias. Al final mi padre iba a tener razón.

Después vino Loquillo pero ya nada era igual: el cadillac sonó como sonaba el cadillac y las chicas olían a Chanel, cocaína y Don Perignon. Todo era perfecto, pero algo faltaba. Tanto que escuché el inicio de Ketama atravesando la Pasarela.


Volví a cruzarme con Silvio años después, poco antes de su muerte. Era una tarde calurosa, me gusta pensar que también un 6 de Junio, por la calle Adriano; desde la esquina de la Casa de las Moscas la madre de mi amigo Aarón nos invitaba a entrar en el bar donde la liaba su nuevo ligue, un guitarrista al que llamaban Pajarito, junto a Silvio y algunos más de su cuerda.

El jaleo llegaba hasta el río; era mi oportunidad de resarcirme por lo de La Mina, de reconciliarme con el Silvio de los bares de la misma forma que en la Cartuja lo había hecho con el Silvio de los conciertos tras el fiasco de la Cita del Prado.

Pero no pudo ser, mi amigo no estaba muy por la labor: al chaval no le había sentado muy bien esta incursión de su madre en el mundillo artístico y nos dimos la vuelta.

Aarón se marchaba de la misma forma que yo había hecho de niño, por más que ahora me muriera porque me invitaran a entrar al bar. Mi historia se repetía, aunque en esta ocasión era yo el que estaba al otro lado, en el lado del que no se quiere ir. Es por eso que ahora, escribiendo estas líneas 20 años después, he comprendido al fin el cabreo que se pilló mi padre el día de mi cumpleaños. Más vale tarde que nunca, aunque ya no pueda reconciliarme con el Silvio de los bares.

13 comentarios:

  1. Hola Du Gluesclin, me encanta tu entrada de hoy.Aunque no podría ser
    tu padre, por diferencia de edad, si puedo ser tu hermano mayor y te confirmo que el tiempo, la vida, el destino o qué se yo nunca nos dejara reconciliarnos con los mitos, siempre nos faltara su ultimo concierto, su ultima y original actuación.A mi me paso con Jesus de la Rosa, verdadera alma de TRIANA; con ANTONIO VEGA, genio de NACHA POP; con ENRIQUE
    URQUIJO, y pos supuesto con el Dios del ROCK sevillano, D. SILVIO
    MELGAREJO.Saludos, espero te pases alguna vez por mi blog:
    SOÑANDOSEVILLA
    Gracias.

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  2. ¿Cuantos Silvio fue posible conocer?, ahí está su grandeza en que han pasado muchos años de su marcha y aún lo tenemos presente.
    Describes muy bien como se puede llegar a desperdiciar un genio.
    Un abrazo

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  3. Quién pudiera celebrar hoy día su cumpleaños escuchando algo tan grande. Ya no quedan músicos así, aunque sigue habiendo gente poniendo todo su corazón en esto.
    Me encantó tu entrada, cumpleañero.

    Tu entrada ha llegado 20 años después pero tu padre seguro que te perdonó a los 20 minutos, pese a cabreo. ¿De casta le viene al galgo? jejeje.

    Un beso.

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  4. Pues no he oido nada de Silvio...
    Más vale tarde que nunca no?aunque sea despues de 20 años.

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  5. Silvio de mi corazón... ¡Habré oído veces "Fantasía Occidental"!

    Un músico emblemático, personal y original, particular e inimitable. Único.

    Tu relato, muy emotivo. Es que me encanta Silvio.

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  6. Bellos los recuerdos que te quedaron de aquel diía de hace 20 años. También quedaron en muchos de nosotros.

    Un abrazo

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  7. Con la insistencia de tu padre al final lo metiste en tu vida y lo añoraste, diferente edades, diferentes experiencias.
    Besos, hasta pronto.

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  8. Genial esta entrada, Sergio; me ha encantado! Yo lo vi actuar [bueno, ésto es un decir ...] en Marchena, allá por los noventa y poco. Tengo el recopilatorio último que salió y lo escucho muchísimo!

    Era de la Roda, como mi padre ...

    Recuerdos ...

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  9. Bien merecida la entrada para el grande de Silvio y gracias por compartir estas experiencias, yo también guardo algunas inolvidables.

    Un abrazo General

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  10. Mi general de la entradas mas entrañables que te he leído,has escrito entre recuerdos y con el corazón,el tiempo pasa tan rápido,es una entrada para un grande y para esos momentos que no se olvidan nunca.

    De cumple?!...Un beso y un abrazo.

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  11. Gracias por el blog, para los "forasteros" es una joya de internet poder leerte.

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  12. Ya me he enterado por el blog de Moe y de El callejón de los negros de que te casas.
    Pos chico, de corazón te deseo todo lo mejor y la mayor felicidad del mundo.
    Felicitaciones.

    Un abrazo

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  13. Hola amigo:
    Recuerdo perfectamente los dos conciertos a los que haces referencia porque yo estuve en los dos: En el de Cita en Sevilla compartieron escenario esa noche con Silvio, Kiko Veneno y Pata Negra, pero la formación buena, Raimundo Amador incluido. Por aquel entonces no andaba yo muy puesto en el rollo de fusión que se montaba aquella gente entonces, pero me gustaron, en especial Kiko Veneno, pero Silvio... ¡¡¡Demasiao!!!
    Parece que lo estoy viendo ahora mismo saliendo al escenario güiskazo en mano, con el traje marrón de raya diplomática que guardaba para sus conciertos, como aquel que guarda siempre la misma ropa de los domingos.
    En el siguiente concierto al que haces referencia, yo también estuve allí y, aún recuerdo el careto entre mosqueao y confundido de mi amigo Eduardo que no daba crédito a lo que estaba viendo cuando Silvio estaba sobre las tablas. Por aquellos años, y a raiz de este concierto y de algún otro más, surgió mi interés por Loquillo, el cual, para mi, hoy por hoy, pienso que es de los pocos que aún resiste el paso de los años en la escena actual.
    Un último apunte ¿sabes quien era el que tocaba la batería en estos conciertos y se ponía a cantar las canciones cuando Silvio se callaba y no continuaba cantando? Pues nada menos que Pibe Amador, si, el que está ahora de productor en Se llama Copla de Canal Sur. Pienso que sería muy interesante que este hombre escribiera un libro con todas sus vivencias presenciadas por el en la escena del rock sevillano cuando ésta era pura efervescencia allá por los 70/80. Si lo veis algún día, proponérselo de mi parte.
    Saludos

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Comentarios: