Que Sevilla es una ciudad de contrastes es algo que nadie pone en duda. Mientras semana sí, semana también, se inauguran retablos cerámicos y placas conmemorativas a un ritmo que, de seguir así, dejará dentro de pocos años alicatadas varias calles del Centro, en otros puntos de la geografía hispalense hay azulejos que pasan totalmente desapercibidos aún siendo muchas veces el único testimonio que nos queda para comprender su pasado y, por qué no, su presente mismo.
Uno de ellos lo encontramos en la Glorieta del Fuerte Navidad, la popularmente conocida como Rotonda de Santa Clara, a los pies de Kansas City.
Dos limitaciones de velocidad, una a 24 km/h y otra a 15 millas, flanquean una planimetría cerámica de la Garden City Santa Clara, donde se puede apreciar la evolución que ha sufrido el barrio desde su creación para albergar las familias de los militares norteamericanos destinados en la base de Morón de la Frontera hasta nuestros días.
En las inmediaciones del Molino del Pico, asentado sobre los restos de una de las torres almenaras que conformaban esa avanzadilla del sistema defensivo hispalense al que ya nos referimos cuando la Torre Blanca (sigue en ruinas, por cierto), se creaba a mediados del siglo pasado una barriada a imagen y semejanza de las ciudades dormitorio estadounidenses.
Zona privilegiada para la época en lo que a comunicaciones se refiere por su cercanía con el cada vez mas pujante Aeropuerto de San Pablo, que desde finales de la Guerra Civil había desplazado a Tablada del centro de gravedad aeronáutico hispalense, y por tener acceso directo a la autopista de San Pablo y a la carretera Amarilla, se creaba esta barriada que, a pesar de ser bautizada como Ciudad Jardín, distaba bastante de los conceptos formulados por Ebenezerd Howard a principios del siglo, seguidos de forma mas fidedigna en otros puntos como la Gran Plaza.
Desgraciadamente las diferencias entre la Garden City que nos muestra el azulejo y los nuevos barrios que por la misma época se estaban construyendo en Sevilla son abismales: mientras el cinturón de huertas que desde el medievo rodeaba la ciudad daba paso a un gris paisaje de asfalto y bloques de pisos, en Santa Clara los americanos importaban su típico modelo de viviendas unifamiliares aisladas en un amplio jardín, con escasa altura y rodeadas de espacios verdes donde destacaba un gran campo de béisbol (Ball Field), hoy transformado en parque aunque todavía mantenga su forma romboidal característica.
También podemos comprobar como las viviendas variaban en tamaño y forma dependiendo del lugar en que se encontraran y del cargo que ostentara su residente, estableciéndose una jerarquía dentro del mismo barrio en la que, “curiosamente”, eran ocupadas las zonas peores por los trabajadores españoles encargados del servicio.
De todas formas no tardaron en “vengarse” estos trabajadores empezando un trapicheo primero y luego todo un comercio a baja escala de discos y ropa americana, bastante difícil de encontrar en la Sevilla de la época. Aterrizaban los Rolling y los pantalones vaqueros.
Mucho ha cambiado Santa Clara desde que se colocara este azulejo. Tanto que hoy es realmente difícil reconocer las viviendas de los americanos dentro del actual entramado urbano. Igual ha sucedido con los espacios verdes, algunos con otro uso como el campo de béisbol al que antes se hizo referencia, mientras otros han pasado a formar parte de los equipamientos e infraestructuras del barrio como el Centro Comercial, el Club Santa Clara o la iglesia que proyectara para los agustinos el arquitecto Ángel Martínez García.
En definitiva, es bastante poco lo que nos queda de esa Garden City sevillana, de ese residencial americano no muy lejano en el tiempo, hoy tan cambiado. Al menos aún nos queda este azulejo para recordarnos que por Fray Marcos de Niza hubo una época en que se circulaba a millas por hora.
Mi relación con la música me hizo tener bastantes clientes y amigos allí.
ResponderEliminarPrimero yankees y después prestigiosos médicos especialmente de rehabilitación y neuro, también músicos que ligaron para siempre con hijas de los US Army, también de Los Mercurys de Silvio, los Bombines y ya más tarde políticos en los primeros años de la transición; Péez Royo, Rubiales, R. Busón, Alfonso Guerra que continúan viviendo allí.
Recuerdo especialmente el encanto, el aspecto y el ambiente de aqulla barriada, era cómo entrar en el extranjero, era el extranjero en los días de diciembre, desde el 4 (Givin Day) hasta fin de año. Para mí era alucinante ver los cadillacs y los árboles de navidad, ya de los discos y equipos de Alta Fidlidad, ni te cuento.
Cómo siempre, una entrada llena de nostalgia.
Saludos
Ja,pues no tenía ni idea.Gracias por descubrirlo
ResponderEliminarUna de mis tias era peluquera y trabajaba varios dias al mes en esta zona peinando a las mujeres de la barriada. ¿Donde vas tita?. A los chalés de los americanos. En mi familia seguimos conociendo Santa Clara como "los chalés de los americanos"
ResponderEliminarDe siempre me ha gustado callejear en coche por esa barriada, más aún hace unos años que todavía mantenía mucho del encanto de los americanos.
ResponderEliminarCuando lo hacía siempre recordaba las películas de J. Dean, Gigante, Esplendor en la hierba y otras por el estilo.
Un abrazo
Yo paseándome como desconocida por eso lados,como siempre muy buen post.
ResponderEliminarFelicitaciones en el aspecto personal especialmente mi genereral....Suenan campanas.
Me ha encantado el post! La mayoría de las cosas las sabía, ya que vivo allí, pero fíjate que en la vida se me ha pasado por la cabeza pararme a mirar el azulejo, ni pensar que podía haber un campo de beisbol reconvertido!
ResponderEliminarEl otro día precisamente me contó un taxista un montón de cosas y de recuerdos suyos sobre Santa Clara en esa época.
Besos.
Como siempre tus comentarios una maravilla, Doria.
ResponderEliminarAgradecido S..
También yo lo conocía así de pequeño Naranjito, aunque en este caso era por mi padre, que compraba allí de joven sus vaqueros, jeje.
Pues cada vez está mas difícil circular con el coche por esas calles no cogé ventaja.
Un placer que esos paseos sean gracias a este blog, América.
Me alegra mucho que te haya gustado Marta. Y bueno, ya que estamos, si quieres compartir esas historias del taxista ya sabes, el blog está a tu disposición.
Saludos.
fantastica historia!
ResponderEliminarSi ustedes se fijan en el azulejo, la disposición de la barriada tiene aspecto de Pistola. Parece que fue proyectado así, para que los pilotos de los aviones lo distinguieran sin dificultad en el aire.
ResponderEliminarGracias por el articulo. Muy interesante.