23 de julio de 2013

Tradiciones Sevillanas: la Rosa o al Poyetón


Parece ser que antaño no estaba muy bien vista la soltería.
Nuestros mayores consideraban poco menos que una desgracia no contraer matrimonio y ver pasar la vida sin otra compañía que la soledad, si acaso algún gato o un jilguerillo cantarín. 
Para evitarlo, las muchachas (sobre todo) recurrían a todo tipo de tretas y artimañas con el fin de conseguir ese ansiado marido que estaría a su lado en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza... o donde hiciera falta. Al menos sobre el papel. 

José García Ramos
Cortejo Español - José García Ramos (1885)
Museo Carmen Thyssen de Málaga

Era fundamental en esta búsqueda la ayuda divina, es decir, dar con el santo adecuado.
Así, entre los principales agentes matrimoniales del santoral se encontraba San Cucufato, al que pese a ser patrón de los jorobados rezaban las casamenteras padrenuestros durante 40 días, tras lo cuales los pretendientes deberían llegar a la reja de casa como rosquillas.
Pero no era nada fácil esta invocación sagrada, ya que el primer día se debería rezar sólo uno, al segundo dos, al tercero tres... y así hasta llegar a los 40 para el cuadragésimo, algo bastante lioso como podemos suponer. 
Y lo peor es que estaba prohibido equivocarse, ya que un fallo en la secuencia daba al traste con todo el hechizo y dejaba a la moza compuesta… y sin novio.

Costumbres Andaluzas: Pelando la Pava
Imagen: Almirante23

Si fallaba este mártir de origen catalán siempre podían tirar del bueno de San Antonio, "literalmente" para su desgracia.
Porque si bien algunas muchachas, las que le tendrían mas cariño, encendían dos velas y a esperar, otras directamente ataban una soga al cuello y lo tiraban a un pozo.
Ya lo decía la voz popular, que traemos de la mano de Alejandro Guichot:

Fuiste la que metiste
a San Antonio en el pozo, 
y lo jartaste de agua
pa que te saliera un novio

Pero no sólo las muchachas rogaban a los santos; el asunto pasaba a mayores cuando era la misma suegra quién rogaba por un yerno
En este caso la tarea se encomendaba a San Cristóbal, otro esforzado mártir al que invocaba una coplilla recordada por Antonio Siria en sus "Dichos y Refranes Ecijanos":

San Cristobalito
carita de rosa
dame un novio
pa mi hija moza

Aunque claro, si hablamos de conjuros y sortilegios, hay que pasar ineludiblemente por la noche de San Juan, la noche mágica del año.
En algunos pueblos como el Viso del Alcor desde el mismo momento en que el reloj señalaba las 12 comenzaban a caer cubos de agua de los balcones, ya que la tradición establecía que el nombre del futuro esposo sería el del primer hombre que pisara el charco. Y eso quitaba trabajo...
Cuando la muchacha tenía novio pero no tenía muy claro si era el adecuado, lo mejor era lanzar al aire tres veces una babucha
Si la última caía de pie, todo perfecto; que no, otra vez al balcón a tirar cubos de agua. 
Que también lo decía otra coplilla popular:

La mañana de San Juan
cuaja la almendra y la nuez
y se anudan los amores
de los que se quieren bien

Para que todo fuera correctamente y en orden, además de la ayuda divina la muchacha debía tener otras precauciones en su día a día, como evitar que barrieran sus pies o comer por la calle a la vista de todos.
Cualquiera de esas acciones podía alejar a los hombres de su presencia y relegarla a una soltería bastante mal vista, casi maldita, que no la dejaría ni siquiera después de muerta…
De hecho se decía que en la otra vida la esperaba el mismísimo Poncio Pilatos en un lugar bastante desagradable: el poyetón.

"Pilatos se lava las manos y entrega a Jesús" 
 Hans Multscher (siglo XV)

Era este poyetón una especie de limbo o lugar del más allá donde las difuntas solteronas, las poyetonas, eran recibidas por el alma en pena del antiguo gobernador romano.
A pesar de los siglos transcurridos, Pilatos no había perdido un ápice de mala leche y de inmediato las ponía a trabajar en labores estúpidas e imposibles, como pasar botones gigantes por ojales diminutos, tareas que podían durar hasta la eternidad y un poco más.
Por eso nadie quería ir al poyetón, como se encarga de recordar esta canción de los maestros León y Quiroga que sólo con su título ya es una declaración de intenciones: “¡Aguántate Niña!”

Aunque esperes en la reja
de las diez hasta las dó,
tú, en lugá de darle quejas:
- ¡Qué corbata! ¡Qué primó!
Y aunque ya esté amanesiendo,
no le digas - ¡Vete ya!,
que se agarra a un clavo ardiendo
y aterrisa en Portugá.
Y aunque fuese jorobeta,
tú a casarte y luego ar tren.
No lo mires con mucha atensión,
que te queas en er poyetón.

Pero claro, algo había que hacer, porque los novios no caían del cielo... es más, a veces es que el mismo cielo y sus integrantes jugaban las malas pasadas.
Y si no que pregunten a las niñas que cada Viernes Santo, cuando el paso de San Isaías pasaba por las calles de Sevilla en la cofradía de Montserrat, se escondían dentro de sus casas para que el profeta no las viera y lo que es peor, tomara nota.
El santo del poyetón lo llamaban, ya que al parecer apuntaba los nombres de las futuras solteras en un pergamino.
Para tranquilidad de las jovencitas, dejó de procesionar a finales del siglo XIX, volviendo a salir con carácter extraordinario tan sólo una vez más, en 1931. 

San Isaías
San Isaías preparado para procesionar 
por las calles de Sevilla con Montserrat



Ese mismo año, curiosamente, murió Ofelia Nieto, una de las divas de la lírica española más importantes de todos los tiempos y, en lo que nos concierne, gran enamorada de Sevilla.
El vínculo de la Nieto por la ciudad, donde actuaba todos los años en el Teatro San Fernando, se consolidó definitivamente al instalarse en un caserón de la calle Moratín tras contraer matrimonio con el procurador Alfonso Cubas.
Pero por desgracia no disfrutaría mucho de su nueva vida sevillana, ni Sevilla de ella, ya que falleció a la temprana edad de 33 años.
Consternada, la ciudad le dedicó una Glorieta en el recién estrenado Parque de María Luisa, contando para ello con uno de los arquitectos más prestigiosos del momento, Juan Talavera Heredia, y con los pinceles del maestro Juan Miguel Sánchez, que representó a la propia diva en el azulejo central del conjunto.
Vestida de blanco inmaculado, con un velo cubriendo sus cabellos negros y flanqueada por las alegorías de la música y el canto, entre sus manos sostiene una rosa roja, símbolo del amor, de la pasión.. y en breve objeto de una nueva tradición sevillana.


Rosa Roja tradición
Glorieta de Ofelia Nieto en el Parque de María Luisa

Quizás por la similitud de esa vestimenta con un traje de novia o por el aura mágica que rodeaba la malograda figura de la soprano, una nueva tradición nació entre las muchachas sevillanas.
Saltando la fuentecilla que se encontraba a los pies de la Nieto, si una era capaz de tocar la rosa roja obtendría un premio muy especial: un novio.
Adiós al poyetón, a Pilatos y a los pobres santos, un poco de agilidad bastaba para abandonar la dichosa soltería; total, la fuente tampoco era gran cosa.
Sólo había que saltar, y saltar, y saltar hasta tocar la rosa roja, la rosa de Ofelia Nieto, que con el tiempo, los saltos y la dejadez municipal, llegó incluso a desgastarse.
Si el novio llegaba o no, a saber...


El plató de Mujeres y Hombres y Viceversa

En nuestros tiempos el tema se ha simplificado aún más, por algo tenemos la generación de jóvenes mejor preparada de la historia de España, estando además la cultura al alcance de todos.
Por ello, que para encontrar pareja ya no hace falta invocar a San Cucufato ni a San Cristóbal ni tocar rosa alguna; basta con hacerse un perfil en Badoo o, lo más rentable, ir al casting de Mujeres y Hombres y Viceversa para ser elegido como tronista o pretendiente.
El ligue cae seguro, y además con suerte salen bolos para discotecas de pueblo e, incluso una portada de Interviú.
Ni tradiciones, ni sortilegios ni cuentos de la abuela: la carne ha superado a la magia.
Es lo que hay.

1 comentario:

  1. me apetece lo de San Cucufato, porque si no ligas pues os habéis jodido en el acto...

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