12 de marzo de 2012

Regresar a Sevilla


"Estos días azules y este sol de la infancia"

Son las últimas palabras escritas por Antonio Machado poco antes de fallecer en una fría habitación del Hotel Bougnol-Quintana, en el pueblecito francés de Colliure.
Quizás fuera el primer verso de un poema inconcluso, los esbozos de un pensamiento sin continuidad o el arranque de una biografía finalizada precipitadamente; nunca podremos saberlo, salvo que Antonio Machado, antes de su muerte, regresó a Sevilla.
Atrás han quedado sus amados campos de Castilla, los palacios renacentistas de Baeza, el ajetreo cosmopolita de Madrid o las fértiles huertas de Rocafort: el poeta vuelve a la ciudad que lo vio nacer y que, en la lejanía, lo verá morir.
El final se acerca, presiente que está en las postrimerías de su vida y encuentra la calma caminando por las calles en las que dio sus primeros pasos, más allá de los muros del Palacio de las Dueñas, del huerto claro, el limonero y el patio donde tiempo atrás se autorretratara.
Sólo lo reconforta recordar esos días azules y soleados de su infancia, seguramente muy parecidos a los que tenemos la suerte de disfrutar en la Primavera anticipada de este año.
Una Primavera que ha llegado aún antes que el azahar, que el vuelo de los vencejos o de que florezcan los rosales de la Plaza de América.
Una Primavera desnuda, despojada de todo ropaje, de sabores y aromas, simplemente azul, como esos días de la infancia de Machado, esos días que quiso conservar hasta el final, hasta el último momento y que formaron parte del ligero equipaje que llevaba al tomar la nave que nunca ha de tornar.

Dedicado a Marisa Cantillón, a Paqui Lagares, Lola Socorro y a todos aquellos que llevan Sevilla en el corazón pese a encontrarse lejos.

2 comentarios:

  1. Ains! Llevo dos días enganchada a tu blog!
    Me gusta muchísimo, y la entrada que habla de los bares y lugares de la "antigua noche sevillana"... La Amalia, el Indio, el abuelo de los cacahuetes...Qué recuerdos...GENIAL!

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  2. Muchas gracias por tus palabras Tartas Mill; por cierto, lo del abuelo de los cacahuetes es de nota, jeje, poca gente lo recuerda ya.
    Todo un personaje, si no recuerdo mal vivía cerca de Amalia.

    Saludos.

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