Posiblemente “La Madrugá” sea una de las marchas mas conocidas, admiradas e interpretadas de todas las que, dentro de muy pocos días, llenarán las calles andaluzas de sones cofrades.
Son muchas las emociones que despierta esta composición, tantas que sería imposible recogerlas en pocas líneas.
Porque “La Madrugá” es un palio que se aleja entre los balcones de una estrecha callejuela; es una lluvia de pétalos de rosa coloreando una revirá interminable; es el llanto de una madre, unos ojos lacrimosos, un recuerdo rescatado de los oscuros anaqueles del olvido… Son infinitas sensaciones distintas, y todas a la vez.
Lo que apenas se conoce es que en sus casi 7 minutos y medio de duración, su compositor, Abel Moreno, consigue que procesionen entre sus notas las 6 hermandades que realizan su estación de penitencia en la que se dice es la noche más dulce y hermosa de Sevilla.
Desde la salida del Silencio hasta la entrada de Los Gitanos, "La Madrugá" camina respetuosa entre los cortejos de Gran Poder y Calvario para luego rendirse embelesada la belleza de las dos Esperanzas. Todas las imágenes tienen su sitio, su sonido, su significado.
Pero quizás no sea el que escribe la persona más adecuada para desgranar el contenido de esta marcha, menos aún si tenemos la posibilidad de que sea el propio maestro quién lo haga.
Así que en los próximos minutos disfruten de "La Madrugá", disfruten de las palabras de Abel Moreno y, de cualquier forma, disfruten, que está muy caro en los tiempos que corren.
“La Madrugá” es el 2º tiempo de una obra sinfónica dedicada a Sevilla, tratado en esta ocasión en forma de marcha.
Marcha que se siente a veces dramática, a veces más ligera, como la misma madrugada, intentando, si ello es posible, exponer el desarrollo de estas horas tan características del Viernes Santo.
Al principio la melodía es muy fúnebre; la campana anuncia la hora de Nuestro Padre Jesús Nazareno entre el mayor silencio para, a continuación, conducirnos al segundo tema: Jesús del Gran Poder, tema que va “crescendo” poco a poco hasta desembocar en el ritmo ya acompasado de marcha que nos indica que el Cristo del Calvario se encuentra en la calle.
Este motivo termina con unos acordes y la cadencia rota que da paso al modo mayor con unas armonías de fondo en matiz muy piano, como diciendo ¡silencio!, que la Macarena (clarinete) y la Esperanza de Triana (saxofón alto), dialogan en un perfecto contrapunto, intentando cada una hacer oír su voz, pero deseando ambas no sobresalir una de la otra. Diálogo ampliado después por los demás instrumentos.
Después vuelve la melodía fúnebre, con la reexposición del primer tema, pues El Silencio y el Gran Poder están terminando su estación de penitencia.
Dicha reexposición nos conduce al “tutti” final, con los temas de la Macarena y la Esperanza ya en su máximo desarrollo camino de la entrada.
Y es en unión de estos temas y en estos momentos cuando aparece un tema nuevo: Los Gitanos, representados por las trompetas, las cuales nos dan a entender que Nuestro Padre Jesús de la Salud y la Virgen de las Angustias no quieren ser menos en el final de esta “Madrugá” del Viernes Santo sevillano.
Finaliza la marcha oyéndose los pasos de los costaleros (timbales), pasos que, a pesar de lo largo que ha sido el camino, suenan más fuerte que nunca.
Abel Moreno
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