Desde que hace unos días el calor empezara por fin a hacer las maletas he cogido la tonta costumbre de madrugar para empezar la mañana con un cafelito. Sentado en los veladores de cualquier bar del barrio, el que me pille mas cerca de donde tenga aparcado el coche, apuro los minutos previos al trabajo disfrutando del líquido mágico, de la ahora agradable brisa matutina y, si puede ser, de lo que de tiempo a leer en los periódicos, normalmente poco.
Hoy se escribía un nuevo capítulo del interminable culebrón “Metro de Sevilla”, que ya cansa aunque casi ni haya empezado: el cruce Montesierra-SE30, de momento soterrado hasta nuevas alegaciones, cambio de planes o modificaciones presupuestarias.
“Tampoco es que hayan descubierto ahora América, aunque en estas cosas parece que utilizar el sentido común es lo más difícil” pienso mientras trato de adivinar tras el brazo de Rosa Aguilar el trazado de la línea en la foto que ilustra la página.
“Mi tortuga Alejandra también es capaz de comerse una tostada como ésta de grande” – Un hilillo de voz interfiere en mis pensamientos metropolitanos. A mi lado se desarrolla una escena que si fuera pintor retrataría posiblemente como “bodegón alimenticio”: una abuela y su amiga que se comen con los ojos a un niño, el susodicho niño que devora una tostada de mantequilla con jamón york y, como telón de fondo, el apetito insaciable de su tortuga, Alejandra.
Vuelvo con el Metro, ahora me vienen a la cabeza alegaciones como la que proponía todo el trazado en superficie, una especie de Tranvía a lo grande: más económico y fácil de hacer, pero ese modelo no funcionó hace 40 años, así que ahora con muchos más coches lo veo complicado; si acaso una línea circular por la Ronda, como en Bilbao, aunque tengo mis reservas…
“Mi tortuga Alejandra se comió todas las macetas que mi madre tenía en la terraza”; no solo desayuna, también nos ha salido la tortuga vegetariana. La abuela sonríe, la amiga de la abuela sonríe. Yo no lo tengo tan claro, sigo repasando alegaciones y recuerdo las de la oposición, que aumentaban el presupuesto 1500 millones de euros y el recorrido varios kilómetros más. Eso ya no lo verían ni mis nietos, si es que se quedan a vivir aquí, que en 50 años dicen que vamos a estar como en Arizona y lo mismo les viene mejor irse a Cantabria con la prima de Mercedes.
“Sí, y en Navidad se tragó la mitad de la alfombra de pelos que estaba en el salón”; el niño sigue a lo suyo, como la tortuga, cuyo apetito parece no tener límite ni fondo. Trato de escapar como puedo y me refugio en la parada del Metro en la Plaza de San Pedro, una de las dos con las que contaría la ciudad que siempre ha presumido de tener el casco histórico mas grande de Europa. Algo falla: o llevan toda la vida mintiéndonos o simplemente nos van a hacer una chapuza. Otra…
“Y los pantalones de mi hermano”; abuela y amiga sonríen, yo estoy superado. La tortuga Alejandra es peor que Atila y las plagas de Egipto juntas. Es más, estoy empezando a pensar que deberíamos ponerla a excavar los túneles del Metro y hasta los de la SE40 a la altura de Coria. Seguro que los acaba antes del verano que viene.
“Y una mañana se había comido…”; lo reconozco: me puede, estoy derrotado. Ni Metro, ni alegaciones, ni paradas, ni SE30, en mi cabeza Alejandra excava un túnel hasta Chipiona, el verano que viene no pago autopista. Todos mis esfuerzos se centran en sacarle partido a esa insaciable voracidad, quizás sea la solución a muchos problemas. Y para colmo una solución ecológica, con lo que está de moda. La tortuga acaba de abrir un amplio abanico de posibilidades subterráneas, sin tuneladoras ni máquinas excavadoras, todo a base de mordiscos.
Encadenando pensamientos ni me he dado cuenta de que a mi alrededor se ha hecho el silencio. Calle abajo se alejan la abuela, la amiga, el chaval y las hazañas culinarias de Alejandra. Es curioso, pero me he quedado vacío, sin saber qué hacer. La tortuga me ha puesto en jaque, tanto que acabo el café y cierro el periódico, no necesito leer más, no quiero saber más. Aunque solo sea por una mañana voy a creerme las historias de ese niño: visto lo visto, confío más en él que en las promesas de los políticos.
La realidad contada a los niños....
ResponderEliminarMuy bueno, aunque la realidad es lamentable como este pasado cercano que vamos acumulando de ciudad lamentable. No nos merecemos nada, bueno, que es lo que nos estan dando.
a mi me da asco cada vez que leo cosas como las que cuentas, y que encima sigo diariamente en prensa e internet porque creo que hay que cambiar pero no interesa. Cuando la tortuga haga el tunel me voy con ella.
Un abrazo, y siento no poder poner acentos pero el pasotismo sevillano ha invadido mi teclado. Mañana sera otro dia (con alguna noticia lamentable sobre el metro que nos estan construyendo los lideres de la republica bananera)
Antonio
Amigo General.Y si le arrimamos la tortuga del niño a nuestros políticos a ver si se los come.¡Nos íbamos a quedar de tranquilos!.Un saludo
ResponderEliminarOjú General, tu tortuga es como la polla del chiste de genio.
ResponderEliminarCome más la tortuga que la polla insaciable.
Por cierto, ¿eso del metro que hablas que es?.
Ya me contarás.
Saludos.
Y encima la tortuga nos gana en longevidad. La tía se montará en la línea 2 con nuestros tataranietos, como mísnimo.
ResponderEliminarHace mucho tiempo que llegué a la conclusión de que los sevillanos 'semos unos catetos' y así nos luce el pelo.
ResponderEliminarLa alternativa que nos queda es más triste que lo que hay, así que quizás sea hora de plantearse la huída a tierras cántabras. Al menos respiraremos más aire puro y, con suerte, podremos tener un jardín frondoso y verde. Una vez instalados allí, nos pillamos vacaciones en primavera y bajamos a la tierra de María. ¿Ta parece bien?
Las juergas que nos pegaríamos en esos caseríos....
Me encanta esta ciudad. Hacen obras en la Avda. Ramón y Cajal y justo cuando terminan y la dejan bonita empiezan a alargar el trazado del Metrocentro; terminan de adecentar la plaza del Xto. de Burgos y, cuando lo acaban se plantean hacer una estación del metro. Y van a bajar una "porrá" de metros, ya estoy esperando los políticos cuando se empiecen las obras y digan "sorprendidos": !coño¡ Aquí abajo hay restos romanos¡¡¡
ResponderEliminarEn fin, como dice ese cántico futbolero: "Esto es Sevilla, y aquí hay que mamar"
Saludos.
Me recuerdas a esas tardes de verano en que te bajas a la playa con alguna revista o libro deseando pasar el rato metido en tu mundo, y no consigues despegar la oreja de la conversación que tienen las dos marujas de la sombrilla de al lado sobre la polémica rosa que toque ese dia...
ResponderEliminarSeguro que te embobastes mas de la cuenta y llegastes tarde al trabajo. Según mis torpes conocimientos un metro es subterraneo y un tranvia de superficie ¿no?. Entoces, ¿que verán mis nietos?. Fijate que justo al lado de mi portal hicieron una cata la gente del metro, y nosotros, ilusos, pensamos que comenzaban las obras. Cuando estas comienzen aparecerán restos de una antigua civilización, restos como una bufanda con una unas palabras escritas: yo soy de la roja
ResponderEliminarUn saludo.
La tortuga Alejandra se presenta a las elecciones? Yo le voto.
ResponderEliminarSaluddos.
Tengo que darte toda la razón, parece que a todos nos duele el alma de denunciar lo mal que llevan nuestra ciudad. Por desgracia parece que a nadie le importa, y cuando llegue la hora de elegir quién nos gobierne, salga quien salga, tendremos más de lo mismo.
ResponderEliminarÁnimo y paciencia, es lo que único que podemos tener para soportar una situación cada vez más insostenible.
Saludos.