Esas “tablas salvavidas” pueden ser de todo tipo: desde actividades exóticas y en ocasiones esperpénticas (normalmente importadas del Lejano Oriente…) hasta acciones cotidianas que durante toda la vida han pasado desapercibidas pero que repentinamente, por mor de un estudio revolucionario o de una tendencia esnobista, son elevados a los altares de la salud y el bienestar. La jardinería es un buen ejemplo de este último caso.
Antiquísima profesión o, en algunos casos, obligación, la jardinería ha sido en los últimos años adoptada como una terapia alternativa: la terapia hortícola; descrita como una actividad que mejora el estado físico y mental, su mecanismo es bastante simple, ya que el paciente cuida un espacio verde propio en el que se refuerza su bienestar mediante actividades relajantes como la poda o el riego.
Como siempre, a la cabeza de esta terapia verde están los amigos japoneses (con sus bonsais) y los americanos, que incluso tienen su Asociación Americana de Terapia Hortícola, fundada en 1973.
En España, aunque a pasitos lentos, esta terapia parece que poco a poco va calando dentro de la gente y cada vez gana mas adeptos, aunque diste mucho de alcanzar los niveles de los países antes mencionados. Sevilla, por ejemplo, tiene el caso de las huertas del Parque de Miraflores o la apertura de algunos establecimientos especializados en el tema. Pero hay un caso mucho mas curioso relacionado con esta terapia natural...
Crisis en bastantes niveles y aspectos (sociedad, política, economía...), disputas políticas, escasez de infraestructuras, problemas de transportes, obras sin empezar, otras tantas sin acabar, mas aún sin ni siquiera proyecto… sobre la Sevilla del siglo XXI se cierne un surtido variado de problemas y complicaciones ante los que, llámese curiosidad, casualidad o como se quiera, parece como si la ciudad se hubiera refugiado en esta terapia hortícola con el fin de evadirse de ellos.
De esta forma han aparecido una serie de plantas y elementos vegetales en distintos puntos del casco histórico que, como suele ser habitual en esta bendita tierra, a buen seguro dilatarán su existencia en el tiempo, ya que este tipo de reparaciones y correcciones tampoco es que sean la especialidad de la casa…
Uno de estos hitos verdes lo encontramos en la Plaza del Museo. En el centro de este espacio que fue antigua Casa Grande de la Merced se encuentra la estatua de Bartolomé Esteban Murillo, uno de los mas ilustres artistas que ha dado esta tierra y cuyas obras, como ya se ha visto en anteriores entregas, hicieron las delicias de personas tan entendidas en materias pictóricas como el Mariscal Soult, que se llevó una buena muestra de las mismas a su Francia natal.
Pues bien, en el segundo cuerpo del pedestal de mármol sobre el que se erige la escultura creada en el taller del madrileño Sabino de Medina, han crecido (con mucha gracia por cierto ya que se dan un aire a los candelabros de un misterio de Semana Santa (sólo faltan los guardabrisas)), unas plantas silvestres que, como siga así la cosa, dentro de poco van a permitir que se ponga bajo palio al genial pintor.
Una de dos, o las plantas en cuestión son de crecer rápido o el pedestal no se limpia desde que el mismísimo Sabino de Medina colocó la estatua…
Otro ejemplo curioso de esta terapia hortícola emprendida por la ciudad lo tenemos en la cercana Plaza de la Encarnación. Mientras las Setas (ya bautizadas oficialmente de esta forma por el alcalde la semana pasada) no digan lo contrario, uno de los principales atractivos de esta plaza es el inmenso laurel de Indias que se alza en el extremo suroeste de la misma. El árbol, único superviviente de la terna original que se plantó al crearse la plaza por los años 50 para unir Imagen con Laraña (el otro que hay es mas reciente), ha crecido de una forma descomunal y sus hojas prácticamente abarcan la totalidad de la Encarnación; tan grande ha sido el crecimiento del árbol que ha arrasado con todo lo que había a su alrededor, entre otras cosas con una arqueta de saneamiento que, como se ve en las imágenes, ha sido prácticamente abrazada por las raíces, formando una curiosísima estampa digna del decorado de una película de Tim Burton.
Y lo gracioso es que la tapa de la arqueta no parece muy antigua, vamos, que o bien el laurel es de la misma especie que las plantas silvestres de la estatua de Murillo y ha ensanchado el tronco en tiempo récord o es que, sin saberlo, contamos en la plantilla de Emasesa con todo un señor artista fontanero, capaz de encajar una tapa de fundición en lugares tan recónditos como la base de un árbol de mas de un metro de diámetro. Eso si, sea cual sea el origen de esta curiosidad, lo que está claro es que como haya que reparar el saneamiento de la plaza vamos a tener serios problemas….
Pero claro, puestos a elegir un lugar representativo en el que poner en práctica esta terapia hortícola está claro que cualquiera elegiría, sin duda alguna, el enclave mas privilegiado de la ciudad, que no es otro que el Campanario de la Catedral de Santa María, esto es, la Giralda.
Y parece que se ha tenido buena cuenta de ello, ya que en el último tramo del cuerpo musulmán del antiguo alminar almohade, sobre el que apoya el tramo renacentista que sirve de base a la terraza de las azucenas, crecieron esta primavera unas plantas silvestres que ponen una nota de color a los paños de sebka heredados de nuestros antepasados árabes.
La de vueltas que habrán dado las semillas de las dichosas plantitas para llegar hasta allí; parece incluso como si estuviera hecho adrede y hubieran escogido voluntariamente ese sitio para germinar… Casualidad, caprichos de la naturaleza…
Hace tiempo que no paso por allí, de hecho las fotos son del Corpus Christi, y posiblemente las plantas estén secas después de la canícula de las últimas semanas; o hayan sido arrancadas (lo cual, como en la estatua de Murillo, veo poco probable, ya que de haber sido así habría aparecido la noticia en todos los periódicos e informativos locales); eso si, en caso de que permanezcan en su sitio y mientras el Ayuntamiento decide el futuro de estas plantas, un servidor se ofrece voluntario para ser su jardinero. Y gratis.
HOLA, MUY CURIOSO LA TERAPIA HORTÍCOLA EMPLEADA POR LA CIUDAD DE SEVILLA. NO ME HABIA FIJADO YO EN NINGUNO DE LOS 3 CASOS PERO ES MUY INTERESANTE SOBRE TODO EL DE EL ARBOL QUE SE ESTA COMIENDO A LA ARQUETA DE SANEAMIENTO, A MURILLO YA MISMO LO SACAN EN PROCESIÓN EXTRAORDINARIA CON LOS CANDELABROS TAN ORIGINALES YA SOLO LE FALTA LA GIRNALDA DE LEDS PARA DARLE LUZ. EN LA GIRALDA ESTA NACIENDO UN MOUNSTRO VERDE, ESO LE VENDRIA BIEN PARA UNA ENSALADA AL SEÑOR CARDENAL AMIGO.
ResponderEliminarMUCHOS SALUDOS.
Al paso que llevamos, a algunos les van a salir hierbas en las orejas, de no usarlas. Y jardineros voluntarios no van a faltar para cortárselas... me refiero a las orejas, naturalmente.
ResponderEliminarCuriosa y bonita entrada, amigo; como siempre.
Un saludo.
Pero que bonito… eso de ofrecerte de jardinero es casi poético. Pero digo yo, por ejemplo, en el caso de Murillo ¿es competencia de Parques y Jardines, de urbanismo? Lo mismo hay que mandar una istancia, o simplemente, como el General tiene mano, y este blog lo leen las altas esferas, la semana que viene ni terapia ni nada…
ResponderEliminarLo que realmente me cabrea es que yo no tengo mano con las plantas, y se me mueren todas; y ahora resulta que estas agarran y sin que nadie les eche cuenta mira como se ponen…
Kisses
A mi me pasa como a La Gata basta que ponga la maceta en casa para que se estropee o salga por los aires como cuando vivía en Correduría en un tercero, ¿los cactus donde acabarían? Y eso que estaban dentro de casa pero el viento se los llevo todos.
ResponderEliminarEl Huevo de Colón lo descubrí un día corriendo junto al río, me metía por todos los carriles que me encontraba y precismente allí hay unos pequeños huertos que la gente cuida con mucho cariño, tiene que ser una terapia fantástica.
Ahora la otra terapia y no gestal se las trae, la cúpula de San Luis se llevaron no se el tiempo restaurándola, quedó genial, pero ya se pueden ver creecer ramitas por toda ella.
Pero permitame que le diga General que en los casos que nombra no es terapia. Murillo pasa mucha caló en verano y se esta creando un sombrajo. Lo de la Encarnación está hecho a propósito como bien apuntas, está tematizado que ahora se lleva mucho eso y lo de la Giralda son cortinas que les van a poner a cada ventana de lunares.
Una abrazo General
Efectivamente lo de esta ciudad a veces raya lo ilógico... Conozco muchos más casos de terapia hortícola, algunos que tras venderte una restauración tremenda... Será que al final también seremos la Ciudad del Jaramago...
ResponderEliminarSaludos
Es que lo que mas me llama la atención es que, aunque sean fruto de la dejadez, quedan incluso bonitos (o al menos a mi me lo parecen) y no desentonan estéticamente. Las plantitas de Murillo es que parecen candelabros del siglo XIX...
ResponderEliminarGracias lacava, hierbas en las orejas y en los ojos... Y es que hay cosas que se arreglan simplemente dando un paseo.
Ese es el problema de siempre, Gata, la poca claridad a la hora de definir las competencias... Así pasa con muchos otros sitios, que pertenece a distintos organismos o estamentos que no se ponen de acuerdo... Respecto a lo de las plantas, mejor ni hablar, que me han dejado a cargo de unas cuantas este mes y bueno...
Pues ten cuidado con esos carriles Juan, porque la zona del Huevo de Colón te puede llegar a algunos puntos poco recomendables de visitar... Ahora, totalmente de acuerdo con su último párrafo, es que en realidad tiene hasta gracia.
Jaja, pues pensándolo bien, pepe luis, sería un buen lema: "La ciudad de las personas... y los jaramagos". Por cierto, bienvenido al blog.
Saludos.
Estoy pensando en pasarme por la Plaza del Museo y cortar unos tallitos y así me ahorro las plantitas "pa'" mis balcones. Además, creo que les daría así un toque exótico que sería la "envidia" de mis vecinas je, je. Lo mismo, incluso hasta quitándoles un tallito de aquí y otro de allá las saneo un poco y me lo agradece el pobre Murillo.
ResponderEliminarGenial y divertida la entrada -como siempre-, Sergio. Gracias por tener este maravilloso ojo avizor, crítico y mordaz para evidenciar estas sevillanadas. Increíbles pero ciertas.
Un saludo.
Me encanta la originalidad de tu texto sobre todo cuando lo vas enlazando con las fotos buscándole afinidades muy sevillanas.
ResponderEliminarRealmente una lectura placentera sin entrar en el fondo y real si entras en el.
Un saludo.
Querido Sergio..como consigues que nos interesemos por nuestro patrimonio, estoy deseando hacer esa ruta, sobre todo ver lo de la tapa de alcantarilla..de ciencia-ficción.
ResponderEliminarUn beso, y que disfrutes de tus cercanas vacaciones, ya sabes que nos vamos a Italia, espero que hagamos un encuentro en Septiembre para compartir experiencias.
Un beso
Gracias a ti Charo, por tus comentarios. La verdad es que las plantas de Murillo yo no las veo tan feas, es mas, hay candelabros en algunos pasos de Semana Santa con peor estética que estos jaramagos (o lo que sean...)
ResponderEliminarTu lo has dicho Glauca, mi forma de ser me hace tomármelo a guasa a bote pronto; pero si entras a fondo en el tema, es, cuando menos, triste...
Eso no hay ni siquiera que hablarlo Mer, vamos, de hecho mi terapia "postvacacional" (vaya como estoy con las terapias) va a ser seguramente ese encuentro. Pasadlo bien por Italia; yo estuve el año pasado pero este, entre pitos, flautas y obras, me parece que no me puedo alejar mucho de la calle San Joaquín...
Saludos.
lo de la arqueta es de diez, jejeje. Auténtico como siempre. Un fuerte abrazo...
ResponderEliminarVaya entrada te has marcado esta vez amigo. La verdad es que, como botánico y sevillano, hay cosas que se ven en esta ciudad que claman al cielo. Hay muchos más casos por la parte de la Glorieta de San Diego que da al Parque de María Luisa hay otro árbol que se está "comiendo" la barandilla que está junto a la fuente. A ver si un día de estos le hago una foto y la subo al blog...
ResponderEliminarPor cierto, también me apunto también a hacer esta ruta botánica por la ciudad jeje.
Saludos!!