Desde un punto de vista científico-folklórico, la “periferia” podría ser el parque temático al que el sevillanito pretende deportar todo aquello que le molesta o no va acorde con “su” imagen de “su” ciudad. Desde el “legendario” botellódromo hasta las setas de Meyer, pasando por la biblioteca de Zaha Hadid o el tranvía-metrocentro. Algunos envíos periféricos están más que justificados; otros son de chiste.
12 de febrero de 2008
La Periferia
Para el sevillanito clásico, dentro del mono-daltonismo en que se sume muchas veces y donde sólo existe el color albero, todo aquello que se salga de los cánones establecidos en su universo hermético y absolutista no es digno de traspasar el antiguo recinto amurallado de la ciudad, la “Sevilla Eterna” que dicen algunos. Por ello se buscó hace tiempo un espacio etéreo e imaginario en el que albergar estos “trastos modernitos”.
Desde un punto de vista científico-folklórico, la “periferia” podría ser el parque temático al que el sevillanito pretende deportar todo aquello que le molesta o no va acorde con “su” imagen de “su” ciudad. Desde el “legendario” botellódromo hasta las setas de Meyer, pasando por la biblioteca de Zaha Hadid o el tranvía-metrocentro. Algunos envíos periféricos están más que justificados; otros son de chiste.
Desde un punto de vista científico-folklórico, la “periferia” podría ser el parque temático al que el sevillanito pretende deportar todo aquello que le molesta o no va acorde con “su” imagen de “su” ciudad. Desde el “legendario” botellódromo hasta las setas de Meyer, pasando por la biblioteca de Zaha Hadid o el tranvía-metrocentro. Algunos envíos periféricos están más que justificados; otros son de chiste.
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