7 de julio de 2011

Las dos caras del Cohete Ariane

Con ustedes el cohete Ariane, uno de esos trastos que aún recuerda a los nostálgicos de la Expo’92 que el tiempo pasa y, lo peor, no se detiene.

El calificativo trasto no es gratuito, es la sensación que tengo viendo el tratamiento y cuidado que, desde el final de la muestra, ha recibido por parte de los señores encargados de su mantenimiento y explotación, que prácticamente lo han dejado casi 20 años varado tras una valla de tubitos blancos.

Por suerte, al ser un cohete, no había que alimentarlo ni darle de beber, lo cual ha permitido que llegue hasta nuestros días sin necesitar muchos cuidados.

Como la Luna, el satélite vecino al que su creador lo había destinado en vez de al canal cartujano en que finalmente ha acabado, el cohete Ariane tiene dos caras: una buena y otra oculta, que no lo es aunque debería serlo.

Cara A

Es el perfil fotogénico del cohete, ese que si fuera Julio Iglesias siempre pondría para salir en la foto.

Y es que desde los feliz y tardíamente inaugurados Jardines del Guadalquivir, en el llamado Jardín Acuático, donde plantas anfibias como la Thalia dealbata o la Pontederia cordata (eso dice un panel explicativo, mis conocimientos de botánica son nulos) se esparcen bucólicamente entre láminas de agua, podemos obtener una bellísima estampa con el Arianne de fondo y protagonista.

Es la cara agradable, la bonita, donde llevar a los amigos “de fuera” para enseñarles lo modernos que son nuestros parques; pero si queremos vivir la aventura, si queremos dar un paseo por ese lado salvaje que cantaba Lou Reed, nos espera la otra cara.

Cara B

Para disfrutar de esta cara en plenitud nada mejor que asomarse al puente que al final de la calle Marie Curie atraviesa lo que era el canal del Lago. Un canal que en tiempos surcaba el catamarán y hoy, como mucho, recibe las visitas de los pajarillos de la Cartuja, donde tienen un semillero interminable del que alimentarse.

Esta recreación del Cabo Cañaveral hispalense es hoy un Cabo Jaramagal del que no podría despegar un cohete porque se quedaría pegado al suelo de la suciedad que tiene. Todo ello aderezado con farolas mugrientas, pavimentos levantados y escalinatas llenas de cristales rotos.

Lo dicho, no es la cara oculta, aunque debería ocultarse, mas que nada por vergüenza.

3 comentarios:

  1. Lo del Ariane es muy representativo de lo que pasa con la Isla de la Cartuja, convertida en una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde en versión urbanística.

    Y es que de la era de los descubrimientos a la de los desguazamientos sólo va un paso...

    Saludos.

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  2. Es curioso, hace unos meses el cohete y la Bola Bioclimática eran la portada de la revista de abordo de Vueling. Sin embargo la ciudad sigue sumida en la digestión más larga de su historia. Aún sigo confiando que sea una cuestión de tiempo, lo que no tengo claro es si lo que hay que esperar es que el tiempo termine de aniquilar lo aún no asimilado o si la ciudad terminará por digerir todo esto.

    Un saludo.

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  3. A mí lo que me pasa es que, normalmente, sólo lo veo de canto.

    Saludos.

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Comentarios: