19 de diciembre de 2010

Mañanita de Setas

Domingo de felicidad plena. Hacía tiempo, y mucho, que no se vivía una mañana tan feliz y alegre en Sevilla, una mañana de esas en las que, como cantaba la Lole, “todo es de color”, aunque aún quede bastante para que llegue la primavera.
Con las calles del centro mas económica y sosteniblemente iluminadas que nunca, el solsticio de invierno a la vuelta de la esquina y los Reyes Magos buscando camellos reserva por si se extravía un obús a su paso por Afganistán, todo estaba listo para vivir la ya típica y tradicional inauguración navideña, que este año correspondía al Mercado de la Encarnación.
Estamos hablando, por supuesto, de la primera de todas las inauguraciones que presumiblemente tendrá en los próximos meses, que ya sabemos como se las gasta esta ciudad y, por mucho que se hayan cortado cintas y descubierto placas, hasta que no haya fotos de la Virgen del Subterráneo desde un puesto de frutas o se hayan tomado un caldito los armaos de la Macarena en el Gourmet del Metropol no existirá el edificio para muchos.
Ha tenido que pasar mucho tiempo, exactamente 37 años, para que llegue esta mañana de Diciembre, pletórica mañana de Diciembre de las que antaño inspiraban poemas o acuarelas y hoy como mucho animan al personal a irse a Umbrete a beber mosto y comer caldereta. Ya se sabe, todo cambia.
Mucho tiempo hasta que al fin se alinearon las estrellas, el sol, Sacyr, los alemanes, los pinos finlandeses, la Gerencia de Urbanismo y hasta la Virgen de la Cueva para traer la felicidad a una ciudad empapada desde el viernes; para traer la felicidad a los unos y a los otros, a los pesimistas y a los optimistas, a los rancios y a los perroflautas, a los del todomegusta y a los del vayapamplina, a los del miarma y a los del tronco: una mañana en la que todo el mundo tenía motivos para estar alegre, aunque fueran de los más dispares.

Empezando por los placeros, protagonistas oficiales, que no oficiosos, del acontecimiento. Se suele decir que nunca es tarde si la dicha es buena; en este caso ésto es lo que hay, sea la dicha buena o mala. Una fila de contenedores taponaba la entrada de las instalaciones provisionales, esas que se han perpetuado en el tiempo mas que la mayoría de los pabellones de la Expo juntos. Sus antiguos inquilinos celebraban su vacío a pocos metros, en sus nuevos puestos con mostradores curvos repletos de canapés y botellines de Cruzcampo. A mercado muerto...
Aunque claro, para felicidad la de los Pro-Setas, que tras una larga espera ven como lenta y costosamente el interminable proyecto de Jurgen Meyer, o lo que aún no se ha reformado de él, va tomando forma, color y, sobre todo, se termina, aunque sea por plazos.
Tampoco se quedan atrás los Anti-Setas, ufanos por la apertura de un paraíso virgen por explorar en busca de baldosas mal cogidas, puertas descuadradas y desagües atascados con los que seguir ampliando su catálogo de reclamaciones y catástrofes.
Igualmente felices, por supuesto, los que se quedaron en la puerta protestando, como suele suceder cada vez que se inaugura algo en esta ciudad, y mira que se inauguran pocas cosas. Allí estaban los tumbadores de la Torre Pelli, los vecinos del Pumarejo, había gente con casco, con camisetas rojas que no pude leer, con escobas, con chalecos reflectantes. Sólo se echaron en falta los plagapalomas, aunque no descarto que en breve cuelguen su cartelito por los alrededores.
Y es que, como dice mi amigo Gonzalo, Metropol Parasol hace tiempo que dejó de ser un proyecto técnico para convertirse en un simple argumento político, tanto para los unos como para los otros. Una lástima.Por mi parte decidí abstraerme de todo, meterme en una burbuja particular y disfrutar de mi primer paseo por el Mercado; ya habría tiempo para criticar, para despotricar contra la Torre Pelli y recordar las miserias del Pumarejo: era el día de la Encarnación, por fin. Y eso que antes había pasado bajo la pasarela inútil de la calle Imagen, el enésimo fallo del proyecto, de los calculistas del proyecto, de los constructores del proyecto o vaya usted a saber. Pero ya digo, hoy no estaba yo por la labor de protestar.
Lo primero que me llamó la atención es el recordatorio de esos 37 años de provisionalidad y espera, recordatorio reforzado con una amplia colección de fotografías del viejo mercado que alguna vez incluso me hicieron dudar si estaba frente a un puesto de frutas o en el Museo de Artes y Costumbres Populares. Curioso ese afán por recordar el pasado en un edificio que aspira a ser el estandarte de la Sevilla del siglo XXI.Un edificio que es esbozado tras las cristaleras que lo rodean, tras esos andamios a los que asoma el Antiquarium o el arranque de algunas Setas, entre los que se recorta la iglesia de la Anunciación o la plaza elevada que debe conectar por fin Puente y Pellón con Regina.
Diferentes perspectivas, diferentes visiones, diferentes imágenes de una ciudad que al fin y al cabo sigue siendo la misma, aunque para algunos Metropol sea poco menos que un sacrilegio, algo así como pedirle a Pepe el Muerto un Malibú con piña.
Poco más, salvo lo previsible para un acto de este tipo en el que para colmo el condumio era gratis: calles repletas de gente, puestos de mostradores curvos sobre los que lo mismo colgaba un faisán que un racimo de uvas que un almanaque de la Macarena, que no le quitaban a uno la cristalerassensación de estar metido en una obra, un portal de Belén con todos sus avíos e incluso una especie de charanga que hacía mas ruido que música y que obligaba al personal a gastar mas decibelios de la cuenta a la hora de defender o criticar el proyecto.
Decibelios que, todo hay que decirlo, disminuyeron de golpe y porrazo cuando corrió por los pasillos el rumor de que a una señora le habían dado un tirón: oficialmente el Mercado quedaba por segunda vez inaugurado.

5 comentarios:

  1. Otro lugar que tengo apuntado en mi lista personal de sitios que visitar en nuestra ciudad. Después de leer tus líneas iré mejor "ilustrado". Saludos.

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  2. Pues habrá que pasar por allí y verlo.
    Seguro que, por muy mal que pueda estar, merecerá la pena.
    Saludos.

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  3. Y con dinero anónimo, que al fin y al cabo es un mercado, jeje.

    A mi he gustado bastante, no cogé ventaja. Olvidando todo lo que rodea al edificio en sí, el mercado no está nada de mal.

    Saludos.

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  4. Cada vez me parecen más alucinógenas estas setas... Porque alucinante es la gestión del proyecto... alucinante que se "inaugure" sin terminar... alucinante que las pasarelas no sirvan para pasar... y alucinante nuestra novelería.

    Ya lo dijo alguien, hay un momento límite en que la paciencia deja de ser una virtud...

    Un saludo y gracias por la crónica ;)

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  5. Por allí pasaremos, siempre es una buena noticia cuando se termina un proyecto de este tipo en nuestra ciudad.
    Sobre todo si es útil para los ciudadanos...

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Comentarios: