10 de mayo de 2010

Plaza de Santa Marta

Un crucero del siglo XVI, los que (según dicen) son los naranjos mas altos de la ciudad y el repicar de las campanas de la Giralda. Poco más necesita la recoleta placita de Santa Marta para robar el corazón del que la visita de la misma forma que, según cuenta la tradición, robó en ella doña Inés la razón a don Juan Tenorio.

No busque vistas espectaculares, ni fachadas suntuosas y elegantes, ni jardines floridos. Por no buscar, no busque ni siquiera asiento o acomodo. No lo va a encontrar.

Para quedar atrapado por su magia no es necesario que hayan florecido los jazmines de sus paredes encaladas o el azahar en primavera; ni que la paz reinante entre sus piedras sea rota por el alegre alboroto de los vencejos o por las risas de los que en Semana Santa descubren que no tiene salida al buscar un atajo hacia el barrio de Santa Cruz; ni que los pocos huecos que se abren en su techumbre de ramas de naranjo sean atravesados por las primeras lluvias otoñales o por los rayos del sol de la mañana.

Nada es necesario mas allá de esa pequeña calleja empedrada que hace las veces de entrada y salida, que lo mismo le recibe que le despide, de ese cordón umbilical con el corazón de la Sevilla Eterna que late a escasos metros, tan lejos y tan cerca.

Esa angosta callejuela que en apenas cuatro revueltas da un repaso magistral a los últimos 1000 años de historia de la ciudad, naciendo en los paños de sebka que aún recuerdan la antigua Mezquita de los Ossos para morir junto al azulejo de San José que cobija uno de los pocos arquillos supervivientes a las ideas urbanísticas del siglo XIX, siempre a la sombra de la espadaña que remata el antiguo Hospital de Santa Marta, donde fueron acogidas las agustinas exclaustradas del convento de la Encarnación mediado el siglo XIX.

Acogida también tuvo en su empedrado el crucero de San Lázaro, llamado así por estar originariamente en las inmediaciones del hospital del mismo nombre, hoy en estado deplorable, que diseñado por el genial Hernán Ruiz y labrado por el maestro Diego de Alcaraz preside la plaza desde su traslado en los primeros compases del siglo pasado.

Nada más. Y nada menos porque, como se comentó, poco necesita este rincón para ser uno de los lugares más idílicos de Sevilla. Y es que si, como se suele decir, la belleza se encuentra en las cosas más simples, la Plaza de Santa Marta es el claro ejemplo que lo atestigua.

9 comentarios:

  1. Te lo diré de un modo sencillo: es mi lugar en el mundo. Cuántas veces, perdido, me he encontrado allí.

    Un fuerte abrazo.

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  2. Sin duda uno de los lugares con más encanto de esta bendita ciudad, fuente de inspiración para muchos blogueros, entre ellos yo jejej

    enhorabuena por el post!!! el blog en general es magnífico

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  3. El barrio de Santa Cruz es una maravilla por cobijar rincones como esta plaza. Preciosa entrada, again. Nos malacostumbras Sergio.

    "¡Ay quien fuera golondrina del barrio de Santa Cruz! y pregonar por Sevilla el secreto de su luz" (Los Romeros de la Puebla). :D

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  4. Me viene al recuerdo que en esta Plaza de Santa Marta, hace muchos años, los domingos por la mañana era el lugar de reunión de los filatélicos, (que actualmente lo hacen en la Plaza del Cabildo)los cuales le daban un tono muy especial a esta Plaza. No hay que confundirla con la Plaza de Santa Marta que está detrás de la Iglesia de San Andrés.

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  5. Pocos lugares hay mejores para reencontrarse, Juanma.

    Muchas gracias Publio, encanto, magia, son tantas las sensaciones que se condensan a la sombra de esos naranjos.

    Totalmente de acuerdo, zapateiro. Y gracias por compartir ese momento de inspiración, jeje.

    Efectivamente anónimo, he visto imágenes de ese mercadillo, aunque no recuerdo haber asistido nunca.
    Bella plaza la frontera a San Andrés, por cierto.

    Saludos y gracias a todos por vuestras palabras.

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  6. Rincón cantado y venerado. Imposible no encontrarlo en nuestra memoria íntima.

    Estás que te sales, tanto te da un pabellón deportivo que una recoleta plaza. Y no me canso de decirlo..... ¡¡¡libro ya!!!

    Un abrazo
    Antonio

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  7. Es precioso, me encantan, parece que te transporta ha otra época.
    Besos, hasta pronto.

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  8. Rincón imprescindible, Antonio.

    Sin duda, Magamerlin, es un viaje en el tiempo sin recorrer muchos metros. Una maravilla.

    Saludos.

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  9. Me enamoré de esta plaza y en esta plaza, la primera vez que estuve en ella, esperaba volver de nuevo a ella con la misma persona, tal vez eso nunca lo consiga, pero el lugar seguirá siendo uno de los lugares mágicos de Sevilla.

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Comentarios: