25 de febrero de 2009

El Robobo de la Jojoya

Spain is different, very different. Los que siguen este blog saben que no soy muy dado a tirar de tópicos, entre otras cosas porque los aborrezco; sin embargo hay veces que uno no tiene mas remedio que recurrir a ellos ya que reflejan verdades como templos.

Supongo que robar un museo no es una empresa sencilla; en películas relacionadas con la temática como Italian Job se puede ver lo complicado que puede llegar a ser el asunto: trazar un plan concienzudo y perfecto, no levantar sospechas, analizar el edificio para que el recorrido sea breve y directo, esquivar los sistemas de alarma y de seguridad, levantar las mínimas sospechas posibles, tener un plan b por si algo se tuerce… son demasiados factores que no están al alcance de cualquiera.

Sin embargo, cuando el escenario se encuentra en España, la cosa a veces cambia sustancialmente; vamos, que un golpe a la española suele ser mas parecido a El Robobo de la Jojoya que a Ocean’s Eleven… y no sólo por la calidad de los actores.

Y es que aquí todo es diferente; para lo bueno y para lo malo. Y cuando es para lo malo, desgraciadamente, suele tirar a cutre.

Porque entrar en el Museo de Bellas Artes, considerada la segunda pinacoteca mas importante de España, a plena luz del día y robar la cruz de una escultura de Juan Martínez Montañés sorteando como único escollo el pique del ticket de entrada por parte del segurata de turno no merece otro calificativo.

Alegan que es la primera vez que se produce un hurto de estas características en el Museo, pero claro, posiblemente los cacos no tenían ni idea de lo fácil que podía ser llevarse las obras de arte de la pinacoteca. De hecho, de haberlo imaginado seguro que en vez de la cruz de Santo Domingo Penitente habrían robado el santo completo o un cuadro de Zurbarán….

De todas formas, parece ser que tenemos un bandido montañesino en la ciudad, porque ya el año pasado por estas mismas fechas desapareció un Niño Jesús inspirado en la obra del genial jiennense que pertenecía a la Hermandad del Calvario (y que, por cierto, aún no ha sido recuperado).

En fin, que no ganamos últimamente para sustos; entre cruces sisadas y ángeles escondidos esto parece el Juego de la Oca, me llevo uno y gano dos…

Y ahora que alguien me diga que no somos diferentes...

22 de febrero de 2009

Los otros ángeles de San Isidoro

Han pasado ya dos semanas desde que conocimos el feliz descubrimiento en el ático del altar mayor de la Iglesia de San Isidoro de dos ángeles pasionarios nacidos gracias a la gubia del genial utrerano Antonio Ruíz Gijón, escultor barroco que dio vida a impresionantes tallas como el Cachorro o el cirineo de esta misma hermandad de San Isidoro.

Prácticamente desde entonces está escrita esta entrada, pero por diversos motivos tanto de índole personal como de carácter más general me ha sido imposible publicarla hasta hoy, a pesar del tiempo transcurrido desde el hallazgo y de que la noticia hace ya unos días que dejó de ser actualidad.

Evidentemente este acontecimiento no podía ser pasado por alto teniendo en cuenta el especial “cariño” que este blog profesa a la persona del Duque de Dalmacia, el sin par Jean de Dieux Soult, un personaje que dejó para la posteridad tal cantidad de “maravillosos” gestos y “detalles” durante el breve período que ostentó el cargo de general jefe del ejército napoleónico en Andalucía, de 1810 a 1812, que lo han convertido en uno de los asiduos a estas Sevillandas.

Cuando Soult llegó a la capital hispalense ésta no era ni una sombra de la impresionante urbe que siglos atrás había sido el referente del mundo conocido: la pérdida del monopolio comercial con las Indias, las terribles epidemias que habían diezmado su población y muchos otros factores adversos tenían anclada la ciudad en una absoluta y franca decadencia que arrastraba desde hacía bastantes decenios; sin embargo, tras los viejos y ruinosos muros de sus iglesias y conventos aún se guardaba un tesoro de incalculable valor: el riquísimo y vasto legado de esa época de apogeo que habían convertido a Sevilla en el principal exponente cultural del Siglo de Oro español, con permiso de Madrid.

Por la práctica totalidad de la ciudad se repartían magníficas obras de artistas de la talla de Murillo, Velázquez, Zurbarán, Valdés Leal, Juan de Mesa, Martínez Montañés y muchos otros genios que, para un amante del arte sin escrúpulos ni principios como el Mariscal Soult, se convirtieron rápidamente en presas fáciles y codiciadas con las que satisfacer su insaciable voracidad artística. No en vano salió de Sevilla con la mayor colección de arte privada que había existido hasta la época…

Pese a que en las Capitulaciones previas a la rendición de la ciudad una de las condiciones pactadas era el respeto a las propiedades eclesiásticas, los franceses hacen caso omiso; el mismo Mariscal se instala en el Palacio Arzobispal a la vez que aloja a soldados y bestias en varios conventos previamente exclaustrados y que pueden considerarse afortunados por mantenerse en pie, ya que otros como el de San Francisco o las iglesias de la Magdalena y Santa Cruz desaparecen para siempre.

La labor del Mariscal no acaba ahí, ni mucho menos; de hecho este “interés” urbanístico puede considerarse una anécdota frente su afición favorita: el acopio de obras de arte. Y es que durante estos dos años se dedica a esquilmar literalmente todo el patrimonio artístico que encontraba a su paso. Se estima que antes de evacuar la ciudad habían sido reunidas en el Alcázar mas de 950 obras (entre esculturas, cuadros, etc…) arrancadas de iglesias y conventos sevillanos. Obras que, evidentemente, partieron rumbo a Francia para no regresar jamás en la mayoría de los casos.

Por ello, ante este panorama desolador, no es de extrañar el gesto de este ciudadano, hoy anónimo, que por una motivación artística, cofrade o vaya usted a saber (ojalá se supiera) escondió estos dos ángeles barrocos lejos del alcance francés.

Desgraciadamente el ejemplo no se prodigó mucho mas (que se sepa) entre los sevillanos y el bagaje final de la presencia francesa en la ciudad es desolador, ya que se vivió uno de los saqueos artísticos mas crueles de la historia. Y lo que es peor, consentido entonces y hoy, 200 años mas tarde.

No hubo más ángeles escondidos que los de San Isidoro….

En esta Sevilla del siglo XXI en la que abundan los debates culturales estériles, donde prima mas la polémica y la crispación para arrimar cada uno el ascua a su sardina que los verdaderos intereses y necesidades de la ciudad, sacrificados en la mayoría de los casos por un puñado de votos, bien podría echarse la vista atrás, aunar esfuerzos y reclamar las obras de arte expoliadas durante la invasión napoleónica.

De la misma forma que Egipto, Grecia o incluso Nigeria exigen el retorno del patrimonio que les fue arrebatado el siglo pasado por británicos o franceses y que ahora está expuesto en los museos de estos países, la ciudad de Sevilla podría pedir la devolución de cuadros que en algunos casos están expuestos a 500 kilómetros.

Porque si bien a la mayoría de las casi mil obras de arte saqueadas por Soult se les ha perdido la pista para siempre y posiblemente estén hoy día adornando de forma anónima cualquier salón parisino o acumulando polvo en el trastero de algún palacete francés, muchas otras están perfectamente localizadas y, en algún caso, incluso colgadas de la pared de museos españoles, lo cual me parece aún mas inmoral que la actitud del susodicho Mariscal.

Es el caso de la Inmaculada de Soult, un impresionante lienzo de Murillo que fue arrancado del Hospital de los Venerables y que tras sufrir diversos avatares, está expuesto desde 1941 en el Museo del Prado. El mismo Museo alberga desde mucho antes, concretamente desde 1901, otras dos obras del mismo pintor: “El sueño del Patricio Juan” y “El patricio Juan revela su sueño al papa Liberio”, ambas saqueadas en esta ocasión de Santa María la Blanca.

Son sólo unos ejemplos; de hecho Ottawa, Londres e incluso San Petersburgo reparten entre sus paredes cuadros que nunca debieron salir de Sevilla y, lo que es más triste, que nadie se molesta en reclamar.

Por ello, es de agradecer que este vecino anónimo escondiera estas dos tallas de Ruíz Gijón de la rapiña francesa; quién sabe, quizás se tratara de un visionario que tenía claro que si no ponía a salvo estos ángeles nunca mas volvería a verlos y, lo que es peor, nadie iba a hacer nada por devolverlos al lugar de donde nunca deberían haber salido.

15 de febrero de 2009

Marta; que alguien pare la noria

Antes que nada dejaré clara mi postura para evitar malentendidos.

Soy de los que conforme pasaban los días pensaba que Marta estaba viva ya que en mi cabeza no podía entrar que un chaval de 20 años (único sospechoso) tuviera la sangre fría (helada) de asesinarla, hacerla desaparecer y permanecer callado todo este tiempo. Llámeseme inocente o simplemente imbécil.

Por ello conocer ayer el trágico desenlace de la historia me ha impactado bastante, aunque supongo que a todo el mundo le ha pasado lo mismo, tuviera la intuición que tuviera… y la esperanza.

Mi punto de vista al respecto es claro: el que lo hace que lo pague, y si puede ser que se pudra en la cárcel; no merece otra cosa.

Por otro lado, creo que hijos de la gran puta de esta calaña han existido, existen y existirán siempre. En mi opinión ninguna ley, ningún castigo y ninguna amenaza habrían conseguido evitar ésta u otra muerte.

Las declaraciones de Rocío, la que hasta ayer era pareja del tipo, en Diario de Sevilla pienso que defienden a la perfección este argumento: “Me he librado de una buena”; Marta, desgraciadamente, no lo consiguió. Y si lo hubiera logrado seguro que ese malnacido tarde o temprano habría terminado matando a otra persona. Como decía mi abuela, “el que nace lechón muere cochino”.

Con esto no quiero decir que haya que resignarse y esperar a que estos desgraciados actúen para tomar medidas. Al contrario, en el mismo momento que un criminal enseñe la patita se debe denunciar y a ser posible empapelarlo hasta los ojos, aunque ésto ya es cometido de la justicia…. (hago énfasis en estos puntos suspensivos….)

En definitiva, no creo que en el caso de Marta haya que buscar mas culpables que los que ya hay, desgraciadamente. Repito, en el caso de Marta; y repito, “hijos de la gran puta de esta calaña han existido, existen y existirán siempre”.

Pasando a otro plano distinto aunque también relacionado con el asunto, hay un aspecto que me ha sorprendido e indignado bastante: el tema de la moralidad y el tratamiento mediático que se está dando al caso.

Después de un día exprimiendo al máximo este anticipo primaveral que nos ha regalado el mes de Febrero, llego a casa y me entero de todo gracias al anuncio de un especial de La Noria

Especial de La Noria que continuaba el programa del día anterior dedicado a parricidas, homicidas, fratricidas y demás sustantivos de idéntica terminación. Una de las cadenas mas seguidas del panorama televisivo nacional con el morbo como argumento estrella del prime time. Y con excelentes resultados.

Recuerdo hace bastantes años, en un suceso de similares características y desenlace igualmente trágico, el de las niñas de Alcasser, cuando Antena 3 dedicó un programa que levantó tanta polémica por el tratamiento morboso dado al tema que su presentadora, Nieves Herreros, fue rebautizada como Horrores.

Hoy estoy seguro de que ese ya tristemente famoso “Especial Alcasser” sería un programa respetuoso previendo la que se nos viene encima las próximas semanas.

¿Tanto hemos cambiado desde entonces? Y lo mas importante, ¿por qué hemos cambiado tanto desde entonces?

Parece que hoy la gente solo quiere carnaza, sangre, vísceras; las puertas del gran Coliseo del siglo XXI se abren de nuevo, como en su momento se abrieron para vender croquetas con la muerte de Antonio Puerta o para apuntar con el dedo a todo ser viviente cuando Mariluz. El morbo por el morbo.

La triste realidad es que a las cadenas de televisión les sale rentable que existan hijos de puta como el que acabó con la vida de Marta; es más, hay gente que vive e incluso gana prestigio gracias a sucesos como éste.

¿Para qué sirve entonces abrir un debate sobre si hay que dar clases a los niños de Educación para la Ciudadanía o de Religión si luego, cuando llega el fin de semana, se acuestan escuchando testimonios de asesinos?

Es denigrante que un programa de Antena 3 que estaba completamente abocado al fracaso levante su audiencia al descubrirse que hay un parricida entre sus concursantes. Algo falla…

En estos casos sí que echo en falta una respuesta contundente desde mas arriba, algo que ponga freno a este sinsentido de cada vez mayores dimensiones; pero claro, las últimas noticias que se tienen del ministro de Justicia son referentes a su pericia en la caza del muflón mientras que la ministra de Igualdad, que también podría adquirir algún tipo de protagonismo, aparece en tele para comprar bragas con el Follonero. De la oposición ni hablo….

Deprimente.

Nos quedan semanas en las que conoceremos todos los detalles la vida del cabrón que acabó con Marta; posiblemente tendremos los testimonios de otras ex-novias, de familiares, vecinos; e incluso en poco tiempo tengamos la oportunidad de ver el crimen en una película, como hace poco nos brindó Antena 3 con Mariluz.

Mientras tanto, que la noria gire y cada cual recoja su cuota de share.

Descanse en paz, Marta del Castillo; y si no es mucho pedir, que la dejen descansar.

12 de febrero de 2009

La Cruz de la Plaza de las Mercedarias

Quizás la Plaza de las Mercedarias no sea uno de los rincones mas bellos y con mas solera de la ciudad; de hecho, no es extrañar que muchos, tras leer estas líneas, abran inmediatamente otra pestaña en el navegador para situarla con el Google Maps.

Se encuentra esta plaza en pleno corazón de la vieja Aljama sevillana, rodeada por edificios rehabilitados que dejan entrever entre sus ahora modernas trazas las huellas de un pasado señorial, y custodiada por dos conventos, las Mercedarias y las Salesas, que multiplican aún mas si cabe el aire tranquilo y silencioso imperante en el barrio (quién sabe si quedó callado para siempre tras los terribles sucesos que en 1391 acabaron con la vida de la mayoría de sus moradores…)

Haciendo un repaso rápido a la historia del lugar, estuvo originalmente a la sombra de la iglesia que daba nombre a la collación, San Bartolomé el Viejo; pero el traslado del tempo a su actual ubicación motivó que en el solar vacante establecieran sus casas los marqueses de Villanueva del Fresno, que a su vez dejaron paso a finales del siglo XIX a las Salesas para que se recluyeran tras la magnífica fachada de ladrillo visto que desde entonces cierra sus aposentos conventuales. De milagro, porque en los albores de la Guerra Civil un incendio estuvo a punto de acabar con el edificio, del que apenas se salvaron algunos enseres.

Lo mismo sucedió con San José de las Mercedarias Descalzas, que da nombre a la plaza a la vez que la colmata por el lado opuesto; este convento, de mas antigüedad (databa de 1625) y mayor riqueza artística, sufrió aún mas los estragos incendiarios de la guerra fratricida, salvando apenas la iglesia y el claustro de las llamas que ese 18 de julio consumieron casi todo su patrimonio, lo que obligó a que la comunidad religiosa se trasladara al convento de Santa Inés, de donde volvieron mas tarde para fundar en una de las dependencias que habían quedado arruinadas tras el incendio el Colegio de las Mercedarias, en 1966.

Entre ambos conventos se sitúa por tanto la plaza, como buscando amparo y resguardo del mundanal ruido que reina en la ciudad simplemente con alejarnos unas pocas calles. Aunque su origen es bastante antiguo, las dimensiones con las que hoy día la conocemos las adquiere al anexionar algunas dependencias del convento de las Mercedarias tras el dichoso incendio que antes mencionamos. Toma por tanto esa característica forma de L al crecer hasta la calle Levíes y abrazar por tanto las casas conventuales en todo su flanco sureste, hoy ocupado por el Colegio.

Como se dijo antes, no es que sea precisamente una de los rincones mas bellos de la ciudad; al contrario, es una de las muchas plazas históricas que tras recibir una reciente remodelación ha sido despojada de toda su esencia y personalidad, de forma que lo mismo podría estar situada en San Bartolomé o en Rochelambert.

Flanqueada por naranjos de escaso tamaño y con el gris desnudo y desolador que le proporcionan las baldosas añadidas después de las obras, solo un elemento distintivo marca las huellas del pasado que atesora la plaza, un elemento que señala la su personalidad, que deja claro que estamos en el barrio de San Bartolomé y no en cualquier otro lugar de la capital hispalense: el viejo crucero de forja sobre una columna de mármol blanco que preside el entorno.

Este tipo de hitos abundaban en la ciudad hasta hace relativamente poco tiempo, ya que lo mismo servían para marcar los límites de las collaciones, que para señalar la presencia de un camposanto intramuros como para simplemente dar un toque de atención “espiritual” a los caminantes. Por desgracia, hoy día quedan solo unos pocos ejemplos (y menos en su ubicación original) diseminados en algunos puntos de la ciudad, como el que estamos tratando en esta entrada.

O mas bien el que intuimos que existía, ya que en la actualidad sólo tenemos un poste de hierro mutilado y retorcido con tanta saña que da hasta miedo… y vergüenza.

Lo recurrente es criticar a los organismos o instituciones que permiten que esa imagen pueda darse, pero ya me cansa tanta historia de competencias y responsabilidades. En esta ocasión me gustaría que la reflexión fuese más allá, a la raíz del problema.

Y es que nunca he entendido qué puede motivar a la gente a realizar acciones como ésta, a provocar este daño gratuito y egoísta. Si sirve para algo o se consigue a cambio alguna contraprestación podría intentar comprenderlo; quizás sea una moderna terapia anti-estrés o una forma de canalizar las frustraciones personales que no está al alcance de mis conocimientos. Entonces me callo.

Pero supongo que todo tiene una explicación mucho mas sencilla: esta cruz está destrozada porque sí. Simple y llanamente. Alguien que un día (o una noche, vaya usted a saber…) decidió encaramarse a sus brazos, retorcerlos o arrancarlos, tampoco me importa. Alguien a quién molestaba, incordiaba o no gustaba. Alguien que de motu propio puso punto y final a su existencia porque le dio su real gana. No creo que haya más.

Solo queda esperar que ese alguien haya encontrado una distracción menos dañina o que al fin esté saciada toda su voracidad destructiva; siendo realistas es el único consuelo que nos queda a corto plazo, porque como tengamos que esperar que se restaure la cruz seguro que tardan menos tiempo en volver a salirle los brazos….

1 de febrero de 2009

Un año de blog

Hace justo un año echaron a andar estas Sevillanadas. Un año con todos sus días y todas sus noches, con sus alegrías y sus sinsabores, con sus momentos buenos y sus ratos para olvidar.

Un año desde que este humilde aficionado a las cosas de Sevilla diera el pistoletazo de salida a un diario personal en el que reflejar impresiones sobre la actualidad de la ciudad en la que vivo, he vivido y viviré como mínimo hasta el 2047 (euribor mediante); impresiones que he tratado siempre que fueran expuestas desde el punto de vista mas objetivo posible (aunque las palabras “personal” y “objetividad” no suelen casar muy bien); e impresiones que, como no podía ser de otra forma tratándose de un servidor, hacen constantemente un guiño a la arquitectura y a la historia.

Reconozco que al principio no daba un duro porque la vida del blog se alargase mas de uno o dos meses. De siempre he alternado fases de cabezonería y tozudez sin límite con períodos de abandono y dejadez; quizás al final va a resultar que los horóscopos tienen algo de razón y mi personalidad está influenciada por el signo de Géminis (uno que nació un 6 del 6, como la bestia o como Velázquez, se ve que siempre tenemos dos caras a elegir).

Astros aparte, ya era algo veterano en estas lides; es mas, aquel 31 de Enero de 2008 no era la primera vez que abría un blog o un espacio de este tipo (ni creo que sea la última) para abandonarlo al poco tiempo. Y es que estas Sevillanadas tenían todas las papeletas para seguir ese camino, ya que fueron concebidas en un momento de cabreo, como una especie de válvula de escape con la que apaciguar mis demonios internos ante una serie de sucesos que se habían concatenado en pocos días y que me habían sacado de mis casillas (exagero un poco, que voy a parecer un ogro...)

Pero, sin que sirva de precedente, por una vez no me cansé. Al contrario, seguí escribiendo y cabreándome (tanto que a veces, cuando releo alguna que otra entrada, me da hasta un poco de pavor…).

Y llegó la Primavera y con ella las primeras visitas, los primeros comentarios, los primeros encuentros con otros blogueros (entonces, ahora amigos), las primeras colaboraciones… Tantas cosas llegaron que un buen día, en uno de esos bajones anímicos que te obligan a replantear algunos aspectos de la vida y que tan necesarios son a veces, caí en la cuenta de que Sevillanadas había dejado de pertenecerme completamente, que ya no era ese folio en blanco en el que esbozar todo aquello que se paseara por mi cabeza.

Bien es cierto que ésto no es algo exclusivo de este espacio, es más, suele pasar en la mayoría de los blogs y en mucha mayor medida, pero me llamó la atención el hecho de que no fuera necesario que anduviera por estos lares para que aparecieran comentarios e incluso debates. En definitiva, que Sevillanadas tuviera vida propia. Por fortuna.

Y es que echando la vista atrás, recordando esa senda que nunca más volverá a ser pisada, todo ésto ha merecido la pena. Y mucho.

Han merecido la pena esos paseos con mi cada vez mas quemada Traveller DC; esas horas interminables buceando tanto en las últimas novedades de los escaparates como en los viejos libros de mi padre que desde niño me infundieron el amor por mi ciudad; esos pellizcos en el estómago al darme cuenta de que era imposible sacar un mínimo de tiempo para escribir la entrada de la semana; esos berrinches de Ester (con toda la razón del mundo) cuando caía en la cuenta de que el interés que tenía por visitar cuatro calles apartadas no era mas que para sacar fotos a unas cuantas piedras.

Ha merecido la pena porque gracias a todo ello he podido conocer a gente fantástica y maravillosa con la que, en muchos casos, incluso tengo el lujo de compartir momentos que van mas allá de la pantalla del ordenador. Y, por supuesto, porque sigo haciendo lo mismo que toda la vida, aunque ahora todo sale un poco mas allá de las paredes de mi habitación.

A fin de cuentas, ésto no es mas que un diario personal hecho público, un ejercicio de exhibicionismo en el que cada uno plasma sus intimidades, las cuales, en mayor o menor medida y siempre dentro de unos esquemas, son publicadas para todo aquel que quiera leerlas. Poco más. Y todo aquel, llámese “enrique”, “fernando” o como le salga en gana, que pretenda ver mas allá tiene un grave problema. O bien necesita una tila.

Paro el carro que voy a terminar cabreándome y es mi día de celebración; pero si hay algo que me ha sacado toda la vida de quicio son los cobardes.

También acabo ya, que tampoco es plan de hacer una conmemoración por entregas en plan Avenida de la Constitución.

En resumen, un año de blog y un millón de gracias a todos los que haceis posible estas Sevillanadas, porque sin ningún tipo de duda, todo esto es gracias a vosotros. A todos y cada uno de vosotros, sin excepción.

Me repito una vez mas, pero es que no se me ocurre otra forma de decirlo: un millón de gracias.