Se ponía fin al plazo de un mes impuesto a la población árabe para que evacuara la ciudad una vez firmadas las capitulaciones de la misma; igualmente se acababan cerca de 15 meses de duro y sufrido asedio y, sobre todo, se marcaba el punto y final a más de 500 años de dominio musulmán a orillas del Guadalquivir. Sevilla pasaba una nueva página a su historia.
El Pendón Real entraba triunfal en la ciudad y recorría las mismas calles que siglos antes habían inspirado los versos de Al-Mutamid y donde se habían plasmado los sueños almohades de acortar el camino hacia el cielo mediante la torre mas alta del mundo hasta entonces conocido.
Tal y como estaba estipulado por las leyes y costumbres castellanas, el Santo Rey Fernando, canonizado en 1671 por el papa Clemente X, repartía la ciudad y alrededores entre todos aquellos que habían participado en la Reconquista de la misma, ya fueran caballeros, nobles, gremios o miembros de comunidades extranjeras.
Sevilla había quedado desierta y sólo un pequeño grupo musulmán y otro algo mas nutrido de judíos se mantuvo en ella, aunque confinados en zonas bastante concretas. El resto de la ciudad era prácticamente un folio en blanco sobre el que se dibujaron las trazas de la nueva urbe cristiana.
Comenzaba una nueva etapa en la ya dilatada historia de la ciudad y, por qué no decirlo, nacía una nueva Sevilla, con todo lo que esto significaba….
Lo que hoy conocemos como Avenida de la Constitución no era ni siquiera imaginable en estos tiempos del Santo Rey. Como se dijo en la entrega anterior, tan sólo el primer tramo desde la actual Plaza de San Francisco hasta la Puerta de San Miguel era mas o menos asemejable a lo que vemos en la actualidad.
El resto de la vía, esto es, desde la Puerta de San Miguel hasta la de Jerez, era como ya se dijo y aún hoy podemos adivinar por los vestigios que quedan visibles, todo un rompecabezas de lienzos de muralla y palacios musulmanes que daban una imagen bastante compleja del entorno.
Pero vayamos por partes; en la Repartición de la ciudad efectuada por San Fernando a los genoveses (uno de los grupos que habían colaborado en el asedio a la ciudad) les corresponde un enclave privilegiado desde el que podrían potenciar y desarrollar sus intereses comerciales. Junto a la Alcaicería Mayor y muy cerca del Puerto de la ciudad, los súbditos de la república italiana son ubicados en una de las calles más importantes de la recién conquistada capital hispalense, cediéndoles Alfonso X el Sabio, hijo y sucesor del rey Santo, una vieja mezquita musulmana para que en ella “labrasen sus palacios”.
Debido a la importancia adquirida por las actividades comerciales y mercantiles de los italianos, la calle pasó a llamarse calle de los Genoveses o de Génova. Esta calle era bastante mas estrecha a como la conocemos en la actualidad, ya que las casas de la acera opuesta al actual Banco de España avanzaban varios metros hacia el interior de la Avenida, situación que fue corregida con la demolición y alineación de la calle en siglos posteriores hasta su forma actual.
La casa o sede de los genoveses estaba situada en la esquina de la Plaza de San Francisco, donde hoy día se encuentra el Banco de España, y estuvo en pie hasta la época del asistente José Manuel Arjona, que ordenó su demolición a principios del siglo XIX para edificar en su lugar un edificio porticado mas acorde con la arquitectura de la zona en ese momento.
El segundo tramo de la actual Avenida iba desde la Punta del Diamante hasta la Puerta de San Miguel de la Catedral, o lo que es lo mismo, desde el cruce de la calle Alemanes hasta el cruce con Almirantazgo, y se llamó calle Gradas.
Como ya se dijo anteriormente, salvo algunas variaciones apenas ha sufrido cambios desde la época almohade.
Si ya fue importante esta calle durante la época musulmana, con la Reconquista de la ciudad pasa a ser uno de los centros financieros y comerciales de la ciudad, sobre todo a raíz del descubrimiento de América, de tal forma que llegó a tener incluso Alguacil propio.
Debido a la intensa actividad comercial de esta calle, los mercaderes adosaban sus tiendas a la misma Catedral, aspecto que no gustaba mucho a las autoridades eclesiásticas al considerarlo una falta de respeto. Por ello, a finales del siglo XVI, se realizaron una serie de obras en la zona que consistieron básicamente en la demolición de un murete que servía de apoyo a estos comerciantes y su sustitución por la escalinata que hoy conocemos, monumentalizando aún mas el entorno con columnas traídas de los pocos edificios romanos y visigodos que aún quedaban en la ciudad.
Empezamos ya con la parte mas difícil de imaginar hoy día y, por supuesto, mas alterada con el paso de los siglos, que es el tramo hasta la Puerta de Jerez.
El final de la calle Gradas, actual cruce con Almirantazgo, era como se refirió en la entrada anterior, un lienzo de muralla en el que estaba abierto una puerta en recodo, la Puerta de San Miguel (no confundir con la aledaña puerta del mismo nombre de la Catedral, también conocida como Puerta del Nacimiento).
Del entorno apenas quedan hoy restos, pero podemos hacernos una idea de cómo era gracias a un grabado de Pedro Tortolero fechado en 1749, años antes de su demolición definitiva en Enero de 1762.
Pedro Tortolero .- Traslación del cuerpo
de San Fernando a su nueva urna en 1729
Como ya se ha explicado, el lienzo de muralla que aún podemos ver en la Plaza del Cabildo llegaba hasta la Avenida, donde giraba 90 grados en dirección a la esquina con Almirantazgo. Allí estaba situada la Torre del Aceite, que a tenor de lo que podemos ver en el grabado de Tortolero era una construcción esbelta y bastante parecida a la Torre de Abdelaziz.
Dicha torre hacía también esquina ya que la muralla de nuevo giraba en esta ocasión en dirección a la Catedral. Sobre la calle Gradas se encontraba el arquillo de San Miguel, abierto en la segunda mitad del siglo XVI y considerado el mayor de todos los arcos existentes en la ciudad, los de las Puertas incluidos, ya que podían cruzarse dos carros bajo el mismo.
Junto al mismo estaba la antigua puerta en recodo de origen musulmán, que como vemos en el grabado era una torre rectangular muy parecida a lo que queda en la actualidad de la Puerta de Córdoba. Tras la apertura del arquillo, esta torre-puerta fue ocupada por el Cabildo Eclesiástico, destinándola a cárcel de canónigos.
En el lienzo de muralla que quedaba entre el torreón y la Catedral fue también edificada una vivienda, aspecto bastante llamativo y que sirve para que nos hagamos una idea de la permisividad existente en la Sevilla de la época.
Toda esta zona se llamó el Almirantazgo ya que en época de fiestas, teniendo en cuenta que se trataba de un enclave privilegiado tanto para presenciar las procesiones de Semana Santa como del Corpus, amén de otras ceremonias de la ciudad (Tortolero por ejemplo refleja el desfile con motivo del traslado de San Fernando a su nueva tumba) era cedido por las autoridades a los Almirantes de Castilla, que la presenciaban desde las grandes balconadas que podemos ver en el grabado.
Sobre este balcón estaba situado un retablo de la Inmaculada costeado por los vecinos de la collación en 1615, pero si por algo tuvo importancia el arquillo era porque desde el mismo se accedía al Colegio de San Miguel, que estaba situado enfrente de la Catedral.
Este Colegio de San Miguel tuvo bastante importancia para la vida eclesiástica de la ciudad. Situado donde hoy se encuentra la Plaza del Cabildo, se mantuvo en pie hasta los años 70, aunque transformado en casa de vecinos y bastante degradado en su última etapa.
Primitivo Colegio de San Isidoro fundado en 1530, es refundado por el Cabildo en 1635 como Seminario, albergando también oficinas y otras dependencias de la Catedral. En este Colegio se instruían y educaban los seises, los “mozos de coro” de Diego Ortiz de Zúñiga, cuya tradición aún hoy sigue viva.
Cruzamos por fin el arquillo de San Miguel y entramos en la zona que habíamos dejado en época musulmana repleta de palacios y grandes edificios, el tramo hasta la Puerta de Jerez.
Parece ser que en los años siguientes a la Reconquista no cambia mucho el aspecto de este sector de la ciudad; de manos de las autoridades musulmanas pasa a las cristianas, que sustituyen los palacetes árabes por otros edificios de usos mas específicos como el Hospital de las Tablas, las Herrerías Reales, la Casa de la Moneda (la anterior a la que hoy conocemos) o las Atarazanas.
En la zona mas cercana a la Puerta se encontraba el Corral de Jerez, un lugar fácilmente inundable ocupado por casuchas y construcciones de poca importancia que sirvió de refugio a los últimos judíos de la ciudad antes de ser expulsados a finales del siglo XV.
Pero los cambios y transformaciones del entorno son constantes y frecuentes, de forma que prácticamente hasta mediados del siglo XVI no se alcanza una cierta “estabilidad” urbanística en la zona, la cual por cierto nada tiene que ver con lo que hoy día podemos ver.
Tres serán los edificios que marcarán la fisonomía de la zona hasta la reurbanización llevada a cabo en la segunda década del siglo XX con motivo de la Exposición Iberoamericana que por fin permitió la apertura completa de la Avenida; de hecho, como se puede comprobar en esta reoncstrucción aproximada de la zona, era totalmente imposible llegar en línea recta a la Puerta de Jerez.
Tramo Almirantazgo-Puerta de Jerez
Estos edificios son el Archivo de Indias (antigua Lonja de los Mercaderes), el Colegio de Santo Tomás y el Colegio de Maese Rodrigo o de Santa María de Jesús. En la actualidad solo quedan en pie el primero y la recoleta capilla de Santa María de Jesús.
Volvamos de nuevo al grabado de Tortolero para continuar con este paseo virtual; como se puede observar, tras el arquillo de San Miguel estaban situadas una serie de casas que obligaban de nuevo a girar en dirección a la Catedral. Sería como una prolongación de la actual calle Almirantazgo que prácticamente nos llevaría hasta el mismo muro de la Catedral para de nuevo girar hacia el Archivo de Indias.
Este tramo se llamó calle de la Lonja y llegaba hasta la actual calle Santo Tomás.
El primero de estos edificios singulares que conformaron durante siglos este privilegiado entorno es, por tanto, el Archivo de Indias, como se dijo antes antigua Lonja de los Mercaderes.
Para evitar las molestias ocasionadas al Cabildo de la ciudad por las operaciones comerciales de los mercaderes que se daban cita en las Gradas de la Catedral (ya se hizo anteriormente referencia a este tema), aspecto acentuado aún mas tras el descubrimiento de América, se llega a la determinación de construir un edificio que sea sede de dichas transacciones.
El arzobispo de la ciudad, Cristóbal de Rojas, había incluso llegado a excomulgar a algunos comerciantes y, ante lo insostenible de la situación, pide permiso a Felipe II para iniciar las obras, que comienzan en 1584 bajo la dirección de Juan de Minjares y de Alonso de Vandelvira, acabando en 1598. Para ello el rey cede las Herrerías Reales y la Casa de la Moneda (que se traslada a su ubicación actual, mas cerca del Puerto) además del Hospital de las Tablas.
Años mas tarde, bajo el reinado de Carlos III y en plena decadencia de Sevilla tras el traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz, se convierte en Archivo General de Indias, uso que mantiene hasta nuestros días.
Frente al mismo se situaba el Colegio de Santo Tomás de Aquino; bajo la advocación de la orden dominica, había sido fundado por fray Diego de Deza en 1515, obteniendo en 1541 la categoría de Universidad. Tenía iglesia propia y dos patios interiores, además de una importante y selecta biblioteca.
Sus dimensiones abarcaban desde la calle Santander hasta los jardines frontales del Archivo de Indias, haciendo fachada hacia la calle Tomás de Ibarra, mientras el lateral restante estaba adosado a las casas a las que se ha hecho referencia anteriormente situadas tras el arquillo de San Miguel.
Como tantos y tantos edificios sevillanos, fue arrasado durante la ocupación francesa y finalmente demolido en 1927, no quedando hoy día resto alguno del mismo.
Pasamos ya a los últimos tramos de este paseo histórico, y es que siguiendo por esta calle de la Lonja de nuevo se nos obligaba a girar, en esta ocasión a la derecha, en la esquina del Colegio de Santo Tomás. Frente a nosotros tendríamos la muralla (o ya a finales del siglo XIX una serie de casas adosadas a la misma) que eran los restos del antiguo palacio árabe de Al-Mubarack, donde destacaba (y destaca afortunadamente) la Torre de Abdelaziz.
Esta era la llamada calle de Santo Tomás y llegaba hasta el Arco de la Plata, donde alcanzábamos por fin el último tramo antes de llegar a la Puerta de Jerez, la calle de la Universidad, que se asentaba sobre los restos del antiguo Corral de Jerez.
Flanqueada esta calle a la derecha por la Casa de la Moneda, a la izquierda se situaba el Colegio-Universidad de Santa María de Jesús, fundado por el arcediano Maese Rodrigo de Santaella en 1506.
No es que fuera el lugar ideal para un edificio de tales características, ya que la proximidad de la desembocadura del Tagarete provocaba que constantemente estuviera inundado, pero estamos ante el germen de la actual Universidad de Sevilla.
Capilla de Santa María de Jesús
En la actualidad como se ha dicho anteriormente solo está en pie la antigua Capilla universitaria, ya que el resto del edificio fue demolido en 1920, con traslado incluido de su portada al Convento de Santa Clara, donde aún permanece.
A través de dicha portada, que daba a lo que sería la Puerta de Jerez, se accedía al Colegio, el cual presentaba un gran patio central y llegaba hasta el lienzo de muralla que actualmente es visible en la calle Antonio Rodríguez Buzón, con lo que podemos hacernos una idea de su extensión. En la otra dirección abarcaba desde la calle San Gregorio hasta Joaquín Hazañas, con lo que la actual Avenida dividiría el edificio en dos partes.
Llegamos por fin a la Puerta de Jerez, terminando este recorrido por lo que hoy día es la Avenida de la Constitución, que como hemos visto hace menos de 100 años distaba mucho de la calle actual.
No se si es para quitar cualquier recuerdo de los musulmanes pero es curioso que se cuidara tanto que hubiera siempre capillas, iglesias en todos los edificios oficiales, que tuviera tanto poder la autoridad de la catedral con los comerciantes, que un Rey acabe siendo santo.
ResponderEliminarFantástico trabajo como siempre y bien detallada reconstruccion virtual de la zona en aquella época.
Un abrazo General.
Muy documentada y mejor estructurada la entrada.
ResponderEliminarMe gustaría saber algo del edificio del Museo de rte Contemporáneo, ahora creo que anexo al Archivo de Indias - conectado por un subterráneo- y que fué sede de la Real Compañía Asturiana de Minas.
Saludos
Doria
Mientras leía pensaba que mas que un post,es un verdadero material de consulta respecto al tema,lo que hay que leer e investigar,estupendo trabajo que seguro sera punto de referencia para quien desee conocer "Cinco calles para un solo camino"que tu nos ofreces por una sola vía,entretenida,didáctica y con información veraz de primera...
ResponderEliminarHijo mío de mi alma, ¿has pensado alguna vez publicar un libro sobre historia de Sevilla? Como mínimo, podrías pasar tus magníficos trabajos de investigación a formato pdf y así disponer de un verdadero manual de historia de nuestra ciudad.
ResponderEliminarCurradísima entrada, como es habitual en tí.
Un beso.
Bien que podrías haber estado dando clases en esa primera Universidad amigo Du. Fantástica entrada como siempre.
ResponderEliminarUn par de cuestiones. La primera es si sabes algo más del origen de las columnas que rodean el perímetro de la Catedral. Una vez un amigo historiador me dijo que procedían de Itálica, pero no lo sé a ciencia cierta. Espero que tú me lo corrobores.
En segundo lugar, el lienzo de muralla de la calle Antonio Rodríguez Buzón, no sé si lo habrás comentado ya, ¿perteneció a alguno de esos palacios árabes anteriores a la Reconquista o más bien era una muralla defensiva que enlazaba con la que recorría la cercana calle de Santo Tomás hasta el Alcázar?
Saludos amigo.
Estoy con zapateiro. Cada vez que entro pienso que este blog se debería de publicar en un libro.
ResponderEliminarMe apetecería muy mucho leer todas las entradas juntas sentado calentito en el salón y teniendo mi hermano el portatil en Granada, lo tengo complicado. Anímate.
Es el primer artículo que leo de este blog y me parece un impresionante trabajo de investigación. Además resulta muy facil y distraida la comprensión de lo escrito. Me uno a la opinión de publicar de alguna manera esta información.
ResponderEliminarEnhorabuena
Me ha encantado como has enfocado el cruce de caminos...
ResponderEliminarAntes de nada decirte de nuevo que es una magnífica entrada.
ResponderEliminarEl jueves me acordé de tí y tus entradas ya que recorrí tranquilamente dando un paseo el tramo que va desde La Campana, por Tetuan hacia la Plaza Nueva y desde allí hasta la Puerta Jerez.
Miraba cada fachada, cada esquina y me imaginaba con los ojos abiertos la Sevilla que nos estás contando. Felicidades por la entrada amigo
Mi General, llego tarde pero quería sentarme a leerte, y no hacerlo de cualquier forma. Lo bueno de hacer un trabajo de calidad como el tuyo es que sigues en tu línea e incluso te superas, y eso no es facil.
ResponderEliminarLo del libro no es una tontería, sería grandioso; vete pensando que me vas a poner en la dedicatoria.
Por cierto, que con las reconstrucciones estas te estás dejando una pasta en rotuladores…
Kisses miles
P.S. Ando de cabeza pero creo que te mandé un mail la semana pasada ¿te llegó o estoyya así de mal? Sé que estás liado, no es para que me lo contestes, es por el bien de mi salud mental.
Me uno a la petición/propuesta. ¡Publicación ya! Ya sea libro o coleccionable en un periódico o lo que sea. Creo que todos podemos conocer algún aspecto, alguna pequeña historia o algún dato de los que nos proporcionas. Pero encontrarlos sintetizados y tan completos como nos los ofreces en tus textos seguro que no.
ResponderEliminarGracias por hacernos disfrutar. Cada entrada del blog es algo que espero (creo que podría hablar en plural) con ansiedad.
Enhorabuena por la entrevista, te la mereces por esta labor que haces día a día.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy con Luz de Gas. Me he llevado una sorpresa muy agradable al leerla.
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