1 de noviembre de 2011

En el Cementerio de San Fernando


Aprovechando la llegada del mes de Noviembre proponemos un paseo por el Cementerio de San Fernando, posiblemente uno de los lugares mas bellos, encantadores y desconocidos de Sevilla.
Museo al aire libre, jardín lúgubre e inquietante, prácticamente todos los protagonistas del último siglo y medio de vida social hispalense tienen en las calles del camposanto su última morada, con lo que podríamos decir que este paseo también se hace a lo largo de la historia reciente de la ciudad.


Poetas como Rafael Laffon o Gertrudis de Avellaneda, políticos como Diego Martínez Barrios o el Conde del Águila, toreros como Joselito el Gallo. Belmonte o Espartero, religiosos, pintores, arquitectos, músicos, intelectuales, escultores, militares y, por supuesto, gente corriente, anónima para la mayoría, que a fin de cuentas son los que dan vida a esta ciudad de los muertos.


Concebido en pleno Romanticismo, se bendice en 1851 con el fin de centralizar el ramillete de lugares de enterramiento dispersos por los alrededores de la ciudad.
Desde antes incluso de ser construido, en el Cementerio de San Fernando se entremezclan tradiciones y leyendas con su propia historia. Así, se cuenta que los cimientos de muchos sepulcros de la época están fabricados con sillares de la mismísima Puerta de Jerez, que fue trasladada hasta allí una vez demolida.
Quién sabe si las carretas que transportaban esas piedras se cruzaron con el ataúd que llevaba el cuerpo de la bella Amparo hacia su última morada y que inspirara en la cercana Venta de los Gatos al genial Gustavo Adolfo Bécquer.


Y es que es imposible evadirse del aura romántica que rodea todo lo relacionado con el camposanto; imposible e innecesario, ¿para qué?. Esculturas, tumbas y mausoleos de todos los estilos arquitectónicos, a los que el paso del tiempo y, por qué no decirlo, el mismo abandono, han dado un sello inconfundible, atrapan al visitante en una rara mezcolanza de sensaciones donde el morbo, el interés y la curiosidad se reparten los papeles de ese hechizo a partes iguales.
Un hechizo que comienza antes incluso de franquear la puerta de entrada, con el camino empedrado en el que aún se dibujan los raíles del tranvía número 13, un bonito detalle que tuvo alguien hacia los supersticiosos.


Tras un cancel de forja solo interrumpido con pilastras de fábrica coronadas por jarrones metálicos cubiertos en señal de luto, llegamos a una plazuela semicircular en la que nos recibe un retablo de la Soledad de San Lorenzo a cuyos pies reposan decenas de coronas de flores depositadas por los familiares de los difuntos.
“… Y después de este destierro muéstranos a Jesús”


Es el inicio, la antesala de ese mundo de los muertos, silencioso, eterno, que se nos abre tras otro cancel que da paso a la avenida principal del Cementerio, la calle de la Fe, a cuyo fondo se divisa entre los cipreses el promontorio donde se alza el magnífico Cristo de las Mieles, obra en bronce del escultor Antonio Susillo, que descansa eternamente a sus pies, esos que cincelara al contrario y que, según la leyenda, precipitaron su locura y posterior suicidio.


Una leyenda, una más, como quizás lo sea el reguero de miel que según dicen se derramaba una mañana por el pecho del Cristo y cuyo origen estaba en el panal que unas abejas habían fabricado dentro de su boca. De ahí su nombre.


Como vemos, el arte se une continuamente a la tradición y a la historia; y claro, si se ha de hablar de estas tres materias, estamos obligados a detenernos en el panteón mas imponente y hermoso del Cementerio, el Mausoleo de Joselito el Gallo.
Obra cumbre del valenciano Mariano Benlliure, su contenido iconográfico es sencillamente espectacular.


Realizado en bronce, un cortejo de familiares y amigos portan a hombros al finado diestro, cincelado en mármol blanco de Carrara. Consternados, afligidos, huérfanos, su hermano Rafael, el Divino Calvo, su cuñado Ignacio Sánchez Mejías o Eduardo Miura, entre otros, lloran porque, como dijo Guerrita, "se habían acabado los toros".


Abriendo el grupo una gitanilla, María, porta en sus manos una miniatura de la Esperanza Macarena, Virgen que se vistió de luto en señal de duelo cuando “Bailaor” sesgó la vida del torero de una certera cornada en el vientre. Ya lo dijo la bulería:

En Madrid murió Granero,
en Sevilla Valerito,
y en Talavera la Reina
mató un toro a Joselito.

Curiosamente estos tres jóvenes diestros fueron amigos en vida, curiosamente recibieron la alternativa de manos de Rafael el Gallo y, curiosamente, murieron en el ruedo en un intervalo de dos años. El destino….


Quizás también quiso el destino que fuera a morir a París Diego Martínez Barrio, último presidente de la República, enterrado en un jardincillo situado en la esquina opuesta al panteón donde descansan los soldados del bando nacional muertos durante la Guerra Civil.
Éstos a la izquierda de la calle de la Fe, don Diego a la derecha. Ya lo dijo Jorge Manrique, “y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos”.


La tumba de don Diego, sencilla, de mármol blanco, únicamente adornada por cintas con los colores de la bandera republicana, recibe al mediodía la sombra proyectada por el túmulo de Bernardo Márquez, un héroe de la Guerra de la Independencia que, según se cuenta, fue ahorcado años después en la Plaza de San Francisco por levantarse contra el absolutismo de Fernando VII.
Sucedieron estos hechos en 1832, mucho antes de que se construyera el Cementerio, pero el pueblo sevillano, en agradecimiento, recogió sus restos y los trasladó al camposanto para su descanso eterno 20 años después.


Algo parecido pasó con el Conde del Águila, alcalde cuando la invasión napoleónica que, acusado de simpatizar con el bando francés, fue muerto a golpes en la Puerta de Triana durante un levantamiento popular al grito de “muera el afrancesado”.
Eso fue en 1808. Años después su memoria se limpió y el mismo pueblo que lo había linchado reconoció su error, trasladando sus restos en 1852 al cementerio donde, posiblemente, descansaban muchos de los que habían participado en su muerte. Sevilla se reconciliaba así con su alcalde a la sombra de los cipreses.


Justo al lado, una esbelta cruz se recorta en el horizonte señalando el mausoleo que acoge a los difuntos de la familia Pickman; cerca, la tumba de los Avellaneda, desde donde se divisa la columna truncada que es póstumo homenaje del Espartero, el torero mas famoso del siglo XIX que traía locas a las mocitas de la Alfalfa.



Frente por frente otro genio del arte de Cúchares, Juan Belmonte, el Pasmo de Triana, tras cuya lápida asoma un mar de cruces encaladas entre las que emerge la figura del Niño Ricardo, guitarrista de renombre, el mismo renombre que tuvo en su época el pintor José Villegas o el arquitecto Aníbal González, con su réplica perfecta del Cachorro….


Y así podríamos llevarnos todo el tiempo del mundo, dando saltos entre las calles empedradas del cementerio, buscando personajes a la sombra de los cipreses, entre los mausoleos, buceando en las distintas épocas, en sus sucesos, sus aconteceres.
Porque hay muchas más, muchísimas más historias ocultas en el Cementerio de San Fernando, tantas como cada una de las personas que allí están enterradas o lo han estado, tantas que sería imposible reflejar sus recuerdos en una única entrada, en un blog o en un libro.
Al fin y al cabo, eso es precisamente un Cementerio, un lugar para recordar.




12 comentarios:

  1. Uno de los cementerios más hermosos.

    Maravillosa y completa entrada, felicitaciones.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Entradón chaval… Desde luego podrías hacer un librito del cementerio, eso además te lo comprarían los japoneses que van por allí de turismo como rosquillas…

    Tranquilo, que cuando mueras me aseguraré de que te hagan una réplica del Palacio de Sánchez-Dalp o algún otro edificio emblemático de tu elección, ya me dices…

    Yo tengo pensado mi epitafio, es el siguiente



    Mola, porque es minimalista, creativo y algo surreal….


    Kisses

    ResponderEliminar
  3. Muy buena. Tu entrada me hace recordar que hace más de un año me dije que tenía que volver al cementerio porque hace años que no lo piso y sigo sin hacerlo.

    No me cabe duda de que es un sitio magnífico para conocer la historia y la idiosincracia de la ciudad de Sevilla.

    Gracias por cada trozo de historia que nos regalas.

    ResponderEliminar
  4. Magnífico artículo, sí señor, (que ahora llaman "post").

    No sabía que había gente tan importa en el cementerio de mi ciudad. No sé si existe pero debería: una guía de sitios claves del cementerio, con una reseña histórica de cada personaje como Vd. ha hecho.

    Recuerdo que en París figuraba en las guías turísticas al menos 2 de sus cementerios históricos: el de Pere Lachaise y el de Montmartre, destacando los artistas o literatos que allí están enterrados, algunos como en condiciones muy poco dignas (veáse el abandono de ambos cementerios citados).

    Le agradeceré a Vd. siga escribiendo algún "post" más sobre este tema. Sería de agradecer un pequeño planito de su recorrido, porque tengo interés en hacerlo personalmente y, la verdad, me cuesta seguirlo con sus indicaciones.

    Mi enhorabuena

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias a todos por vuestras palabras.
    Alfonso, ya he puesto la entrada en marcha, en breve espero publicarla.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. es muy bonito ,alli estan enterrada toda mi famia, alli al lado del cristo de las mieles tego mi panteon.

    ResponderEliminar
  7. Impresionante. Aunque hecho de menos muchos monumentos, como por ejemplo el que rinde homenaje a los caídos en la primera guerra de Africa o después de la misma pero a causa de sus heridas, y que ya recogiera Guichot en uno de sus escritos.

    ResponderEliminar
  8. echar de menos... verguenza me da leerme!

    ResponderEliminar
  9. SIN DUDA MAGNÍFICO PERO, SIN LUGAR A DUDAS EN MI OPINIÓN FALTA LA TUMBA DEL ARTÍFICE DEL CEMENTERIO EL ARQUITECTO DON BALBINO MARRÓN Y RANERO. ESTE ARQUITECTO FUE QUIEN CON SUS PROYECTOS SACÓ A SEVILLA DEL MEDIEVO URBANÍSTICO. DESGRACIADAMENTE NO SE LE RESPETÓ EL PROYECTO PARA SU TUMBA. POR FAVOR, ENCUENTRE LA TUMBA Y PUBLIQUE SU FOTOGRAFÍA. GRACIAS.

    ResponderEliminar
  10. A DON BALBINO MARRÓN, A PARTE DEL CEMENTERIO, SEVILLA LE DEBE: LA ORDENACIÓN DEL PRADO DE SAN SEBASTIÁN, LA REMODELACIÓN DEL PALACIO DE SAN TELMO, LA ALINEACIÓN DEL PASEO DE COLÓN, LA ORDENACIÓN DE LA CALLE TORNEO Y LA PLAZA DE ARMAS, LAS FACHADAS DEL MUSEO Y DEL AYUNTAMIENTO HACIA LA PLAZA NUEVA; LAS PLAZAS DEL CRISTO DE BURGOS, DE LA MAGDALENA, DEL MUSEO, DE LA ALFALFA Y UN LARGO ETC. TAMBIÉN LA PLAZA DE ABASTOS DE LA CALLE FERIA, LA SEGUNDA PUERTA DE JEREZ, LA RECONSTRUCCIÓN DE LA PUERTA OSARIO, ETC, ETC, Y.... ETC. FUE ARQUITECTO MUNICIPAL DESDE 1846 HASTA 1860 QUE PASÓ A SER PROVINCIAL. MURIÓ EN 1867 Y ERA VASCO DE VILLARO. ¿DÓNDE ESTÁ SU TUMBA?. EN SEVILLA COMO DECÍA AQUEL SE MUERE DE VERDAD.

    ResponderEliminar
  11. EL PROYECTO DE LA PLAZA NUEVA ES DE DON BALBINO MARRÓN ASÍ COMO LA PROLONGACIÓN DE LAS CALLES ALEDAÑAS COMO, POR EJEMPLO TETUÁN Y MENDEZ NUÑEZ. LA CALLE BILBAO ES CREACIÓN SUYA. TAMBIÉN UN AMPLIO NUMERO DE MAUSOLEOS EN EL CEMENTERIO DE SAN FERNANDO DE SEVILLA. LA SEVILLA QUE HOY DÍA CONOCEMOS Y DE LA QUE TAN ORGULLOSOS NOS SENTIMOS MUCHOS NO HUBIERA SIDO POSIBLE O NO LA HUBIESEMOS CONOCIDO TAL CUAL SIN LA FIGURA DE DON BALBINO MARRÓN Y RANERO.

    ResponderEliminar
  12. ¡Enhorabuena por la entrada!
    Gracias por visibilizar el patrimonio funerario que tenemos porque prácticamente ha caído en el olvido.

    Para el que le interese José Ma de Mena realizo en 1987 una especie de guía titulada "Arte y curiosidades en el cementerio de Sevilla : un interesante museo-jardín". Se podría completar mucho más, especialmente porque han transcurrido unos años desde su creación y el tono con que esta escrita tira de opinión personal pero es bastante gráfica.
    Un saludo!

    ResponderEliminar

Comentarios: