28 de diciembre de 2008

Estampas Navideñas

Ya estamos metidos de lleno en la Navidad.

Personalmente he de reconocer que no es que tenga muy arraigado el espíritu navideño, ni mucho menos; pero como decía Dama en la entrevista que le hizo el gran Juan Duque en su Radio Luz de Gas, el simple hecho de ver tanta gente alrededor ilusionada y feliz tarde o temprano termina contagiándote, aunque en mi caso sea en pequeñas dosis.

Esa alegría popular en estas fiestas queda refrendada al pasear por el centro de la ciudad, con las calles abarrotadas de familias que disfrutan de estos días de descanso (afortunados….), de niños con globos que esperan ilusionados las colas de los belenes, de abuelos que anhelan encontrar ese regalo que arranque dentro de unos días la sonrisa del nieto, de parejas enamoradas que buscan en las vitrinas de los escaparates ese detalle que estreche aún mas sus lazos.

Sevilla cambia sus ropajes, se transforma, se viste de gala física y anímicamente. En los lugares mas habituales y cotidianos de repente aparecen otras gamas de colores, se escuchan las canciones de toda la vida que estaban almacenadas en los rincones del olvido desde hace meses, afloran nuevos olores, nuevos sabores, nuevas sensaciones que, en realidad, son las de siempre, pero que llevan ocultas el resto del año. Esta es su hora, la hora de la Navidad.

De esta forma, la ciudad nos deja una serie de estampas e instantáneas únicas; momentos que solo pueden darse en estas fechas, momentos que, a fin de cuentas, hacen que la Navidad sea diferente.

La imagen mas característica y tradicional siempre nos la suele brindar la iluminación de las calles y edificios emblemáticos, aspecto que en Sevilla se reduce a “edificio emblemático” (o Ayuntamiento) y calles aledañas (con alguna que otra incursión extrarradio).

Ya sea por los efectos de la dichosa crisis, por una pretendida conciencia ecológica, por no hacerle sombra al solsticio de invierno o por simple dejadez, el alumbrado navideño de las calles me ha parecido este año algo escaso, simple y, por qué no decirlo, cutre. Basta con darse un paseo por la Plaza de la Encarnación y ver la decoración de los árboles, sin mucho sentido ni estética. Quizás parte del problema sea que no quedan huecos en los naranjos para poner luces ni adornos, ya que con esto de no recoger las naranjas…

Otra estampa navideña que cada año está más extendida y gana más adeptos la podemos ver en las fachadas de los edificios particulares, donde los vecinos aportan su cuota de luz y colorido a la Navidad engalanando los balcones y ventanas de sus casas.

Cierto es que por estos lares somos muy dados a expresarnos colgando cosas del balcón: la bandera blanca y verde el Día de Andalucía cuando aún era el Día de Andalucía; las hojas de palma el Domingo de Ramos, los faldones carmesíes en Semana Santa o las banderas de los equipos de fútbol cuando sus centenarios… Si encima tenemos la oportunidad de colgar algo lo mas llamativo posible y que capte la atención de los vecinos, mejor aún.

Es por ello un arma de doble filo, ya que si bien por un lado encontramos algunos edificios que están engalanados de una forma bastante elegante, también podemos ver auténticos popurrís de elementos navideños que, en algunos casos, provocan “inquietudes” cuando menos….

De esta forma en estos días son pocos los balcones que quedan libres de tener entre sus rejas un Papá Noel, un Rey Mago o, sobre todo, una imagen serigrafiada del Niño Jesús, auténtica estrella de este año, en sus múltiples modalidades: pequeños y grandes, con potencias y sin potencias, sobre fondo carmesí o con el Arco de la Macarena, con letrero o sin letrero… Incluso ya se puede intuir la evolución que va a tener esta moda para el año que viene en algunas casas en las que está colgado el Belén completo.

El catálogo de Niños Jesús este año parece infinito, aunque en algún que otro sitio se ha realizado una reinterpretación algo extraña del mismo mas cercana a los cánones estéticos de Tim Burton que a las tradicionales tiendas de belenes de la calle José Gestoso

Niño Jesús Gótico

Mención honorífica merecen también los esforzados Papá Noel que, en muchas casas, mas que escalando las rejas del balcón parece que están ahorcados en ellas. Como en el caso del Niño Jesús, también tenemos alguna que otra reinterpretación al respecto, como en esta imagen donde mas que a Santa Claus trayendo regalos parece que tenemos al mismísimo Curro Jiménez asaltando una casa….

Papá Noel camuflado, calle San Luis

Pero si hay una estampa entrañable y característica en estas fechas (al menos para mi), esta es sin duda el Portal de Belén, el célebre Nacimiento.

Belenes hay de todo tipo, desde los célebres masificados de Villasís, Corte-Inglés o antigua Caja de San Fernando, hasta auténticas joyas que podemos encontrar en algunas iglesias que, sin tanta grandiosidad ni extensión, reflejan el verdadero sentido de estas fiestas, o lo que se pretende de ellas.

Belenes del Arquillo del Ayuntamiento y del Hospital de San Juan de Diós

Personalmente recomiendo el Belén expuesto en la Iglesia de Montserrat, simple y sencillo, pero realizado con un gusto exquisito; y por supuesto el de la Iglesia de San Marcos, una maravilla en todos los sentidos, ya que además de la belleza que encierra, une el atractivo de que sus figuras están animadas y sobre todo que es narrado, siendo un espectáculo digno de ver. Realmente merece la pena acudir a este templo de la calle San Luis para sentarse en sus banquetas y disfrutar de este bello espectáculo.

Otras estampas navideñas

A continuación tenemos aportaciones de amigos en las que podemos contemplar mas estampas de la Navidad en otras ciudades y en Sevilla. Todo aquel que quiera participar sólo tiene que enviarme las imágenes a sevillanadas@gmail.com y gustosamente las publicaré en esta entrada.

Arcos de la Frontera (Cádiz)

Curiosa la iluminación navideña de la preciosa ciudad arcense, que hace dudar si en sus calles se está celebrando la Navidad o un Festival de cine erótico…. Afortunadamente este “desliz” queda eclipsado por el fantástico Belén Viviente que se celebra en sus calles, el cual merece muchísimo la pena visitar. La fotografía la aporta Ester Vega.

Plaza de la Corredera (Córdoba)

El amigo Juanlu nos envía estas imágenes de esta bella plaza cordobesa adornada por un árbol de navidad junto a otra imagen de un Belén situado en uno de los famosos patios de vecinos de la ciudad de los califas.

Ermita de la Virgen de la Sierra (Cabra, Córdoba)

Otra bella imagen de la Navidad andaluza, en este caso un Nacimiento a los pies de la egabrense Virgen de la Sierra. La aportación la realiza Duende del Sur.

Belén de Chocolate y Mazapán (Rute, Córdoba)

El amigo de Duende del Sur nos envía en esta ocasión imágenes de este Nacimiento de la localidad cordobesa de Rute; además de bien hecho, para colmo debe estar delicioso. El día 8 lo mismo me doy una vuelta por Rute….

Belén de Plastilina del C.E.I.P. Pío XII (Sevilla)

Esta son las imágenes del simpatiquísimo belén de plastilina que han realizado los niños del Aula Matinal del CEIP Pío XII, en Sevilla. Tampoco falta detalle, aunque sea menos goloso que el de Rute seguro que está hecho con el mismo cariño. Gracias a Miriam y a Ester.


21 de diciembre de 2008

En el viejo patio de los naranjos....

Afortunadamente, aún quedan rincones escondidos tras el quicio de una puerta en los que el tiempo parece haberse detenido desde hace siglos….

Afortunadamente, aún quedan fuentes que siguen manando esa misma agua clara y limpia que años atrás susurraba al oído de nuestros abuelos…


Afortunadamente, aún quedan siluetas eternas que se recortan en los atardeceres del cielo sevillano….


Desgraciadamente, siempre habrá un cani que te volverá a poner los pies en el suelo. Es la Ley de Murphy según Sevilla

15 de diciembre de 2008

La Torre Blanca

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

Estos versos de Antonio Machado bien sirven para ilustrar el estado en que se encuentra la Torre Blanca. Poco importa que en vez de un viejo olmo languideciendo por el peso de los años tengamos ante nosotros lo que queda de una torre mozárabe; o que el cauce del Duero haya sido sustituido por otro río gris de asfalto y alquitrán encarnado en la S-30.

Las distancias se hacen cortas, imperceptibles, gracias a esta triste y lamentable metáfora visual que refleja el estado de conservación en que se encuentra una construcción con mas de 1000 años de antigüedad a sus espaldas; edificación que primero fue torre defensiva de la ciudad, mas tarde molino hidráulico y ahora, en nuestros días, un conjunto de ladrillos y argamasa que a duras penas se mantienen aún en pie junto al cruce de la S-30 con la A-376.

En sus inicios, la Torre Blanca era una de las torres almenaras que conformaban el sistema defensivo extramuros de la Sevilla musulmana. Eran pequeñas torres exentas o adosadas a otras construcciones auxiliares que se encontraban separadas a una distancia suficiente para que pudieran comunicarse unas con otras en caso de riesgo y de paso avisar a la ciudad ante la proximidad de un peligro. Algo así como una avanzadilla defensiva.

Estas construcciones estaban enclavadas en lugares y puntos estratégicos, tales como caminos o arroyos, lugares que tenían fácil visibilidad y eran muy accesibles. En concreto, la Torre Blanca se situaba en el cruce de la antigua Cañada Real con el camino de Alcalá, a escasos metros de la desembocadura del Guadaira y de la Puente Horadada, cruce natural del afluente desde la época romana.

Haciendo un breve recorrido por lo poco que conocemos de estas torres almenaras, la primera de ellas parece ser que se encontraba frente al Monasterio de San Jerónimo, en un lugar cercano al Parque del Alamillo, aunque no queda ni rastro de su existencia en la actualidad. Mas conocida por las referencias bibliográficas que existen al respecto era la Torre de los Gausines, junto al Hospital de San Lázaro, donde según cuenta la tradición, instaló San Fernando a los soldados que habían enfermado de elefantiasis con el objetivo de que no contagiaran al resto de sus tropas durante la reconquista de la ciudad.

Seguía esta línea defensiva extramuros con la torre de la Albarrana, que estaría en el actual Parque de Miraflores, y sobre la que existen diversas teorías e interpretaciones, empezando por la naturaleza de su misma existencia en la actualidad.

En la barriada de Santa Clara estaría otra de estas torres, conocida como el Molino del Pico, que también fue derribado cuando se urbanizó la zona en el siglo pasado. Igual suerte corrió otra Torre Blanca, en este caso situada en la barriada del mismo nombre, cuya función estaba mas enfocada a proteger el agua de los Caños de Carmona, y que tuvo punto y final a su existencia a finales de los sesenta cuando fue utilizada como material de construcción por los vecinos del barrio junto a lo que quedaba de los Caños de Carmona. Reciclaje histórico en toda regla.

También hay noticias de la existencia de otras tres torres entre Triana y el Aljarafe, siendo la mas famosa la alquería de Goles, que comunicaba directamente con la puerta del mismo nombre, mas conocida como Puerta Real. Tampoco queda nada de ellas.

A la vista de este repaso, en principio podríamos considerar nuestra Torre Blanca como una afortunada, ya que milagrosamente es de todas éstas la única que ha llegado (mas o menos) hasta nuestros días.

Y es que la culminación de la Reconquista por parte de los Reyes Católicos supone un punto de inflexión para estas fortificaciones defensivas, así como para los alrededores de la ciudad en general. La desaparición del peligro que, en mayor o menor medida, podía representar el reino nazarí hace que no tenga sentido su uso militar, por lo que son abandonadas a su suerte o, en el mejor de los casos, integradas en alquerías y haciendas. Es el caso de nuestra Torre Blanca, a la que se adosa un molino que aprovechará para su funcionamiento el brazo del río Guadaira que corría sus pies y que conformaba una pequeña isleta dedicada al olivar (la zona conocida como Vado de San Juan).

Este cambio de uso tan radical hacia el sector agrícola se potencia con la construcción de nuevos molinos en el entorno del citado Vado: el del Zepote o Minjoar, el de San Juan de los Teatinos (o del Tizón) y el de Aljudea, los cuales junto a nuestra Torre Blanca (también Molino de las Torres) estarán principalmente destinados a la producción de harina, uso que mantendrá hasta el siglo pasado.

Es entonces cuando otro peligro asesta una nueva estocada al ahora Molino de la Torre Blanca: los avances de la tecnología. Y es que los nuevos medios de producción hacen que los viejos molinos queden obsoletos primero y abandonados después. La puntilla definitiva la pone la desecación del brazo del Guadaira que proporcionaba la energía necesaria para su funcionamiento.

Una vez mas la Torre Blanca había quedado en desuso y abandonada, pero una vez mas se obra el milagro y sobrevive a los nuevos tiempos. Y es que, pese a que desaparecen los cercanos Zepote y Aljudea, a que son derribadas las edificaciones auxiliares (molino incluido) que se le habían añadido en los últimos siglos, a que se deseca el brazo del Guadaira que pasaba a sus pies, a que queda olvidado durante años dentro de una de las mayores escombreras de Sevilla o a que en su entorno se crea uno de los nudos de comunicaciones mas importantes de la S-30, la Torre Blanca queda fuera de la delineación de la nueva autovía y se mantiene, una vez mas, en pie con un nuevo uso, en esta ocasión el de refugio de indigentes.

Al menos de momento, ya que solo hay que echar un vistazo al pésimo estado de conservación en el que se encuentra. Pese a que parece ser que se está regenerando el entorno gracias a la creación de un nuevo Parque, entre la crisis, las obras del Metro, la cercanía de la S-30 con lo que esto conlleva (vibraciones, etc) y la tradicional dejadez de nuestras autoridades (sobre todo cuando se trata de proyectos situados en la periferia, y más en “esta periferia” en concreto) todo indica que no vamos a tener mas remedio que encomendarnos a un nuevo milagro para que la Torre Blanca aguante en pie hasta su restauración definitiva. Y es que parece que don Antonio lo estaba viendo venir desde la fría Soria:

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


11 de diciembre de 2008

La Primera Piedra

Estamos en vísperas de que se firme mañana, 11 de Diciembre, el convenio por el que se financiará la restauración de la cubierta de la Iglesia de Santa Catalina, cerrada por amenaza de ruina desde Mayo de 2004. Al día siguiente, viernes 12 de Diciembre, se celebrará en las puertas del mismo templo un encuentro que, auspiciado por la Radio de los Blogueros, reunirá no solo a buena parte de la blogosfera sevillana, sino a mucha más gente sensibilizada y reivindicativa para con el patrimonio de la ciudad.

No se si se tratará de una simple casualidad, es mas, ya puestos me da igual si fue antes el huevo o la gallina; la única realidad es que al fin se hace justicia con uno de los edificios mas antiguos e históricos de la ciudad, templo cristiano que recogió el testigo de una de las mezquitas de la Isbilya musulmana que a su vez había sido enclavada en una de las puertas de la Híspalis romana. En fin, uno de los rincones en los que se gestó esta bendita locura que hoy llamamos Sevilla.

Sin lugar a dudas es una buena noticia, tanto la firma del convenio como esta reunión en la que personas que (al menos en mi caso) son prácticamente desconocidas, más allá de intereses políticos, ideológicos, personales o económicos, pretenden alzar su voz y dejar constancia de su interés por los temas que afectan a esta ciudad. Quizás, espero, esta sea la primera piedra de algo importante y necesario.

Necesario porque hay muchas más santa catalinas en nuestra ciudad, quizás demasiadas. Y no todas son templos mudéjares del siglo XIV, ni están dentro de los circuitos turísticos, ni tienen una tradición y una masa social detrás que apoye su rehabilitación, ni por su estética o uso pasado han sido capaces de calar hondo y sensibilizar tanto…. Es mas, algunas de estas santa catalinas son prácticamente unas desconocidas para la mayoría….

A la mente de todos se vienen a bote pronto Santa María la Blanca, la Capilla del Rosario de la Puerta Real o la mismísima Plaza de España; son quizás los ejemplos mas representativos, una especie de punta del iceberg local, porque hay mas casos, muchos mas.

Y es que afortunadamente el patrimonio cultural de Sevilla no son solamente sus iglesias y los edificios que salen en las postales y las guías turísticas. El patrimonio de Sevilla va mas allá, mucho mas allá, de Salvador, Santa Catalina y Plaza de España. Ese sería el patrimonio “político”, el patrimonio que da prestigio, el que cala hondo en la conciencia de los ciudadanos, el que moviliza a la gente.

Pero hay mas edificios abandonados al amparo de su suerte, muchos lugares históricos que, directa y a veces incluso indirectamente, han servido para que la ciudad (para bien o para mal) sea hoy lo que es; edificios que no son iglesias ni monumentos, sino antiguas fábricas de la revolución industrial, viejas huertas que sobreviven a duras penas a la especulación y la indiferencia, conventos desamortizados que tienen a sus espaldas una historia tan grande como la ruina que los amenaza. En fin, una parte de nuestro patrimonio y, por supuesto, de Sevilla misma.

Porque “Otro destino es posible para la Estación de Cádiz”, languideciendo desde que en 1992 cesara su actividad y se convirtiera en un mercado provisional; centro cultural, sala de exposiciones… son muchos los usos que se le pueden dar (y en otras ciudades se da) a una Estación de Trenes enclavada en pleno centro de la ciudad.

Porque hay una Fábrica de Vidrios en la Trinidad con mas de 100 años a sus espaldas que lucha por no quedarse enclaustrada entre bloques de viviendas y lo que es peor, ver como por mor de la dichosa especulación son derribados los edificios y naves que la rodean.

Porque hay un templete medieval, el Humilladero de San Onofre, que si nadie pone remedio será reducido en pocos años a un montón de escombros.

Porque hay un molino, el de San Juan de los Teatinos, que tras varias centurias peinando las aguas del Guadaira está siendo utilizado como almacén de las obras del Metro.

Porque hay mas casos, demasiados para una ciudad con tanta historia y un patrimonio tan rico y variado: la Fábrica de Sombreros, la Huerta del Rey Moro, la Casa de los Artistas, lienzos de muralla ocultos entre medianeras e incluso escombros….

Y es que Santa Catalina no está sola: ni, afortunadamente, en la conciencia y el recuerdo de los sevillanos; ni, desgraciadamente, en la nómina de edificios y joyas patrimoniales de la ciudad amenazadas por el paso de los años y la desidia de las instituciones.

5 de diciembre de 2008

Nos vamos de Safari

Parece ser que una nueva atracción turística se va a añadir a la variada oferta cultural de la ciudad. Quizás sea en un impulso por dinamizar el sector y amortiguar los efectos de la crisis; quizás se trate de una medida para ayudar a todos los sevillanos que por mor de la galopante recesión no estén en condiciones de pagarse unas vacaciones; lo cierto es que estamos de enhorabuena ya que todo indica que no vamos a tener que hacer el petate ni vacunarnos contra las picaduras de mosquito para ir a Kenia o visitar el Parque Natural del Serengueti.

Al contrario, con un simple billete de autobús (quizás sea éste el motivo del tarifazo que quiere meter Tussam…) puede ser que tengamos la posibilidad de disfrutar de un trepidante Safari cartujano.

Y es que, a tenor del impresionante ecosistema que se está desarrollando en el antiguo canal que unía el río con el Lago de España en la Expo’92, en semejante pastizal no creo que se sorprendiera nadie si apareciese de repente una manada de ñus o una familia de leones.

El crecimiento desorbitado de jaramagos y demás plantas silvestres (supongo que el amigo Javi podrá sacarnos de dudas sobre su naturaleza) ha desatado el nacimiento de esta tupida sabana que haría las delicias del mismísimo David Attenborough.

Muchas veces impresiona el grado de dejadez y abandono hasta el que se puede llegar cuando algo no interesa o simplemente no está de moda.

Y no solo hablo del Canal, sino de todo el entorno en general. Restos de botellonas, pavimentos levantados, farolas absolutamente reventadas.... Parece mentira que hace solo 16 años por ese mismo paraje hoy desolador pasaran miles de personas.

Como tantas otras veces, hay que apelar a los recuerdos para, al menos, esbozar una sonrisa ante este triste espectáculo; los viajes en catamarán canal arriba, canal abajo: el Living On My Own de Freddie Mercury a toda pastilla en Gente Guapa (la que para los jóvenes era la discoteca de la Expo); la silueta recortada en el horizonte del cohete Arianne, hoy relegado a la simple función de poste en espera de una jubilación definitiva; el agotador camino de vuelta a casa mientras se trazaban las estrategias a seguir al día siguiente para poder sellar en el mayor número de pabellones posibles… De todo eso hoy solo quedan escombros.

Sin embargo, es llamativo que a escasos 100 metros de este paisaje urbano (porque es un paisaje urbano) mas propio de ciudades tercermundistas hayan sido derribados en apenas tres años el Palenque y los pabellones de Checoslovaquia y Santa Sede con el objetivo de favorecer el desarrollo del Parque Tecnológico de la Cartuja. Llamativo y paradójico, porque este entorno no creo que sea el mas apropiado para un recinto de ese calibre. Algo no cuadra o a alguien no le cuadran las cuentas; a saber...

Supongo que el problema será el mismo de siempre: las dichosas competencias; y es que la limpieza correrá a cargo del Ayuntamiento, de Agesa, de Isla Mágica o vaya usted a saber... Lo único cierto es que para la próxima Bienal de Arte Comtemporáneo los turistas lo primero que verán será esta obra de arte por obra y gracia de la Madre Naturaleza. Y el que no se consuele es porque no quiere...

1 de diciembre de 2008

La Puerta de Carmona: reconstrucción virtual

Dentro de la serie de reconstrucciones virtuales de las viejas Puertas que rodeaban la ciudad de Sevilla hasta hace escasamente 150 años, traemos en esta ocasión la Puerta de Carmona.

La Puerta de Carmona era una de las mas antiguas e importantes de todas las que se abrían en la vieja muralla hispalense. Databa de época romana (al igual que la cercana de la Carne) y a ella llegaban los Caños de Carmona, que morían en el torreón que la flanqueaba por el lado derecho. Además, a sus pies nacían los caminos que comunicaban Sevilla con Madrid, con Andalucía Oriental y, por supuesto, con la ciudad de Carmona y toda la fértil comarca que se extendía a su alrededor.

Situada en el cruce de la calle San Esteban con el Muro de los Navarros, era conocida así desde época musulmana (la bab Qarmuna) y siguió llamándose igual una vez reconquistada la ciudad por las tropas de San Fernando.

Tras diversas obras de reparación y adecentamiento, en 1578 se reconstruye totalmente bajo los auspicios del Conde de Barajas y la dirección de Asensio de Maeda, tomando la forma que prácticamente mantendría hasta su demolición.

Al contrario que con la Puerta Osario, tenemos bastantes imágenes de esta Puerta, no en vano era como ya se ha dicho de las mas importantes de la ciudad y una de las mas bellas.

Prisión de caballeros (que eran recluidos en celdas habilitadas en las dos torres situadas a sus flancos), sobre el arco de medio punto se situaba un primer cuerpo en el que destacaba el escudo de armas de los Duques de Alcalá, sobre el que asimismo se ubicaba un segundo cuerpo en el que aparecía una imagen de la Purísima Concepción que estuvo allí hasta la invasión francesa.

Además de su importantísimo cometido comercial, la Puerta de Carmona tuvo un ajetreado historial bélico, demasiado para las contiendas que realmente ha vivido la ciudad.

Así, en el año 889 vio la entrada de las tropas califales que provenientes de Córdoba sofocaron una revuelta de la población de la Isbilya musulmana; ya en 1540, salieron por ella las tropas sevillanas que acudieron al auxilio de Gibraltar, que estaba siendo saqueada por los corsarios de Barbarroja. Dice la tradición que tan grande e imponente era el pendón de la ciudad que portaban las tropas hispalenses (capitaneadas por d. Rodrigo de Saavedra) que hubo que pasarlo por encima de la muralla ya que era imposible sacarlo por la puerta.

En este mismo sitio tuvo lugar el último combate librado en Sevilla por las tropas napoleónicas, que salieron de ella para siempre en Agosto de 1812. Lamentablemente, el Mariscal Soult había huido antes con todos los cuadros y obras de arte que había logrado recopilar a lo largo de su "fructífero" mandato.

Finalmente en 1843, durante el asedio sufrido por la ciudad en las guerras carlistas, cayeron según palabras de d. Alfonso Álvarez-Benavides 24 bombas sobre esta Puerta, o lo que es lo mismo, la friolera de 161 kg de hierro.

Sin embargo no sería una bomba ni una escaramuza bélica la que se la llevaría por delante, sino que sería derribada por métodos mas tradicionales y pacíficos: y es que evidentemente la piqueta hizo de las suyas y en Diciembre de 1868, por el módico precio de 8.198 maravedíes, desaparecía para siempre y por los siglos de los siglos la Puerta de Carmona, el escudo de armas de los duques de Alcalá, la prisión de los caballeros y mas de 2000 años de historia de la ciudad.

Como vestigio de este pasado tan sólo nos queda hoy en día un pequeño y cochambroso lienzo de muralla en la calle San Esteban sólo visible a través de unas rejas que tiene en parte continuación hasta la calle Estella por la medianera de los edificios que configuran esa manzana (cuyos otros dos límites son la calle Tintes y Menéndez y Pelayo); porque el tramo que se unía con la Puerta Osario, que corría a lo largo de la acera de los pares del Muro de los Navarros, fue demolido a lo largo de la primera mitad del siglo pasado.

De la Puerta de Carmona, como es de suponer, solo nos ha quedado el nombre….

28 de noviembre de 2008

El 12 para en Nueva York

En una de las etapas de su recordado Descanso Dominical, Ana Torroja y los hermanos Cano se marchan a Nueva York aprovechando la “ocasión singular” de que “el dólar esté devaluado”.

Equipados únicamente con una botella de Fundador, una navaja y un buen puñado de tópicos, no parece ser que resultara muy gratificante este periplo neoyorquino, ya que a juzgar por la canción que dejaron para la posteridad fueron mas los sinsabores que las buenas sensaciones en el viaje.

También Rafa y a Olga protagonizaron hace poco mas de 10 días su particular asalto a la Gran Manzana; la ocasión también era propicia para el viaje y, afortunadamente, en su caso todo salió a pedir de boca. Dan fe de ello las mas de 1000 fotografías que sacaron en su semana larga de estancia en tierras neoyorquinas (haciendo cuenta salen a casi 6 imágenes la hora, que no está nada mal….)

Y es que, además de que a mis amigos les gusta el jamón york, estuvieron en la Estatua de la Libertad, vieron algún que otro famoso en el partido de los Knicks y el idioma no supuso un hándicap infranqueable en ningún momento, así que cualquier parecido con la canción de Mecano quedaba bastante lejos, aunque no por ello hay que reconocer que tenía parte de razón José María Cano cuando escribió esa letra…

Por muy bien que encajes en una ciudad, por muy a gusto que te encuentres y por mucho que te fascine lo que estás viendo, es imposible (y mas si la estancia es corta) evadirse completamente del lugar del que provienes; al contrario, tarde o temprano se empiezan buscar sitios familiares, a asociar imágenes, a interpretar parecidos y coincidencias que nos hagan sentirnos como en casa o al menos acercarnos a ella: una calle, un bar, un edificio, un jardín…. siempre hay una excusa que nos traslada momentáneamente a nuestro hogar, aunque sea solo por un instante.

Por ello supongo que les resultó bastante grato toparse en una de las salas de exposiciones del MOMA con la maqueta del Metropol Parasol; no solo porque el gremio tire mucho (que tira) sino por la satisfacción de encontrar con todo un señor Océano Atlántico de por medio una parte de su ciudad, de Sevilla (bueno, un proyecto, que con los últimos socavones no está la cosa como para vender pieles de oso al libre albedrío….)

Habrá gente que se emocionará, a otros les dará igual y a mas de uno les sentará incluso mal (no vamos a descubrir a estas alturas el dualismo, antagonismo o bipolaridad sui géneris hispalensis); pero nadie puede negar la importancia de encontrar un proyecto de la ciudad en uno de los mayores (si no el que más) templos del Arte Moderno.

Que un edificio que se puede construir (no me quiero tirar a la piscina…) en la última parada del 12 esté en la misma exposición que el Museo Judío de Berlín de Daniel Libeskind o que otros iconos de la arquitectura y arte contemporáneos es, cuando menos, gratificante.

Como también es gratificante, evidentemente, encontrar la Giralda entre las joyas del arte musulmán, a la Catedral como uno de los principales templos de la Cristiandad o el Archivo de Indias como referente del arte del Renacimiento.

Al fin y al cabo, lo importante es sumar y cuanto más, mejor (si la Unesco y los socavones lo permiten...)

23 de noviembre de 2008

DISPONIBLE

Se suele decir que "una imagen vale mas que mil palabras"; esta frase, que puede sonar a tópico, hay veces que se queda incluso corta, llegando a ser una verdad como un templo cuando no encontramos ninguna forma posible para expresar lo que tenemos ante nuestros ojos.

Es lo primero que se me ha venido a la mente cuando paseando por la calle Santander me topo de bruces con esta singular “estampa”. Ya digo, es que no hay palabras….

Poniéndonos en antecedentes, el edificio “DISPONIBLE” ante el que nos encontramos no es otro que la portada de la Casa de la Moneda, construida por Sebastián Van der Borcht (el mismo arquitecto de la Fábrica de Tabacos) en la segunda mitad del siglo XVIII, desde donde se accedía al Patio de los Mercaderes (actual calle Habana) y que debió ser en su momento uno de las mas majestuosas y celebradas construcciones que existían en la ciudad a tenor de los relatos de los historiadores que han llegado a nuestros días. Recalco “debió ser” porque al menos un servidor siempre la recuerda en ruinas….

Testigo directo del pasado mas esplendoroso de la ciudad, de la Sevilla que era Puerto de las Indias, buena parte de los metales preciosos del Nuevo Continente pasaron bajo esta portada de tintes neoclásicos para ser transformados en monedas; no en vano, en su interior se encontraban los pesos y balanzas mas exactos del mundo conocido, realizados por las manos de D. Francisco Miguel Guerrero.

El conjunto que formaba la Casa de la Moneda, al igual que la ciudad, entró en decadencia con el frenazo al comercio americano: tras cesar a mediados del siglo XIX la producción monetaria, con la transformación de las viejas estancias fabriles en viviendas pasó a ser una zona residencial para finalmente quedar en estado ruinoso hasta que hace pocos años, cuando fueron restauradas dichas viviendas. Es decir, aquello que era rentable, ya que la portada (propiedad privada) sigue en ruinas, aunque parece ser que se está restaurando en la actualidad.

Pero en esta ocasión no vamos a bucear en la historia; ni siquiera a profundizar en las causas de que esta joya del neoclasicismo sevillano se haya llevado tantos años al amparo de su suerte. Y es que este “DISPONIBLE” eclipsa cualquier otro tema o argumentación posible….

Es curioso que haya una Ordenanza Municipal que persiga (por ejemplo) la instalación de aires acondicionados en las fachadas de los bloques de viviendas mientras se permite colocar un cartel que abarca todo el ancho de una portada neoclásica con mas de 200 años de historia a sus espaldas, aunque esté en obras.

Por supuesto, también será curiosa la cara que deben poner los turistas cuando ven semejante “valla publicitaria” a medio camino de la Catedral y la Torre del Oro.

Pero mas curioso y, sobre todo contradictorio, es que en una de las zonas donde mas dinero se ha invertido en los últimos años tanto para su peatonalización como en su modernización se pueda ver esta imagen mas propia de ciudades tercermundistas.

Vale que se quiera ocultar una obra (recuerdo un concurso de hace unos años para diseñar la lona que taparía las obras de la Catedral), vale que se busque vender un edificio de cualquier forma posible (y mas en estos tiempos que corren….), vale que se anuncie una venta de la forma mas llamativa posible; pero es que este “DISPONIBLE” clama al cielo….

Aunque las primeras sensaciones que se tengan ante la visión del cartelito puedan hacer que nos llevemos las manos a la cabeza, ya que a bote pronto lo primero que uno piensa es que la eternamente destartalada portada de la antigua Casa de la Moneda está en venta y “DISPONIBLE” para que su futuro comprador pueda dar rienda suelta a sus deseos, ya sea trasladándola, derribándola o pintándola de amarillo fosforito; bien es cierto que afortunadamente hoy día es imposible que un edificio de estas características pueda ser demolido (al menos por acción humana directa (la ley de la gravedad de momento no se encuadra dentro de las actuaciones del ser humano, aunque muchas veces éste recurra a ella para llevar a cabo sus fines)); de hecho, como ya se ha comentado, está en proceso de rehabilitación, lo cual parece ser que ha otorgado a su restaurador una serie de “licencias” cuando menos, de dudoso y pésimo gusto. Y es que espero que el encargado de restaurar la portada no sea el mismo que ha tenido la genial idea del “DISPONIBLE”, porque aviados estamos con la exquisita "sensibilidad" del individuo….

De todas formas, también es verdad que si a pesar de sufrir este cartelito terminamos por fin (y por los siglos de los siglos) viendo restaurada esta portada, me ofrezco voluntario a colgar “DISPONIBLES” similares e incluso aún mas chabacanos en otros lugares de la ciudad que ahora mismo también se están cayendo a trozos; yo propongo el Humilladero de San Onofre.

17 de noviembre de 2008

La Avenida de la Constitución, 3ª Parte - El escaparate de Sevilla

Los últimos dos siglos de la Avenida de la Constitución se podrían resumir perfectamente como la historia de una “eterna” y continua transformación. Bien sea por resolver necesidades reales de la ciudad, bien por modernizar su vía mas representativa o incluso por satisfacer la propia vanidad de los sucesivos inquilinos de la Plaza de San Francisco, en cada mandato parece que se escribiera un mismo guión que siempre termina con la adaptación la calle a su voluntad; como si todos los equipos de gobierno tratasen de dejar su sello de identidad característico, crear su “propia avenida” y, por qué no, perpetuarse en ella.

Ensanches, demoliciones, peatonalización: la Avenida ha sido una especie de “pasarela de moda” donde en poco mas de 150 años se han puesto en práctica las más modernas soluciones urbanísticas del momento y donde se ha utilizado (o intentado utilizar) lo último en medios de transporte: tranvía, coches, autobuses, metro…. incluso hubo un proyecto de transporte público mediante cinta transportadora….

Es la continua búsqueda de esa Gran Vía hispalense; el intento de desenterrar dos mil años después ese Cardo (o Decumano, cuestión de gustos) de la vieja urbe romana; el cordón umbilical de la ciudad histórica con la Sevilla moderna donde sus sucesivos gobiernos parece que siempre intentan dejar la huella de su paso no sólo mediante actuaciones urbanísticas que usan sus adoquines como escaparate, sino incluso rotulándola para que siempre quede constancia del momento político que se estaba viviendo: desde la Avenida de Reina Mercedes de la época alfonsina, pasando por Primo de Rivera en honor del dictador (1927), Avenida de la Libertad durante la República, José Antonio y Queipo de Llano durante el franquismo hasta su actual nombre ya en época democrática: Avenida de la Constitución.

Para explicar la tremenda evolución y transformación sufrida por la Avenida desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días no tenemos mas remedio que sustituir ese paseo virtual descriptivo que dimos en la anterior entrada a lo largo de las 5 calles que había que atravesar para llegar desde la Plaza de San Francisco hasta la Puerta de Jerez por un triste y nostálgico avance cronológico a través de las continuas demoliciones que ha sufrido la zona. Y es que, aunque sea duro, la actual Avenida no se entiende sin sus derribos.

Pero vayamos por partes; si para el resto de la ciudad las transformaciones urbanas suelen empezar con la invasión napoleónica y la “mudanza” del Mariscal Soult al Palacio Arzobispal, en nuestra zona la piqueta empieza a funcionar desde mucho antes. De hecho cuando se produce la llegada de los franceses hacía cerca de 50 años que había sido demolido el entorno del Almirantazgo.

En palabras de don Santiago Montoto, junto a las obras del barrio de la Laguna (actual zona de Molviedro) son la demolición del arquillo de San Miguel, de la Torre del mismo nombre y su vecina torre del Aceite las principales intervenciones urbanísticas en la Sevilla del siglo XVIII. De esta forma, para cuando el asistente Pablo de Olavide elabora su plano de la ciudad en 1771 no queda ni rastro de esta antigua entrada almohade en la ciudad.

Aunque los franceses hicieron de las suyas (ya se refirió en la anterior entrada que usaron el Colegio de Santo Tomás como cuadra), tampoco se puede decir que su presencia fuera tan decisiva como en otros lugares de la ciudad como la Plaza de la Encarnación o la actual Plaza Nueva (antiguo Convento Casa-Grande de San Francisco).

Es evidente que el Mariscal tenía claro que podía sacar mas dinero robando cuadros del Hospital de la Caridad que desvalijando la librería de Santa María de Jesús….

No sufre por tanto esta zona alteraciones importantes hasta que en Octubre de 1864 se desmonta la Puerta de Jerez. Desaparecían para siempre las dos puertas que antaño habían confinado este rico entorno de palacios árabes y residencias reales. La “moda” al uso de la época, la demolición de las viejas murallas y cercos de las viejas ciudades en busca de una nueva funcionalidad y expansión extramuros, pasaba factura una vez mas a la Avenida y a toda Sevilla.

La historia de esta demolición, que en principio fue un traslado sin destino fijo al recién estrenado Cementerio de San Fernando (la puerta se desmontó y se pretendía ubicar en el nuevo camposanto de la ciudad, pero al final se desviaron sus materiales para hacer otros apaños (da miedo pensarlo, pero la historia es cíclica, o si no recuerden la cubierta de la Davis….)); es calcada a la ya narrada de la Puerta Osario: muy dañada tras la guerra carlista, se encarga su reconstrucción y embellecimiento al arquitecto Balbino Marrón que, 17 años después, también firma su derribo definitivo.

Sin puertas ni murallas que llevarse por delante, la piqueta se centra ahora en las 5 calles que conformaban lo que hoy es la Avenida. Y es que los 3 primeros decenios del siglo pasado son prolíficos en el arte del derribo en todo este sector al estar el gobierno local espoleado por las urgencias urbanísticas de la Exposición Iberoamericana de 1929.

En 1911 se amplía la calle de los Genoveses hasta enrasarla con la calle de las Gradas. Alcanza de esta forma la amplitud que hoy día conocemos y de paso, se construyen dos de los edificios mas bellos y representativos de la zona que conforman este “umbral” de la Avenida: el Banco de España y el edificio de la Adriática.

El umbral norte de la Avenida:
Banco de España y edificio de La Adriática

El primero se levanta sobre el solar que antiguamente ocupó la Casa de los Genoveses y fue construido entre 1918 y 1928. En la misma época, entre 1914 y 1922 se construía la sede de la compañía de Seguros La Adriática, que sin duda es una de los construcciones mas bellas y curiosas de la ciudad, tanto por su mezcla de estilos arquitectónicos como por su particular esquina cilíndrica. Y, por supuesto, por los dulces de Filella, faltaría mas….

Se estaba acabando el Banco de España cuando empieza en 1927 el derribo de otro de los edificios que habían sido hasta entonces emblema de la zona: el Colegio de Santo Tomás.

Bien es cierto que el edificio ya no albergaba el antiguo Colegio desde hacía bastantes años, perteneciendo al Ramo de la Guerra desde el siglo XIX (había sido cambiado al Arzobispado por el exconvento de la Trinidad), siendo sucesivamente fábrica de fusiles y Capitanía General, hasta su cesión definitiva al Ayuntamiento, que procedió a su demolición.

Se lograba la ansiada continuidad desde el Ayuntamiento a costa de este edificio y de las casas aledañas, construyéndose la Sede Central de Correos, que se encargaría de alinear la Avenida de novísimo cuño con la antigua calle Gradas y de traer a Sevilla algunos destellos del Art Decó, estilo arquitectónico estrella en la Europa de la época.

La antigua calle de la Lonja se englobaba dentro de la nueva Avenida y en su lugar se creaba un bello jardín a base de arriates alrededor de una fuente central que afortunadamente aún podemos disfrutar frente al Archivo de Indias, aunque suela pasar bastante desapercibido.

Espacio por donde discurriría la antigua calle de la Lonja

De esta forma se conseguía por fin abrir esa Gran Vía que tanto demandaba la Sevilla de la Exposición Iberoamericana, ya que el otro escollo que taponaba la salida en línea recta hacia la Puerta de Jerez, el Colegio-Universidad de Santa María de Jesús, había sido demolido en los primeros años 20, sobreviviendo únicamente tal y como se comentó en la anterior entrada la pequeña capilla.

La calle que se abrió dividiendo en dos partes la manzana que ocupaba la antigua Universidad (y que curiosamente aparece en el plano de Poley y Poley de 1910 rotulada como “en construcción”, se llamó durante unos años Avenida de la Reina Mercedes, dato curioso ya que en la actualidad una de las zonas universitarias mas importantes de la ciudad tiene el mismo nombre.

Esta demolición trajo consigo la construcción de una de las grandes joyas del regionalismo sevillano, el Teatro Coliseo, antiguo Teatro de Reina Mercedes. Impresionante edificio obra de los hermanos José y Aurelio Gómez Millán, fue realizado a finales de los años 20, aunque hoy día se puede decir perfectamente que solo se conserva su fachada, ya que el interior, lamentablemente, fue destruido. El mismo edificio se salvó a duras penas de desaparecer en los años 70.

El antiguo Teatro Coliseo

Ya en el tramo final de esta nueva Avenida, en la Puerta de Jerez, dos grandes palacios hacían su función de “umbral” meridional de la nueva vía sevillana, escoltando la fuente que esculpiera en 1929 Manuel Delgado Brackenburi representando una nereida elevada por 11 niños, los conocidos “meones”.

Estos palacios son el de Yanduri, construido en 1904 y que tiene la peculiaridad de ser uno de los escasos ejemplos del racionalismo francés en la arquitectura sevillana; y la Casa-Palacio de los Guardiola, obra regionalista de finales del siglo XIX.

Se conformaba prácticamente la Avenida que hoy día conocemos, y destaco prácticamente porque en los cerca de 80 años que han pasado desde que se abriera definitivamente la nueva Gran Vía sevillana no son pocos los cambios que se han producido en la misma.

Así, siguiendo el punto de vista edilicio, en los 50 Vicente Traver construía junto al Banco de España la sede del Banco Central mientras que en 1967 caía definitivamente uno de los pocos vestigios del pasado medieval de la zona, el Colegio de San Miguel, que se encontraba en un estado pésimo de conservación (era prácticamente un corral de vecinos) y donde, ya en los primeros años 70, se levantó la espléndida Plaza del Cabildo, uno de los rincones mas bellos de la ciudad.

La Plaza del Cabildo

Llegamos de esta forma a nuestros días con una calle amplia (en algunos tramos llega a tener mas anchura que la mayoría de las plazas de la ciudad) y cómoda que hace realidad las viejas aspiraciones hispalenses de tener esa Gran Vía que comunicara el corazón de la ciudad con la zona de la Puerta de Jerez.

Desde un análisis personal, dos son los grandes problemas que en mi opinión tiene la Avenida; el primero de ellos es su propia historia enfocada desde el punto de vista de la condición que ha adquirido a lo largo de los siglos de ser el escaparate sevillano donde se ponen en práctica las últimas tendencias y “modas” urbanas; de esta forma, si en la Edad Media fueron los palacios musulmanes y mas tarde los edificios destinados a apoyar el comercio con América y a la enseñanza, hoy, en la época de la conciencia medioambiental y ecológica, tenemos una calle peatonal en la que conviven otros medios de transporte como las bicicletas o un tranvía eléctrico, el Metrocentro.

Parada del Metrocentro frente a la sede de Correos

Pero claro, esto tiene un problema y es que nunca se termina de alcanzar una imagen y forma definitiva, una estabilidad: de los dos carros que podían pasar bajo el Arquillo de San Miguel al Metrocentro hemos visto en 250 años tranvías tracción animal, de vapor, coches, autobuses, un proyecto de metro subterráneo e incluso otro mediante cintas transportadoras: nunca termina de enraizarse un sistema que se compenetre definitivamente con la misma Avenida ; porque si hay algo claro es que los poco mas de un mil metros de Metrocentro que tenemos hoy día son absolutamente prescindibles.

Afortunadamente la época de la piqueta ha quedado (al menos oficialmente) atrás y a priori es impensable abrir nuevos ejes que comuniquen la Plaza Nueva con otras zonas céntricas como la Encarnación o el Duque. De esta forma la única dirección que puede tomar el Metrocentro es bordeando el Casco Histórico, de la misma forma que sucede, por ejemplo, en Bilbao, donde funciona perfectamente este sistema que, por otro lado, no considero tan descabellado para esta zona.

Y es que siendo infinitamente mejor que autobuses y coches, un suburbano enterrado me presenta una serie de reparos sobre todo relacionados con temas técnicos; a tenor de lo sucedido en República Argentina con el túnel de la Línea 1 o por ejemplo hace unos años en el Carmelo de Barcelona (y estamos hablando de edificios modernos con cimentación y estructura conocidas) lo mismo no es aconsejable pasar un túnel a los pies de la Catedral por una zona que, recordemos, fue hace siglos un brazo del río. Eso sí, hablo sin conocimiento de causa y sólo son suposiciones.

La realidad es que detrás de todo esto hay una inversión importante y sólo un proyecto de buenas intenciones para ampliar la cobertura del Metrocentro, el cual me temo que a no ser que su trayecto se alargue y gane peso específico en la ciudad, tendrá poco futuro porque, ¿quién no dice que dentro de 20 años lo “último” sea volver a poner paradas de autobuses en las gradas de la Catedral?

El segundo aspecto que destacaría es el peso de la propia historia de la Avenida y su entorno frente a todos estos cambios y transformaciones.

Aunque desgraciadamente no siempre ha sido así, en la actualidad junto a monumentos como la Catedral, el Archivo de Indias o el mismo Coliseo no se puede poner cualquier cosa, o eso se supone. Catenarias, vagones con publicidad, veladores, incluso los dichosos y por desgracia tradicionales excrementos de caballos no son mas que parches que desvirtúan la monumentalidad y belleza del entorno, ninguneando en muchas ocasiones la historia del mismo.

Quizás en este aspecto sea demasiado drástico, ya que si por mi fuera incluso quitaría los árboles (no los talaría, como se hizo con los naranjos previa peatonalización) ya que muchas veces impiden que un lugar o edificio pueda verse en su totalidad. El ejemplo lo tenemos en el inmenso platanero (único superviviente por cierto de la vieja Plaza de Santo Tomás) que no permite que pueda ser apreciada en su totalidad la fachada del Coliseo. Pero claro, también es verdad que estamos en Sevilla y, en pleno mes de Agosto, una sombra tampoco viene mal.

Termino así esta serie de entradas sobre la Avenida de la Constitución. A pesar de todos los lugares y edificios que se han perdido a lo largo de estos siglos, de los problemas que se presentan en la actualidad y, mas importante aún, de los que quedan pendientes por resolver para un futuro a corto-medio plazo, al menos siempre nos quedará la tranquilidad de que ya sea andando, en autobús, en tranvía o en avión, cuando estemos mas o menos a mitad de camino entre la Puerta de Jerez y la Plaza de San Francisco tendremos a nuestro lado uno de los mayores símbolos de la Sevilla Eterna. Que no es poco…