Si hubiera que ilustrar la definición de la palabra “abandono” con un edificio sevillano, ese podría ser el viejo Mercado de la Puerta de la Carne.
Basta subir el Puente de San Bernardo y, a través de los desvencijados ventanales proyectados por Gabriel Lupiáñez Gely y Aurelio Gómez Millán para iluminar la plaza de abastos, comprobar el desolador espectáculo que ofrece el sinfín de cajas y objetos de todo tipo amontonados en su interior.
Difícil sospechar que tenemos frente a nosotros una construcción valiente y atrevida que a finales de los años 20 introdujo la arquitectura racionalista en una Sevilla monopolizada hasta entonces por el regionalismo de los Aníbal, Talavera o Espiau.
Y es que desde el ya lejano 1999, cuando los placeros mudaron su actividad a lo que fue Estación de Autobuses de Cádiz, hasta nuestros días, el Mercado se ha convertido en un inmenso amasijo de cristales rotos, pintadas sin sentido, ventanas selladas, restos de incendios, suciedad y abandono. Sobre todo eso: abandono.
Proyectos, propuestas, ideas… han sido varios y variados los intentos que se sucedieron para darle un uso; todos diluidos conforme pasaba del tiempo. Un tiempo que se ha perdido, un tiempo que ha muerto, un tiempo que nunca podrá recuperarse.
Y es que el abandono, a fin de cuentas, no es más que una imagen congelada en el devenir de los acontecimientos sobre la que se ha dictado condena a languidecer, a marchitarse, a la ruina y, finalmente, a la desaparición.
En el abandono no hay sonidos, ya que el silencio es mudo; tampoco hay colores, porque no se puede iluminar la oscuridad; ni hay vida, ya que es imposible habitar la soledad.
Tan solo queda la esencia, el alma de las cosas, una amalgama de elementos inconexos a los que, únicamente, pueden dar sentido los recuerdos.
Por ello, para escuchar otra vez el murmullo de la blanca fuente que refrescaba el ajetreo y trasiego de los placeros, para volver a iluminar a través de los amplios ventanales las calles formadas por puestos de carne, fruta, pescado y todo tipo de género… en definitiva, para recordar, traigo estas imágenes del Mercado que una vez fue y que nunca, ya es imposible, volverá a ser.
Veo que ya encontraste ubicación y también palabras emotivas para expresarla. Una pena que permitan algo así, pero es algo frecuente en nuestra ciudad. Un abrazo y enhorabuena por la entrada.
ResponderEliminarHola Sergio,un placer saludarte y felicitarte por tus entradas.
ResponderEliminarEspecialmente me atraen y disfruto todas las relacionadas con arquitectura, urbanismo, conservación del patrimonio y reconocimiento de magníficas obras de arquitectura contemporánea en la ciuadad.
Es muy grato poder hablar con alguien que además de conocer el tema, posee suficiente sentido común, y sensibilidad artística como para despertar conciencias apagadas.
Magnífica la entrada de la biblioteca del Prado. Ojalá Sevilla no desperdicie la oportunidad de contar con una nueva obra de arte universal.
Y magnífica la entrada de la reconstrucción de Puerta Osario.
Sabías que existe un proyecto de la Hermandad de San Sebastián para reconstruir la Puerta de Carmona?
Un cordial saludo.
Es lo que hay Pepe...
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Carlos, es todo un placer. He escuchado algo sobre la reconstrucción de la Puerta, pero no sabía exactamente qué entidad o grupo lo estaba promoviendo. Se que en la Farmacia de la Puerta de Carmona hay una imagen bastante grande de la misma, y que estaba implicado en el tema. Pero creo que ya todo quedó en una declaración de intenciones, simplemente...
Saludos.