Normalmente en este blog solemos analizar la “Sevilla del presente”, mirar con nostalgia la “Sevilla del pasado” o aventurarnos con incertidumbre en la “Sevilla del futuro”.
Hoy daremos una vuelta de tuerca y hablaremos de otra Sevilla, la “Sevilla que pudo ser”, una Sevilla irrealizada que, por un motivo u otro, nunca llegó a plasmarse en la realidad.
Para ello traemos un proyecto que habría cambiado a buen seguro la imagen de la zona más emblemática de la ciudad, el entorno de la Catedral, si se hubiera concretado.
Un proyecto que hoy nos parecería una locura, inconcebible, utópico, pero que estuvo a punto de llevarse a cabo varias veces, llegando a contar incluso con licencia de obras concedida y plazos marcados.
Un proyecto que pretendía crear una inmensa Plaza frente a la fachada principal de la Catedral abarcando las Puertas de San Miguel, de la Asunción y del Bautismo, llegando hasta las calles Dos de Mayo y Arfe, a costa de demoler la inmensa manzana donde hoy se encuentra, por ejemplo, la Plaza del Cabildo.
Para comprender esta “dinámica” consistente en derribar edificios para crear espacios públicos sin que nadie se lleve las manos a la cabeza hemos de remontarnos al París de 1853, cuando Napoleón III concede al Barón Haussman, prefecto del Sena, plenos poderes para hacer y deshacer lo que considere oportuno con tal de transformar la capital francesa en el principal referente del urbanismo mundial.
Haussmann no tiene miramientos y demuele casi al completo la ciudad heredada del medievo, Renacimiento e incluso Ilustración, levantando en su lugar una urbe moderna que tendrá un trazado geométrico, lineal, con amplias avenidas, bulevares y parques.
De forma menos radical, el plan de París es imitado por la práctica totalidad de capitales europeas, que incrustarán progresivamente en su casco histórico estos iconos urbanísticos de los nuevos tiempos.
Y así la piqueta echa a andar en Barcelona, en Londres e incluso en Roma, donde se demuelen palacios e iglesias frente al Vaticano para crear la Via della Conciliazione.
Sevilla no se queda atrás en esta "moda" de derribo y ensanche. En una amplia horquilla de tiempo, Mateos Gago, Jaúregui, Imagen o San Pablo pasan de ser estrechas callejuelas que apenas dejaban pasar la luz del sol para, en el peor de los casos, permitir ahora la entrada de autobuses y tranvías.
Aunque nada comparable con la que podría considerarse “operación estelar” en la modernización forzosa del urbanismo hispalense: la Avenida de la Constitución, único tramo finalizado de un ambicioso plan que pretendía crear dos grandes Ejes que atravesarían la ciudad de Norte a Sur y de Este a Oeste y que se llevó por delante edificios de gran valor histórico como el Colegio de Santo Tomás (en la foto inferior) o la Universidad de Santa María de Jesús.
En este contexto, donde derribar para ampliar se consideraba positivo y hasta necesario, no resulta extraño que recién estrenada la década de los 40 se proyectara la apertura de una nueva Plaza frente a la fachada principal de la Catedral, imagen que, de haberse realizado, sería hoy sin duda uno de los iconos más importantes de la ciudad.
Un proyecto ambicioso que pretendía no sólo la creación de este espacio público, sino que además conectaba mediante el ensanche de dos calles la propia Avenida con el Paseo de Colón, mejorando de esta forma los accesos al barrio de la Carretería.
Curiosamente, todo surge de una forma algo rocambolesca: con una solicitud de licencia de obras para construir un frontón dentro de un solar que había quedado vacío junto al Colegio de San Miguel, hoy Plaza del Cabildo.
El Ayuntamiento analiza la situación, las necesidades, el contexto…. y decide en vez de un frontón construir una Plaza.
La decepción del propietario del solar debió ser mayúscula, aunque en realidad se le hiciera un favor, ya que su negocio no creo que hubiera tenido mucho futuro.
El proyecto es encargado a Juan Talavera, junto a Aníbal González y José Espiau uno de los arquitectos mas importantes del Regionalismo hispalense, estilo del que beberá esta nueva Plaza.
Ya metido en faena, Talavera propone en primer lugar la demolición de la manzana situada entre las calles Almirantazgo y Federico Sánchez Bedoya, además del Mercado del Postigo, que curiosamente él mismo había diseñado años atrás.
Sobre el inmenso solar resultante creará una Plaza de forma rectangular, con dos nuevos edificios de estilo neobarroco que conformarían las fachadas laterales, siendo todo cerrado por una galería porticada hacia la actual Arfe.
Un gran estanque central, hileras de naranjos, la puesta en valor del Postigo del Aceite: la Plaza rompería la monotonía de la Avenida, realzaría la fachada principal de la Catedral y de paso uniría la Sevilla Eterna con su Río, ya que también ensancha dos calles paralelas a Dos de Mayo que atravesarían el viejo arrabal de la Carretería.
El Ayuntamiento aplaude el proyecto, se conceden las licencias, se obtienen los permisos… peor no se hace nada, no hay dinero.
En 1943 la ciudad se declara en bancarrota: la Guerra y el endeudamiento tras la Exposición de 1929 eran dos terribles losas que pesaban demasiado. La Plaza debía esperar.
Porque en un principio el proyecto simplemente fue paralizado a la espera de que revirtiera la situación económica de la ciudad; de hecho se rescata en 1949 e incluso amplía en 1954 con una actuación mucho más ambiciosa que abarca hasta las cercanías de la Plaza de San Francisco o la Casa de la Moneda.
Pero la falta de presupuesto unas veces, el cambio de planes otras y la especulación siempre, dan al traste con todo.
Finalmente la construcción del edificio de la Consejería de Salud y, sobre todo la demolición definitiva del Colegio de San Miguel en 1967 sepultan el proyecto de Talavera para siempre.
Sobre su solar se levantará la Plaza del Cabildo, recoleto rincón desconocido para muchos sevillanos que pone un bello epílogo a esta historia, a este sueño y sobre todo a esta "Sevilla que pudo ser" y ya nunca será.
Para bien o para mal, juzguen ustedes.
No tenía ni idea como siempre ... ilustrándonos amigo.
ResponderEliminarNo te digo lo del libro que acabarás mosqueándote conmigo ;-)
Pero entonces ¿hubo derribo finalmente aunque fuera parcial?
Saludassssso
Antonio
Esto sí que hubiera sido un derribo que habría merecido la pena y no como otros que todos sabemos.
ResponderEliminarConforme leía esperaba que hubieras puesto alguna imagen del proyecto de dicha plaza pero me he quedado con las ganas, jeje.
ResponderEliminarLa verdad, si bien el resultado a día de hoy quizás sería espectacular, no sé yo hasta qué punto hubiera sido tan positivo. No sé, no sé. ¿Y si al final en lugar de edificios neobarrocos hubiera optado por una estética como la de la calle Imagen o la Gavidia? Casi que prefiero que se haya quedado así tal cual :)
También existe el proyecto de derribar varias casas en la calle San Luis para crear una plaza delante de la iglesia que da nombre a la calle. Sería lo mismo, pero a pequeña escala :)
Un saludo!!
Como dice el gran NICOLAS SALAS, la plaza del cabildo nació del remordimiento de conciencia de los que derribaron el antiguo colegio de san miguel.
ResponderEliminarA mi personalmente, el proyecto no me parece ni bien ni mal, ojo, una vez derribado el colegio y la colegiata de santo tomas,ya el valor de todo lo que vino después es muy relativo, a mi parecer tan solo se salva alguna que otra casa de anibal gonzales en la avenida y poco mas.
Tambien decir que ya una vez metido en los 60, todo lo que se hubiera construido hubiera sido terrorífico, ejemplo plaza del duque, campana, imagen ect... por tanto, vigercinta que me quede como estoy.
saludos
Como siempre es un placer disfrutar de la información que nos transmites.
ResponderEliminarSi me permites mi opinión. Hoy Sevilla sería más monumental de haberse llevado a cabo semejante proyecto.
Claro que yo lo hubiera concebido sin derribar edificios históricos de valor arquitectónico y artístico.
Lamentablemente ser derribó el Colegio de San Miguel, para levantar frente a la catedral gótica más grande del mundo, uno de los edificios más feos, insípidos y fuera de lugar que existen en Sevilla. Me refiero a ese edificio de estilo funcinal que debería ser sustituído por uno historicista en consonancia con la Avenida.
Afortunadamente existe la plaza del Cabildo y se ha respetado un lienzo de muralla.
Ojalá algún día se arregle ese horrendo parche en la Avenida, frente a la catedral. Es uno de los edificios que más alteran el paisaje urbano.
Bueno al menos nos quedó la Plaza del Cabildo, que a mí me encanta y es cierto que es bastante desconocida; siempre que vienen visitas a Sevilla los llevo y nadie tenía ni idea de que existiese pese a ser un rincón bastante bonito. Por cierto cuando estuve en Roma me hubiera gustado saber cual era la sensación de ir caminando por sus callejuelas y de pronto encontrarte con esa plaza inmesa y magnífica, como sucedía originariamente, pero nunca lo sabremos porque en sus delirios de grandeza plantaron en esa enorme avenida...para gustos colores. Un saludo.
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